La función antisocial de los medios capitalistas de prensa
A propósito del ‘Caso La Prensa” y la movilización del 26/9
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Uno de los mitos que circulan con mayor insistencia, es que en el mundo ‘globalizado’, le cabe un papel determinante a la ‘ética periodística’ en el ‘hecho comunicacional’’, es decir, a la observancia, por parte del comunicador social, de una conducta ‘responsable’. Sobre esto, la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) ha hecho toda una profesión de fe.
Esta conducta ‘responsable’ estaría dada, según sus difusores, por el ‘compromiso’ del periodista con el contexto social en el que le toca vivir. El periodista individual, y no la empresa-medio de comunicación en la cual trabaja, sería de esta manera, el responsable de la información que se le brinda al público lector, televidente o radio escucha.
Tanto énfasis en el problema ético encubre, sin embargo, la falsa premisa de la cual se parte: lejos de cumplir una función social, los medios de comunicación capitalista cumplen un papel eminentemente antisocial, porque son encubridores ideológicos de la realidad social de clases enfrentadas. Su función antisocial está dada porque, objetivamente, como empresas periodísticas capitalistas, apuntan a contener y desviar el desarrollo de una conciencia de la situación real por parte de los trabajadores.
Está claro que ningún periodista individual podría modificar esta realidad por sí mismo a partir de su propia “ética”, y, por lo tanto, insistir en este aspecto sólo sirve para justificar a las patronales que mandan al frente al periodista individual, para que éste responda con su responsabilidad civil y penal los cargos por ‘injurias’ y ‘calumnias’, cuando se produce algún roce con funcionarios o autoridades del gobierno. Mientras los periodistas son condenados a penas de prisión y deben responder con su patrimonio personal y el de su familia el resarcimiento indemnizatorio, por haber afectado el 'buen nombre y honor’ de algún delincuente de guante blanco, la patronal del medio de comunicación del periodista que se trate, se cubre con el halo de prensa opositora, forrándose de guita los bolsillos.
Ocultamiento y tergiversación
Existe una ley de hierro entre los medios de comunicación: “entre bueyes no hay cornadas”. Los medios de prensa no son la única corporación capitalista que aplica este principio, pero sí, en todo caso, la que lo lleva más lejos; precisamente, por ese carácter ideológico que reviste la ‘información’.
Es prácticamente imposible que un medio de prensa refléje el conflicto que trabajadores de prensa de otro medio sostienen con su patronal. La información es celosamente ocultada, encajonada y si por esas circunstancias, la movilización y denuncia de los trabajadores adquiere una envergadura tal que rompe el bloqueo informativo, la información saldrá inevitablemente parcializada y tergiversada, al gusto del paladar patronal.
El martes 24 de, setiembre me tocó vivir en lo personal un bloqueo informativo alevoso. En la sala de periodistas de la Convención Estatuyente, junto con un grupo de compañeros de la Comisión de Solidaridad y el secretario gremial de la UTPBA, Daniel Terreno, ofrecimos una conferencia de prensa para denunciar la persecución penal que ya se ha popularizado en el gremio como “El caso La Prensa” (a la cual se acercaron con su apoyo estatuyentes de todos los bloques opositores: Eduardo Jozami, Angel Bruno, Delia Bisuti, Carlos Oviedo, Mabel Piñeyro del Frepaso; Enrique Rodríguez y Antonio Elio Brailovsky de Nueva Dirigencia, Martín Hourest, Silvia Collins y Osvaldo Riopedre de la UCR).
Los compañeros de prensa acreditados en dicho lugar, también estuvieron presentes en la conferencia de prensa: de La Nación, Clarín,DyN, Télam, Canal 9, Ambito Financiero, Radio
Municipal, FM Latinoamericana y Página 12. La cobertura periodística, sin ninguna duda, existió.
Sin embargo, salvo el caso de las radios, la información no salió por ningún otro medio. En el caso de Canal 9, el reportaje que nos hicieron a Jozami, a Juan Carlos Capurro y a mí, no se emitió por el noticiero del canal.
Está claro que la transparencia informativa del ‘opositor’ Clarín se enturbia cuando aparece la verdadera lucha sindical, porque tampoco publicó nada sobre la conferencia de prensa que dimos el martes 24 en la Estatuyente.
El pulpo periodístico más importante del país acaba de ganarle —gracias a esta justicia mene- mista a la cual ‘critica’— un juicio de desafuero a uno de mis abogados, Pablo Llonto, quien se desempeñaba como secretario general de la interna del diario propiedad de la viuda de Noble. Fue alevoso observar cómo una de las empresas de este multimedio, Canal 13, al informar sobre la concentración del jueves 26 en Plaza de Mayo omitió de manera indisimulada enfocar, con sus cámaras, a la columna —por lejos— más nutrida y bulliciosa de la izquierda, la del Partido Obrero, para mostrarla únicamente —a la manera de los servicios de Corach— en el momento en que inevitablemente se producen empujones al desconcentrar una marea humana de cien mil personas, mientras un ‘ético’ periodista del canal gritaba histérico: “Los del Partido Obrero se pelean entre ellos. No se puede creer”.
Lo que se puede entender, sí, perfectamente, es la perfidia mercenaria de los medios de comunicación capitalista. Para ellos somos los enemigos políticos a vencer, porque somos los únicos que proponemos una salida obrera a la crisis. Esto resalta aún más la importancia de nuestra Prensa Obrera, y la necesidad de pegar un salto político que nos transforme en el Partido Obrero de masas que los trabajadores necesitamos.