Políticas

1/6/2019

La fusión Fiat – Renault

El anuncio de una propuesta del grupo automotriz ítalo yanqui Fiat-Chrysler a la francesa Renault, para proceder a una fusión empresaria, ha generado gran revuelo en los medios económicos y en los mercados, con subas en la cotización accionaria de ambas. 


Se trata de una medida defensiva de parte estos pulpos, ante la caída de las ventas en los principales mercados automotrices del planeta (Estados Unidos, Europa y China). Según sus promotores, les permitirá ahorrarse nada menos que 5.600 millones de dólares, para de esa forma ganar terreno sobre sus competidores y acortar la distancia que le llevan Toyota y Volkswagen.


Como sucede con todos estos tipos de fusiones, ese ahorro no proviene solo de la eliminación de superposición de áreas entre empresas sino principalmente de la reducción de personal, reubicación de producción y el establecimiento de una “racionalización productiva”, es decir de imponer cláusulas de flexibilización laboral. Es por esto que, si bien el avance en la fusión tendría el visto bueno del gobierno francés (uno de los principales accionistas de Renault) y de viceprimer ministro italiano, Salvini, ambos han puesto el alerta en preservar la mano de obra que estas automotrices tienen en sus países, ante el temor a una reacción obrera. Otro adelanto de lo que se viene es la decisión se la planta que Renault tiene en Córdoba de imponer una reducción de la jornada de trabajo a todos sus obreros para achicar un 30% del salario.


Las fusiones son un proceso que comúnmente suele llevar meses, sobre todo en empresas de esta escala, por lo cual la conjunción puede verse seriamente empantanada por los vaivenes de la guerra comercial internacional. Se cuelan aquí, además de las disputas entre EEUU y la Unión Europea y de las rivalidades dentro de la UE entre Francia e Italia, los conflictos que llevaron a un impasse la alianza de Renault con las japonesas Nissan y Mitsubishi. De reacción a la crisis de sobreproducción, la fusión puede pasar a mejor vida por los propios choques que genera la bancarrota capitalista. Ello porque las fusiones de empresas son una herramienta para liquidar capital sobrante, que no puede realizar sus ganancias como requiere en un mercado en contracción.


Tanto Renault como Fiat tienen plantas automotrices en Argentina, en la Provincia de Córdoba, con 3.000 y 2.500 empleados cada una. Los trabajadores deben recibir esta noticia en alerta, más aún ante la reducción salarial mencionada en la planta de Renault de Santa Isabel, luego de suspender la fabricación de camionetas pick-up que había anunciado. Los cálculos acerca de que dicha fusión, de concretarse, tardaría tres años en expresarse en nuestro país, solo apuntan a desarmar a los obreros ante los ajustes patronales que se desprenderán de esta alianza. En una industria duramente golpeada por la recesión, incluso agravada por el retroceso de Brasil que es principal importador de la producción de autos de Argentina, es necesario discutir esta situación para organizar las fábricas en defensa de los puestos de trabajo y del convenio colectivo de trabajo. 


Esta orientación implica un rumbo opuesto al seguido por la burocracia del SMATA. En los últimos años, el sindicato pactó con las distintas patronales -con la excusa de promover inversiones que nunca llegaron- ataques al convenio y suspensiones masivas con recorte salarial en casi todas las empresas que producen en el país: General Motors, Honda, Volkswagen, Peugeot, Renault, Ford, y el cierre de otras menores como Tractores Agco y de decenas de autopartistas. En marzo de 2017, una asamblea de 800 obreros de General Motors Santa Fe votó movilizar a las puertas del SMATA que venía de acordar 350 suspensiones, en una muestra de la bronca que anida entre los trabajadores por la entrega de la burocracia. Luego de estas experiencias, es claro que la política del gremio lleva a la derrota al movimiento obrero metalmecánico. 


Se vuelve a revelar como una necesidad la estructuración de una agrupación clasista en las fábricas automotrices, que dé la pelea por recuperar el método de las asambleas y los plenarios de delegados, por recuperar el sindicato para los trabajadores y para organizar la lucha en defensa del trabajo.