La encrucijada del combate urbano

“Una victoria militar de Israel sobre Hamas es imposible”, asegura la revista británica Jane’s, especializada en cuestiones de defensa. Su columnista David Hartwell, un militar experto en Medio Oriente, agrega: “Israel deberá mostrar rápidamente resultados tangibles para justificar ante la opinión pública el costo en vidas humanas y en dinero”.

Según ese análisis, el sionismo “se encuentra en la dramática encrucijada de no poder perpetuar su presencia para no someterse a un desgastante combate urbano ni retirarse rápidamente sin haber destruido por completo la infraestructura militar de Hamas” (La Nación, 6/1).

Sin embargo, el primer ministro Ehud Olmert y el ministro de Defensa, Ehud Barak, advirtieron que su presencia militar en Gaza “durará el tiempo que sea necesario” y que serán necesarios “sacrificios”, o sea que no piensan salir hasta que no quede piedra sobre piedra.

“El síndrome libanés desvela a nuestros dirigentes militares y políticos”, declaró Matti Steinberg, ex analista del Shin Bet, el servicio de espionaje del Estado sionista (ídem), en referencia al fracaso de las fuerzas israelíes frente a la guerrilla de Hezbollah en 2006.
Desalojar a la guerrilla de la ciudad de Gaza “puede llevar mucho tiempo, pues será necesario operar manzana por manzana y casa por casa” (ídem). Todos los expertos consideran que constituye un objetivo imposible destruir la capacidad operacional de Hamas, aunque se lograra ocupar la Franja.

Por supuesto, la cuestión militar no puede analizarse independientemente del aspecto político de la guerra. Todos los expertos coinciden en señalar que la situación interna del Estado sionista -y de otros muchos Estados- difícilmente podrá soportar operaciones militares que demanden más de cierto tiempo, más de cierto número de bajas y masacres más horrendas.
De ahí que resulta clave redoblar la movilización en todos los países contra la barbarie sionista, aislarla, contribuir a su desmoralización. Ese será el mejor aporte de los luchadores populares a la resistencia palestina contra el invasor.

Alejandro Guerrero