Políticas

24/2/1994|412

La hipocresía patronal al desnudo

El único propósito que persigue la “flexibilización” laboral es provocar una verdadera “explosión” de los beneficios patronales.


Todos los “argumentos” patronales —acerca del “elevado costo laboral”, la necesidad de “aumentar la competitividad”, la supuesta “baja productividad” del trabajador argentino, la “creación de nuevos empleos”, etc.— son un puro verso … como lo demuestran las propias estadísticas que manejan los capitalistas.


“Costo laboral”


Según cifras de la propia UIA —reproducidas en Clarín, 13/2— el salario industrial horario medio argentino, medido en dólares, es brutalmente inferior al de los llamados “tigres asiáticos”  —considerados mundialmente como los “campeones de la productividad”:  3,44 dólares en Argentina y  4,42 dólares — un 30% más (ver cuadro nº 1) en Taiwán.


Argentina es uno de los países más caros del mundo, lo que explica que el “poder de compra” de los salarios nacionales esté entre los más bajos del mundo. Un reciente informe conjunto del FMI y el Banco Mundial (El Cronista, 11/2) revela que el “poder de compra” del salario argentino es el más bajo de América Latina. Sólo China —con 20 millones de trabajadores esclavos— o la India exhiben salarios con un “poder de compra”  inferior al argentino (ver cuadro nº 2).


La contracara del bajísimo “poder de compra” del salario argentino es la elevadísima incidencia del costo empresario en los precios de las mercancías. Así, pulpos como Telefónica y Telecom, las transportadoras de gas, YPF, los bancos, Sevel, Renault, Autolatina o Mercedes Benz, están levantando beneficios del 150% porque cobran tarifas y precios de monopolio.


El “problema” —dicen otros “especialistas”— no son los “costos laborales globales” sino los elevados “costos laborales por unidad de producto”. Pero en los últimos tres años, con salarios nominalmente congelados y una desocupación récord, se ha producido un aumento considerable de la producción industrial (automotrices, electrodomésticos, metalurgia), y por lo tanto, una baja sensible del “costo laboral por unidad de producción”. Los precios, sin embargo, no han aumentado, sino que esto sirvió para engordar los beneficios.


Pero los patrones no sólo reclaman reducir los salarios. También piden la “flexibilización” de la jornada laboral. Los trabajadores argentinos están entre los que más trabajan en todo el mundo, sólo superados por los japoneses (que ganan casi seis veces más) (cuadro nº 3).


Los “argumentos” patronales se revelan, uno tras otro, como una completa impostura. Lo único que hay detrás de la “flexibilización” es el hambre capitalista por engordar sus superbeneficios.