Políticas

29/3/2023

La Gendarmería en la provincia de Buenos Aires: una fórmula represiva, repetida y encubridora

Gendarmería.

La instalación de bases de la Gendarmería en La Plata, La Matanza, Pilar, Avellaneda y Tigre, y los 1.000 gendarmes que se destinarían a la provincia de Buenos Aires, retoma una ya fracasada política de los “nacionales y populares”, al mismo tiempo que avivó la interna en los aparatos de seguridad y el peronismo bonaerense.

Sergio Berni, tocado por el aparato de seguridad paralelo que quiere armar el gobierno nacional en la provincia de Buenos Aires, salió a reivindicar el “Operativo Centinela” que puso en práctica él mismo como secretario de Seguridad de Cristina Kirchner. En ese entonces, fue la actual vicepresidenta la que dispuso el envío de 4.000 gendarmes a los “barrios calientes” de la provincia. Berni no lo aclara, pero estos operativos con las fuerzas de seguridad de la nación no movieron el amperímetro ni impidieron el crecimiento del delito organizado y de las bandas de narcotraficantes en la principal provincia argentina. Operaron, con los resultados a la vista, como pantalla de la consolidación del negocio narco y otros ilícitos. Kicillof, en esta oportunidad, le reprochó a Aníbal Fernández el haberse enterado de los anuncios por los diarios y el ministro de Seguridad de Alberto Fernández le retrucó que no iba a dar explicación alguna.

Ni lerdo ni perezoso, el gobernador de la provincia aprovechó el enfrentamiento verbal con Aníbal Fernández para insistir en que la provincia de Buenos Aires necesita 6.000 gendarmes, y que a la fecha el gobierno nacional no envío uno solo de los mil efectivos anunciados. Doblando la apuesta, el dúo Kicillof-Berni postula el reforzamiento del aparato represivo como uno de los ejes derechistas elegidos para la campaña reeleccionista.

El plato recalentado del desembarco de la Gendarmería, y del despliegue de bases en cinco de los distritos más populosos de la provincia de Buenos Aires, es un capítulo también de la descomposición de las llamadas fuerzas de seguridad. Kicillof cuida a Berni y lo mantiene en el gabinete contra viento y marea. Berni protege, a su vez, los negocios sucios de la Bonaerense y a sus cúpulas podridas y corruptas. Una mano lava la otra. La llegada de la Gendarmería a la provincia amenaza con desatar otra guerra de aparatos entre la Bonaerense y la Federal, que se disputan “kioskos”, retornos, y los beneficios millonarios asociados al accionar de las megabandas que actúan con protección, armas e inteligencia policial.

Las fronteras, que son el “ámbito” de actuación de la Gendarmería, son por otra parte el colador por donde entra y sale la materia prima para elaborar las drogas duras, y el narcotráfico a escalas millonarias. Los choques por el control policial del territorio desgranan al Frente de Todos. A las acusaciones de Kicillof contra Aníbal Fernández, -achacándole que el gobierno nacional no dice cómo, cuándo ni adónde irán los gendarmes- el ministro de Seguridad nacional le respondió que el pedido de desembarco de los gendarmes vino del riñón del gobierno provincial. Sin mencionarlo, aludió al jefe de Gabinete bonaerense y rival de Kicillof, Martín Insaurralde.

El mapa de zonas calientes elaborado por Aníbal Fernández para la capital de la provincia -donde serían 300 los gendarmes desplegados- tiene por ejemplo a los asentamientos más precarios de La Plata, entre estos la megatoma de Los Hornos, donde viven miles de platenses sin servicios y abandonados a su suerte y a merced de punteros y narcos. La presencia de las fuerzas de seguridad en los barrios tiene la misma intencionalidad que la presencia de la Bonaerense, intimidar y perseguir a la juventud mientras crecen los casos de gatillo fácil. La militarización de los barrios no tiene como blanco a los bunkers narcos sino a los trabajadores que reclaman por trabajo, salario, vivienda, agua y luz.

El ajuste fondomonetarista y la represión van de la mano. La defensa del pueblo trabajador frente a los narcocriminales no va a venir de la mano de la Gendarmería, ni de la Federal o la Bonaerense, como lo prueban las denuncias permanentes de convivencia mafiosa entre estas fuerzas y quienes delinquen. Menos aún del Ejército, al que el peronismo quiere blanquear con “tareas sociales”, que son la punta del iceberg de la militarización. Allí donde se enfrentó a los narcos, esto fue el resultado de la acción popular y la organización de los vecinos, como ocurriera recientemente en Villa Celina, La Matanza.

Fuera los narcos de los barrios. Investigación independiente de todos los vínculos entre las fuerzas policiales, la Justicia y los punteros patronales con las bandas que controlan el narcotráfico. Urbanización de los barrios populares. Que se abran los libros de las comisarías y dependencias policiales de todas las fuerzas. Desmantelamiento del aparato represivo. La descomposición que reina en los aparatos represivos es la expresión más aguda de la descomposición a la cual ha arribado el Estado capitalista y del desastre social al cual nos están arrastrando a todos los trabajadores. La salida es terminar con los gobiernos que vienen defendiendo a ultranza este régimen podrido.

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