La izquierda no debe ser furgón de cola del kirchnerismo
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Varios grupos de izquierda aprovecharon la crisis desatada por el inusitado operativo policial, armado el jueves pasado en torno de Hebe de Bonafini, para actuar de furgón de cola de los Boudou, Parrilli, Larroque y compañía. El hecho, lejos de ser casual, responde a una orientación política definida: con mayor o menos énfasis, todos estos grupos vienen pregonando la necesidad de un frente único con el kirchnerismo para oponerse al macrismo. Ni hace falta decir que se trata de una orientación contraria a la independencia de clase del proletariado, que estos grupos predican en los días de fiesta.
La función de la izquierda era y es develar los intereses sociales en juego en este choque, para mostrarles a los trabajadores que estamos en presencia de dos bandos de explotadores y ajustadores. En relación al macrismo, la denuncia es muy simple: el operativo que articuló con la Justicia busca distraer la atención del ajuste en marcha. No fue casual que la maniobra haya coincidido con la convocatoria del cacerolazo contra el tarifazo en todo el país. Más en general, la campaña judicial contra los ladrones que gobernaron el país durante la década ganada busca encubrir a los ladrones de este gobierno -aunque en muchos casos coincidan nombres y grupos económicos. Esto explica que sea una campaña de baja intensidad, como lo prueba el hecho de que los presos se cuentan con los dedos de una mano.
El kirchnerismo también se valió del operativo para montar una maniobra pérfida, que consistió en usar los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo para presentar a las causas judiciales en su contra como una campaña de persecución política. Los De Vido y compañía buscan exculparse de culpa y cargo, después de haber alimentado a la patria contratista, de propiciar el vaciamiento energético del país con los Esquenazi y Repsol, de armar un negociado con el dólar a futuro al servicio de las cerealeras y bancos, y de haber pagado 200.000 millones de dólares de deuda externa.
Las Madres Elia Espen y Nora Cortiñas establecieron la diferenciación que no hizo la izquierda, al denunciar el operativo pero señalando que la causa judicial contra Hebe no tiene nada que ver con los derechos humanos, sino con su rol de empresaria.
La izquierda pasó por alto estos choques entre bandos capitalistas para armar el “frente único antimacrista” con el kirchnerismo, aprovechándose también de los pañuelos de las Madres. Incluso la denuncia correcta de que Macri quiere avanzar en la impunidad de los genocidas terminó siendo distorsionada, porque omitieron que se vale para ello del desprestigio que la cooptación kirchnerista produjo en algunos organismos de derechos humanos. La denuncia de la política indultadora del macrismo no puede hacerse a la sombra de quienes gobernaron con Milani y dosificaron los juicios de lesa humanidad con un gotero -luego de 12 años de kirchnerismo sólo tienen condena firme unos 500 genocidas, aunque hubo en el país 900 centros clandestinos de detención.
Sin delimitación
El PTS fue el que más a fondo llevó adelante esta orientación. Se hizo presente en Plaza de Mayo sin la menor delimitación política, marchando de la mano de Kicillof ‘Club de París’ y el ex jefe de la Side Parrilli. Luego, en Izquierda Diario, dieron rienda suelta al jolgorio kirchnerista. En un artículo de antología afirmaron que le “creen” a Hebe de Bonafini. Pero ésta, claro, también le “cree” a Cristina, Boudou y Aníbal Fernández. ¿El PTS le cree también en esto a Hebe de Bonafini? ¿Y apoya también que no declaren los otros implicados en la causa de Sueños Compartidos? Todos estos grupos de izquierda pasan por alto que Hebe de Bonafini y su grupo han dejado de actuar como un organismo de derechos humanos desde el mismo momento de que fueron cooptadas por el gobierno anterior. Hebe de Bonafini no sólo respaldó al genocida Milani, cuando el movimiento popular exigía su destitución. Además respaldó al represor de la Panamericana Sergio Berni y al responsable del asesinato de Kosteki y Santillán, Aníbal Fernández, a quien llevó en su camión-escenario el 24 de marzo pasado. Su ausencia en las movilizaciones contra el asesinato de Mariano Ferreyra por una patota para-estatal de un burócrata amigo de Cristina Kirchner, así como sus difamaciones contra Jorge Julio López, mostraron un grado de descomposición devenido en podredumbre. El PTS se limitó a la frase diplomática “a pesar de las diferencias que tenemos con Hebe” sin nunca explicitarlas, como si fuesen meras cuestiones ideológicas. Pero la función de una izquierda que lucha contra el Estado capitalista es mostrar que la cooptación estatal es incompatible con la defensa de los derechos humanos, ya que es una defensa contra el propio Estado.
Estas posiciones del PTS ponen de manifiesto las divergencias que cruzan al Frente de Izquierda en su interior. Para algunos de los partidos la experiencia del FIT ha sido de naturaleza empírica. Al no ingresar en la red de cooptación del gobierno ‘nacional y popular’, suscribieron posiciones de independencia de clase. Pero bastó que el kirchnerismo pase a la oposición para mostrar su tendencia al seguidismo de nacionalismo burgués, repitiendo una vieja tradición de la izquierda argentina. Dicho esto, es necesario destacar que al actuar de furgón de cola de los Boudou y Aníbal Fernández esta izquierda ha perdido hasta la elegancia.