Políticas

23/3/2022

La Hidrovía como botín de la guerra comercial: se cayó la licitación

La licitación corta volvió al punto de inicio por lobbys capitalistas de las que habían quedado afuera.

Foto: Página 12.

La Administración General de Puertos finalmente anuló la licitación corta que iba a definir cuál de las empresas postuladas se haría cargo por nueve meses del dragado de la Hidrovía Paraguay-Paraná. Solo quedaba en carrera la multinacional belga Jan de Nul, que había estado al frente de la concesión desde 1995, con lo que los grupos descalificados realizaron un fuerte lobby para volver a foja cero. Si bien era una concesión temporal, oscurece el panorama de cara a lo que se viene.

El reclamo de anulación provino de dos consorcios que habían quedado afuera de la compulsa: el que conforma la danesa Rohde Nielsen en asociación con la argentina Emepa y el que nuclea a la china CCCC Shanghai Dredging, a la belga Dredging International y a la argentina Servimagnus. Se trata de una disputa entre pulpos capitalistas que buscan, no solo hacerse de un presupuesto estatal de USD 97 millones para la realización de obras de dragado, sino del dominio de una ruta fluvial que concentra el 90% del tráfico de contenedores y por la cual transita el 75% de las exportaciones agropecuarias (Letra P, 18/3). Es entonces un corredor estratégico.

Este recule hay que entenderlo en el marco de los choques entre potencias que se derivan de la guerra comercial. Ante las advertencias que bajaron desde Estados Unidos, el gobierno había postergado la licitación de la vía navegable y desdoblado en una concesión corta para zafar, prometiendo que la “licitación larga” quedaría bajo la órbita de la OCDE. Pero como a la par de ceder a un cogobierno con el FMI busca estrechar relaciones comerciales con China ante la necesidad de financiamiento, Alberto Fernández firmó recientemente en Pekín el ingreso de Argentina a la Nueva Ruta de la Seda, una iniciativa del gigante asiático en la cual copa infraestructura clave en el marco de acuerdos de inversiones para garantizarse abastecimiento de materias primas y colocar sus capitales.

Los pulpos chinos agroindustriales como Cofco y Syngenta ya concentran buena parte del complejo sojero en suelo criollo, disputando a grandes empresas yanquis como Bayer-Monsanto, Cargill o Bunge. Ahora los capitales asiáticos van por el negocio de la ruta fluvial a través de CCC Shanghai Dredging, compañía que objetó el trámite licitatorio mediante carta al ministro de Transporte Alexis Guerrera. Como vemos, el acuerdo arribado entre Alberto Fernández y Xi Jimping también es de subordinación colonial.

Más que una vía hacia una mayor independencia del Fondo y Estados Unidos, la venta de soja a china aparece como la apuesta principal para recaudar dólar y pagar la deuda. La contienda en curso, entonces, es una expresión más de la guerra comercial entre las grandes potencias, en la cual Argentina ocupa el lugar de rehén, con una economía primarizada y dependiente de las exportaciones de granos.

Lo cierto es que el control privado del comercio exterior en su conjunto ha sido la piedra basal de todo un régimen de saqueo, signado por la fuga de capitales, e incluso el contrabando y la evasión impositiva. La Hidrovía litoraleña, particularmente, fue epicentro de todas esas prácticas. El gobierno había deslizado la posibilidad de estatizarla al vencerse el contrato, pero rápidamente desairó a los sectores oficialistas que se habían entusiasmado con la promesa y convocó a nueva licitación, a la cual se postularon incluso quienes estuvieron al frente de la misma durante 25 años -Jan de Nul junto a Emepa, en aquel entonces asociados. Finalmente todo se empantanó en un fuego cruzado.

Solo nacionalizando bajo control obrero el comercio exterior -incluyendo los puertos, la ruta fluvial, la flota mercante, los conglomerados exportadores, etc.- podremos abrir un rumbo emancipatorio para la nación, centrado en resolver las necesidades populares.