La fórmula de Edesur
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El culebrón de la interna justicialista ha ganado un nuevo episodio. Duhalde y Palito acaban de resolver presentar una candidatura común que da vuelta por completo dos años de rivalidades azuzadas por Menem. Según los diarios, el giro lo produjo el tucumano-miamies despechado por los desplantes de su ex tutor. Pero esto no explica qué indujo a Duhalde a aceptar el enroque si ya Ortega estaba desahuciado por el menemismo. Algunas informaciones dicen que los casamenteros que juntaron a la nueva pareja fueron los gobernadores de Mendoza y Entre Ríos, Lafalla y Busti, pero no se conoce todavía la posición del resto de los gobernadores peronistas. Ortega dio para justificar su paso una razón de peso; sólo juntos podría el peronismo ganarle a la Alianza. ¿Incluso, nos preguntamos, si Menem les hiciera la contra, o creen que se lo ganarán para la nueva fórmula? ¿Ha concluido con este acuerdo la crisis del peronismo?
El manifiesto despliegue de los apetitos personales no deja ver a la opinión pública el fondo real de las intrigas dentro del peronismo, que no es otro que la crisis económica y la total impasse del régimen menemiano que todos se juran continuar. Con una fuerte recesión económica desde junio pasado; con la industria automotriz parada y los precios de las exportaciones de materias primas que caen en picada; con el aumento de los morosos en las cuentas de los bancos; con vencimientos de deuda externa privada que no se podrían cancelar; con el Mercosur y la relación con Brasil en estado de coma; con todo esto de fondo, los grandes grupos capitalistas se encuentran divididos acerca del camino a seguir y temen que se declare una bancarrota generalizada ante el inevitable agravamiento de la crisis brasileña. El resultado de semejante perspectiva sería que la movilización popular y la crisis política pegarían un enorme salto. Si es verdad, como se dice, que Alfonsín renunció a cualquier responsabilidad en la Alianza porque no quiere que mezclen su nombre en un replay de la híper del ‘89, Menem tendría que poner sus barbas en remojo.
¿Cuál es la fórmula de candidatos que mejor ofrecería una posibilidad de salida para la burguesía en estas circunstancias? Es la tarea en la que se afana Cavallo, que va de la Alianza a Duhalde y viceversa; reparte a diestra y siniestra su repertorio de soluciones; busca apoyo internacional; y espera que le tiren la Jefatura de la Capital o alguna forma de reingreso a la política. Las promesas esponsales de Duhalde-Palito tienen todos los trazos de una operación cavallista. Hay que pararle la mano a la dolarización de Menem; enfrentar la falta de apoyo de la que se queja la industria; salir del inmovilismo económico actual y salir al rescate de la burguesía con toda la batería de subsidios posible, sin excluir una devaluación consensuada con Brasil. La propuesta de Cavallo de marchar a un régimen monetario común del Mercosur, exigiría previamente que el peso se resarza de la reciente devaluación del real.
Pero por ahora el operativo Duhalde-Palito no pasa de una maniobra. En la Provincia de Buenos Aires, las divisiones son mayores que nunca y Menem podría instrumentarlas para enfrentar a Duhalde. El ‘lobby’ de negocios con el Mercosur acaba de lanzar a Frigeri para candidato a la Gobernación, en oposición al pollito de Duhalde, o sea Ruckauf.
Los que esperaban que Duhalde fuera una reversión del menemismo y retornara a la justicia social se deben haber llevado un chasco. Hace diez días, algunos nacionalistas, como el petepista Fermín Chávez y el ‘progresista’ Javier Villanueva, firmaron una solicitada de apoyo a Cafiero, junto a la Decibe, Di Tella y Erman González. Hay que ser nacionalista burgués para ganarle en veleidad a una modelo.
Frente a todos estos desvaríos patronales, el MTA, que cobijó fuertes ilusiones con Duhalde, está en absoluto silencio; pretende que la clase obrera mire pasar la crisis mientras la ola de suspensiones y despidos crece. El CTA ya dice abiertamente que la Alianza no dará soluciones, pero promete el escarmiento para después que le gane al PJ con el apoyo, claro, del CTA.
Cada fase de la crisis delata la completa incompetencia de la burguesía nacional. El caso Edesur ha venido como anillo al dedo para ilustrarlo, porque la única razón por la que el gobierno no intervino al pulpo eléctrico mientras medio millón de personas pasaban diez tórridos días sin luz, fue el temor a voltear con un suspiro todo el esquema de las privatizaciones y de la flexibilidad laboral.
El país empezará a conocer ahora la estrecha relación que existe entre la política antilaboral, por un lado, y la caída del avión de Austral, el apagón de Edesur y los periódicos apagones de Edenor, el clima asfixiante de los subtes, la contaminación de las grandes ciudades, los incendios de la Patagonia, las inundaciones en Buenos Aires, la falta de control de calidad de productos y alimentos; en suma, la tortura cotidiana de la mayoría del país.