Políticas

27/3/1997|532

La entrega de Eseba

Eseba es la primera gran privatización resuelta por el duhaldismo, y entrega a los pulpos un negocio estratégico y de características fabulosas. Eseba abastece a un mercado cautivo de 1,3 millón de clientes, factura 800 millones de pesos anuales y posee 8 centrales de generación, entre ellas la Central Piedrabuena —una de las de más alta potencia del país. Se estima que será vendida en 1.000 millones de pesos, una cifra que no cubre siquiera los activos físicos —la Central Piedrabuena costó, por sí sola, 1.300 millones.


La privatización incluye un ‘facturazo’. Según los pliegos de venta, la tarifa residencial crecerá un 14% de aquí hasta el año 2002, y  las nuevas conexiones tendrán incrementos de entre 455 y 813 por ciento, todo esto sin exigencias de inversión. La facturación, además, puede crecer un 30 % en pocos meses “sólo bajando los colgados a la red y los morosos” (Clarín, 22/3), y el  gobierno se compromete a cesantear 1.176 trabajadores antes de entregar Eseba  —luego de haber cesanteado a otros 2.500 en los últimos tres años. Duhalde absorbió a través de Eseba a sociedades y cooperativas eléctricas del interior provincias, con lo que asegura a los privados un control monopólico de la distribución de energía, uno de los rubros más rentables del negocio eléctrico.


Semejante ‘negocio’ no se diferencia en nada de las privatizaciones fraudulentas del menemismo (que Duhalde impulsó en primera línea, como vicepresidente y cabeza del Senado), y le seguirán otros. Duhalde ha anunciado la venta inminente de la empresa de aguas (Osba),  en una lista en la que figuran puertos, casinos y otros emprendimientos en manos del Estado. El “gobernador del pueblo” no duda en llevar a remate todos los activos públicos de la provincia,  porque los grupos privados que se harán cargo de la luz, el agua u otros servicios están atados por múltiples lazos de financiamiento al Banco Provincia, la cabeza del “holding” financiero que compite con el resto de los pulpos bancarios.


A la luz de todo esto resulta claro que hay que enfrentar la privatización de ESEBA, lo que significa desconocer la deuda de la empresa transferida al Estado (Piedrabuena), a sus responsables, enjuiciar al Ejecutivo por truchar el presupuesto provincial, reincorporar hasta el último trabajador, organizar el control obrero.