Políticas

16/9/1996|511

La deuda externa en la cuerda floja

La suba ininterrumpida de los títulos de la deuda externa argentina, en el marco de una creciente crisis política, ha dado lugar a las más diversas interpretaciones.


Para algunos, el hecho reflejaría una diferente ‘percepción’ de la recuperación económica dentro y fuera del país. Un enfoque más agudo contrapone la suba de los bonos al estancamiento de las acciones o de los valores de la propiedad inmobiliaria, para deducir que existe una fractura entre el capital invertido en la deuda externa y el capital industrial, agrario o comercial. La conclusión que se deriva de esta interpretación es que el gabinete de Fernández representaría los intereses de la banca acreedora y de los fondos de inversión internacionales, en tanto que los opositores expresarían los intereses de la burguesía nacional. El pago a rajatablas de la deuda externa habría dejado de beneficiar al conjunto de los capitalistas, porque ya no provoca un ingreso masivo de capital extranjero. Esta divisoria de aguas se refleja en que el FMI responsabiliza a la reducción de los aportes patronales a las Cajas por el creciente déficit fiscal, en tanto que la UIA y la Sociedad Rural lo atribuyen a la caída económica provocada por una ‘excesiva’ carga de impuestos.


Una interpretación más ‘esperanzada’ asegura que Argentina se habría convertido al ‘modelo italiano’, donde la prosperidad económica coexistiría pacíficamente con una suerte de crisis política crónica. La ironía de esta tesis es que, desde hace un año, Italia ha conseguido una cierta estabilidad política, paralelamente a un creciente retroceso económico.


La única verdad


Como fue señalado en el número anterior de PO, la razón de la suba de los títulos de la deuda externa es que se encuentra en marcha una negociación para cancelar anticipadamente esos títulos con dinero proveniente de una nueva emisión de bonos a plazos superiores y a tasas de interés mayores. Los títulos en circulación se comprarían anticipadamente a un precio más alto del que cotizan en la actualidad, lo que explica que suban tan apresuradamente. Este punto ha suscitado, precisamente, un enfrentamiento en el congreso de Brasil, ya que un fuerte bloque exige que esa operación también planteada allí, se haga a cambio de un fuerte descuento en el valor de los bonos. Más allá de que el alargamiento de los plazos del pago de la deuda externa es muy gravoso para Argentina, la renegociación presenta el ‘aliciente’ adicional de que liberaría 5.000 millones de dólares que Argentina tiene depositados en Nueva York en concepto de garantía por los bonos Brady, para ser aplicado al pago de intereses de la deuda y a sortear el peligro de una cesación de pagos.


El negociado en vista es tan ‘interesante’ que ha desatado una fuerte acción especulativa de parte de los bancos acreedores. Concretamente, están vendiendo a crédito los títulos que tienen en su poder y, de este modo, incorporando más mercado y más dinero a la suba especulativa de estos bonos. Obtienen así beneficios extraordinarios que se derivan del mayor valor de los títulos que siguen conservando en su poder; de la venta masiva de títulos a un precio superior al que los compraron; y de los intereses que cobran por los créditos que otorgan. Los compradores pretenden, naturalmente, pagar las deudas que contraen con los bancos con el producido de una suba ulterior de esos mismos bonos (The Financial Times, 16/9; Graziano, en Ambito, 16/9).


Aunque titula “Plan de alivio de deuda que sirve a Argentina”, Ambito reconoce (11/9) que “Naturalmente estos nuevos compromisos suelen pactarse a costos más elevados para los deudores…” México, Brasil y Argentina se encuentran embarcados al presente en esta ‘reestructuración’ que deberá afianzar el hipotecamiento del país, hacerlo más gravoso y prolongarlo a todo el próximo siglo.


Sin embargo…


Entonces: ¿La aventura continúa?


“Imagínense la frustración de los supervisores financieros, reflexiona el especialista del International Herald Tribune (26/8). Ven que los problemas se vienen, pero no tienen el poder para prevenir que los inversores se comprometan en prácticas que van a ser perjudiciales para su bienestar” (sic).


Lo lleva a esto el último informe del Banco Internacional de Basilea (el banco central de los bancos centrales), que dice que la deuda externa neta de los países en desarrollo se incrementó en 20 mil millones de dólares entre marzo y junio pasados, lo que da un total neto de 37 mil millones para todo el primer semestre de 1996. En contraste con esto, el endeudamiento neto de todo el ‘bullicioso’ año 1994, fue de 30 mil millones de dólares.


Son varias cosas las que le preocupan al Banco. Una, que el incremento se concentra en América Latina. Dos, que Argentina, México y Brasil tienen el 90% de toda la deuda latinoamericana. Tres, que los créditos “no están exentos de riesgos” (sic). El informe dice que el aflojamiento en la evaluación de los riesgos, que el Banco de Inglaterra había ya observado para el caso de los préstamos bancarios sindicados, “se ha extendido al mercado de títulos”. Pero lo que le preocupa más todavía es que los últimos préstamos se hubieran obtenido en monedas europeas, porque esto pone a los países deudores en una situación muy vulnerable frente a las perspectivas de devaluación del dólar. En Argentina, en cambio, todos los consultores ‘menemianos’ elogiaron al gobierno por haber colocado títulos de deuda en marcos alemanes.


El ‘riesgo’ al que se refiere el Banco de Basilea son los déficits fiscales crecientes de Brasil y Argentina; la perspectiva de crisis bancarias en México, Argentina y Brasil como consecuencia de los elevados créditos en mora que tienen los bancos; por fin, la cada vez mayor movilización popular contra las políticas de superexplotación y entrega de los gobiernos capitalistas. Las evidencias cada vez más claras del crecimiento de las deudas impagas de los consumidores norteamericanos con los bancos de  ese país, redondean un cuadro de estallido financiero en potencia, que condiciona toda la evolución social y política del mundo capitalista.