Políticas

22/6/2022|1647

La fórmula del PTS, electoralismo de espalda a las luchas

El votante, un nuevo sujeto histórico

El congreso proclamó a Bregman y Vilca como candidatos al 2023

El Congreso del PTS culminó con la proclamación de Myriam Bregman y Alejandro Vilca como candidatos al 2023. Más que un congreso, se trató entonces de una conferencia electoral. Para el PTS, el 2022 es el año que transcurre entre las elecciones de 2021 y las de 2023, y las tareas políticas están determinadas no por la lucha de clases, sino por este calendario.

En efecto, el comunicado de cierre del congreso anuncia que “en el segundo cordón de la provincia de Buenos Aires, en lugares como La Matanza, el Frente de Izquierda Unidad realizó una histórica elección en noviembre pasado, superando en varias localidades el 10% de los votos”, para concluir: “el PTS resolvió profundizar el trabajo del partido, abriendo decenas de casas culturales socialistas en distintas localidades del Gran Buenos Aires, donde se desarrollen las asambleas abiertas del PTS”. O sea, la cuestión consiste en apoyarse en los votantes de 2021 para desarrollar asambleas con el objetivo de agrupar fuerzas para las candidaturas de 2023. Lo interesante de esta resolución es que claramente ese crecimiento excepcional que se dio en algunos distritos de la provincia de Buenos Aires tuvo un gran impulso con las miles de personas organizadas con el Polo Obrero, que hicieron como nunca antes una intensa campaña electoral, saltando de la lucha reivindicativa a la política y rompiendo con un voto tradicional al PJ. De todo este proceso, el PTS permaneció ausente hasta ahora.

Proclamación internista

La proclamación de la nómina completa de candidatos excluyó al resto del FIT-U. Es, entonces, una proclamación internista -o sea, no para luchar contra los partidos de la burguesía, sino para copar los lugares del Frente de Izquierda. Por la vía electoral, el PTS quiere resolver una crisis que estuvo presente en su congreso, referida al retroceso en el desarrollo y la movilización de su propio partido, algo que contrasta a ojos vista con lo que sucede con el PO. Pero, en vez de encarar en serio un debate y superar sus propios límites, la dirección del PTS le prende una vela al calendario electoral para salir de un impasse. En sus cálculos, un éxito electoral relativo dentro del FIT-U mostraría la validez de su estrategia electoralista.

La propuesta de una fórmula electoral del PTS se produce en el momento mismo en que todo el arco patronal está en una pulseada contra el movimiento piquetero para quebrar su lucha, pulseada que se plasma en un intenso ataque al Partido Obrero y sus voceros públicos, que ha tomado la forma del ataque al financiamiento (votado en cada asamblea) de las organizaciones piqueteras independientes. Los candidatos del PTS se callaron la boca sobre estos ataques, que incluyen intentos de criminalizar la lucha mediante causas penales. El PTS no se ha hecho cargo de esos ataques porque mira desde afuera la lucha que se está librando. Sabe que no es contra él y no quiere confundir al electorado kirchnerista, mucho menos cuando los ataques contra el movimiento piquetero provienen desde la propia Cristina.

Este método es contrario a construir un partido de clase, y menos un partido de combate. Los cuadros de un partido revolucionario se forjan en la lucha de clases, en los triunfos y las derrotas. La cultura socialista que pregonan impulsar, que no enseña a ir a los piquetes y las huelgas, es verso, se acerca más al “socialismo” de la etapa de degeneración de la II Internacional que al bolchevismo. Más cerca en el tiempo, la dirección del PTS parece inspirarse en el manual de organización de Nahuel Moreno, quien también quería abrir locales socialistas a principios de los ’80 para replicar en nuestras pampas la experiencia del PS francés con la presidencia de Mitterrand o en el partido “centrista de izquierda legal”, encabezado por Coral en los ’70.

Por otro lado, no hay apoyo al movimiento piquetero sin apoyar el reclamo que impulsan esas movilizaciones: la apertura de todos los programas sociales -o sea, un seguro universal al desocupado. El PTS contrapone a este programa la reducción de la jornada laboral a 6 horas que, en países atrasados como el nuestro, sin industria desarrollada y con una pauperización laboral elevada resulta pura propaganda, en lugar de una salida concreta a la crisis planteada de hambre y desocupación.

Orientación electoralista

La designación de Bregman como candidata es especialmente funcional a esta política porque se destaca por su ausencia de todas las masivas movilizaciones, acampes, cortes, etc. Esta ausencia programada de la ahora candidata presidencial y diputada nacional es parte de un cálculo electoral, de adaptación al ataque sistemático de los medios a la lucha. Por otro lado, mientras el kirchnerismo está en una cruzada contra la lucha de los desocupados, Bregman no deja pasar ocasión de adaptar sus intervenciones al oído K y de sus medios de comunicación. Incluso en el terreno parlamentario, donde los voceros del oficialismo destacaron toda su intervención contra la boleta única de papel solo centrada en atacar al macrismo y sin atacar la boleta partidaria con la que nos han robado sistemáticamente todos los partidos del sistema, empezando por el peronismo.

Esta orientación electoralista tiene su expresión, por último, en un desprecio del trabajo sindical. Nuestra apuesta para que emerja la clase obrera en la situación política, superando a la burocracia e imponiendo un paro nacional, está inscripta en la enorme crisis y en las grandes huelgas como la del Sutna, los docentes de San Juan o La Rioja, o los metalúrgicos de Río Grande. Pero esta perspectiva debe ser preparada gremio por gremio, con una política de frente único y de organización por los reclamos, mediante las agrupaciones y especialmente la defensa de los sindicatos, seccionales y cuerpos de delegados recuperados de manos de la burocracia. El PTS, en cambio, se dedica a hostilizar a las direcciones combativas desde una perspectiva “basista” y, en el fondo, a reducir su actividad en el movimiento obrero a ser un punto de apoyo de esta campaña electoral permanente. Esta estrategia los dejó totalmente afuera de la elección última de 50 delegados del Sutna, entre los cuales los trabajadores no eligieron a ninguno del PTS.

El XXVIII Congreso del PO

El Partido Obrero, en cambio, votó una campaña por una salida obrera a la crisis y por construir un movimiento popular bajo banderas socialistas. La consigna de nuestro congreso apunta a conquistar, para una salida obrera a la crisis, a las clases oprimidas de la sociedad, frente al agotamiento histórico del peronismo como movimiento popular. La base para plantearnos esta consigna es que nuestra militancia organiza los barrios de todo el país en la lucha por sus reclamos, contra los aparatos del gobierno y sus punteros. La respuesta del PTS nos acusa de que el PO va a un frente con sectores de centroizquierda, algo que nadie podría remotamente creer. Es un recurso clásico, que consiste en cubrirse de una adaptación de integración al régimen mediante críticas por izquierda a otras corrientes.

Se trata de dos orientaciones divergentes para la izquierda.