Políticas

10/7/2016

La liberación de Grassi, en el centro de negociaciones políticas

La primera denuncia contra Grassi se hizo en 1991 en los tribunales de Morón, nunca avanzó y finalmente fue cerrada. La segunda fue en el año 2000, mediante cartas anónimas de empleados que denunciaban problemas laborales y abusos contra niños. Por entonces tampoco se investigó. En el año 2002 una de las víctimas hace la denuncia a la periodista Myriam Lewin, y a partir del informe en Telenoche Investiga, comienza esta vez sí, una investigación judicial que será la que finalmente lo lleve a la cárcel.


Grassi, quien fuera titular de la Fundación “Felices los Niños,” se encuentra detenido en el penal de Campana, por indicación de tres instancias judiciales diferentes que ratificaron la acusación de pedofilia. En los próximos meses será el turno de la Corte Suprema de Justicia, quien deberá decidir sobre la condena y sobre la ampliación de la misma incorporando los casos de “Luis” y de “Ezequiel”, lo que podría llevarlo de 15 años de prisión a 37.


 


El periodista Carlos Pagni insinúa que la libertad de Grassi es un elemento de las negociaciones más amplias entre la Corte, el gobierno y la Iglesia: “La Corte debe definirse en un caso delicadísimo para la Iglesia: la situación del sacerdote Julio Grassi, quien fue condenado por la justicia bonaerense a 15 años de prisión por abuso sexual de menores. A pesar de la condena, el Episcopado argentino cree en la inocencia de Grassi. Para demostrarla, encargó un examen crítico del proceso al penalista Marcelo Sancinetti. Es posible que Lorenzetti conozca ese texto, de varios tomos: la esposa de Sancinetti, Patricia Ziffer, es secretaria letrada de la Corte” (La Nación, 30/5). Otros medios han incluido estos días la sospecha del intento de liberar a Grassi.


 


El abogado de “Gabriel”, Juan Pablo Gallego, ha iniciado un raid mediático reclamando un fallo ejemplificador de la Corte Suprema. La víctima “Gabriel” dirigió una carta a Lorenzetti pidiéndole la máxima condena para el cura.


 


En mayo del 2015 la Procuraduría General de la Provincia de Buenos Aires, no sólo ratificó la condena, sino que dictaminó la revisión de las absoluciones por dos casos de abuso. “La procuradora fiscal Irma Adriana García Netto opinó que la acusación que se formuló por el caso en el cual el sacerdote fue condenado no violaba garantías constitucionales y señaló que la sentencia absolutoria por el presunto abuso que habría cometido a otros dos niños resultó arbitraria”.


 


Antes, en 2010, la Cámara de casación penal provincial había rechazado las impugnaciones a la condena, al igual que la Suprema Corte provincial.


Para decidir sobre la condena la Corte estaba esperando la plena incorporación de los dos jueces recientemente confirmados por el Senado, Carlos Fernando Rosenkrantz y Horacio Rosatti, ambos de fuertes vínculos con el clero y sus instituciones educativas como la Universidad de San Andrés de la que Rosenkrantz fue Rector, y la Universidad Austral y la Católica de Santa Fe, de la que Rossatti recibió el título de Magister.


 


Protección judicial y política


 


La primera denuncia contra Grassi se hizo en 1991 en los tribunales de Morón, nunca avanzó y finalmente fue cerrada. La segunda fue en el año 2000, mediante cartas anónimas de empleados que denunciaban problemas laborales y abusos contra niños. Por entonces tampoco se investigó. En el año 2002 una de las víctimas hace la denuncia a la periodista Myriam Lewin, y a partir del informe en Telenoche Investiga, comienza esta vez sí, una investigación judicial que será la que finalmente lo lleve a la cárcel.


La denuncia realizada en 2002 recién se trató en juicio en el año 2009. El cura fue encontrado culpable por tres casos de abuso contra “Gabriel”. Lo condenaron a 15 años, sin embargo, no fue detenido e incluso se le permitió instalarse en “La Blanquita”, casa quinta ubicada frente a las instalaciones de la Fundación. Las denuncias de “Ezequiel” y “Luis” fueron desestimadas.


 


Grassi estuvo prófugo de la justicia y fue denunciado por amenazas verbales y físicas durante el proceso, siempre intentando desalentar las denuncias. No obstante, recién ante la ratificación de la condena por parte de un Tribunal de Casación Penal fue detenido en el año 2013.


 


Desde Duhalde hasta Aníbal Ibarra lo habían apoyado con su presencia en eventos organizados aún luego de que las denuncias realizadas se hicieran públicas.


Estando detenido, en el año 2014, se supo sobre el desvío de comestibles de la Fundación Felices los Niños hacia el penal de Campana, mercadería con la que Grassi logró congratularse con los internos y el servicio penitenciario.


 


Protección clerical, de Monseñor Laguna al Papa Francisco


 


Quien encargó al penalista Sancinetti el libro en apoyo a Grassi al que refiere Pagni, publicado en el año 2011, había sido el Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, por entonces presidente de la CEA, hoy el Papa Francisco. El libro consta de dos tomos de 423 y 646 páginas cada uno. Ninguna improvisación a la hora de ejercer la defensa corporativa de la Iglesia Católica.


 


Desde el primer día, la Iglesia defendió al cura Grassi. Monseñor Laguna, cuyos enfrentamientos con Grassi eran conocidos, en el año 2008, declaró a los medios haberlo recibido en varias oportunidades en su condición de monseñor emérito de Morón, y declaró “lo vi caído, pobre” (Perfil, 10/1/09). La defensa corporativa se había sobrepuesto a las disputas de poder dentro del clero.


 


En 2008, Grassi declaró “sigo dando misa, tengo el apoyo de Bergoglio” (Perfil, 19/8/08) . Por entonces, Bergoglio era presidente del Episcopado argentino, cargo que ejerció entre 2006 y 2011. El cura condenado por violación de niños gozó hasta el día de su detención en 2013, del pleno uso de funciones sacerdotales. Cuando finalmente fue encarcelado, el Obispado de Morón volvió a sacar un comunicado dudando de su culpabilidad.


 


Las versiones periodísticas del año 2006 dan testimonio del apoyo que el flamante presidente del episcopado, le había dado a Grassi. Por entonces, se aseguraba que a Bergoglio le preocupaba que Luis D'Elía, amigo del gobierno, se quedara con la administración de la Fundación. D'Elía parece no haber guardado rencores por aquella disputa y se muestra hoy como un bergoglista de la primera hora. (Revista Veintitrés, junio de 2006).


 


En el mismo reportaje, el vocero del arzobispado, Guillermo Marcó, dejó en claro la posición de la Iglesia: “La contención y el respaldo siempre existieron. Se puede estar de acuerdo o no con el estilo de Julio Grassi de llevar adelante su fundación, de su exposición pública, y hasta cómo se manejó con las donaciones millonarias, que para alguien podría ser un tema observable. Pero nadie duda de que su obra contiene y contuvo a miles de niños desamparados. Eso no está puesto en duda.                   


 


Veintitrés le pregunta: -¿Considera que las denuncias contra Grassi son fundadas o es sólo un ataque contra él? Y el Prelado responde: -Eso lo determinará la Justicia. Lo que hay es una saña informativa contra él, una condena de los medios.”


 


Allí mismo, Marcó explicaba que había una interna en el gobierno, en la que Estela de Carlotto, que había condenado a Grassi públicamente, se encontraba de un lado y del otro lado Cristina y Néstor Kirchner, quienes habían compartido acto público en común con el cura en Río Gallegos.


 


En el año 2013, cuando Bergoglio ya era el Papa Francisco, recibió una carta de parte de una de las víctimas de Grassi, raclamándole “tolerancia cero” con los abusos y que se aparte a Grassi de la iglesia. Dicha carta no tuvo ninguna respuesta.


 


El encubrimiento de la Iglesia a curas pedófilos en Argentina no se restringe a Grassi: Mercau, Storni, Illarraz, Sasso o De Rossi dan cuenta de apenas otro puñado de hombres de la Iglesia responsables de pedofilia y protegidos por la institución.


 


Hoy que el ex presidente del episcopado argentino es Papa y se encuentra en la mira del mundo, no resulta políticamente conveniente que un cura claramente defendido por el Papa, permanezca detenido por pedofilia. El interés del vaticano por que la justicia remueva esta piedra en el camino del Papa, es muy grande.


 


En el caso Grassi, el poder y la impunidad han sido tan grandes como el carácter de los delitos cometidos por el cura violador y en el escenario actual, el tema es prenda de negociación política para reagrupar a todos los poderes detrás de los intereses políticos del gobierno y los de la propia Iglesia Católica, que necesitan acercar posiciones para encarar de manera mancomunada la tarea del ajuste, la represión al pueblo, los propios negocios de la igelsia y el encubrimiento de los apoyos del Papa a los pedófilos.


 


Esta búsqueda de acercamiento ya fue expresada por el propio Macri en el Congreso Eucarístico, donde el presidente prometió a la Iglesia la defensa de sus principios reaccionarios con respecto a la cuestión del aborto y en el que la Iglesia le devolvió la amabilidad silenciando la situación del país, los despidos, los tarifazos y toda la orientación ajustadora en curso.


 


La simpatía del kirchnerismo con el Papa Francisco incluye el reversionamiento de la historia del cura, incluidos el olvido de sus vínculos con la dictadura y la vista gorda sobre su complicidad con la pedofilia.


 


Del lado del Pro se busca el apoyo completo del Papa al plan de ajuste. Del lado del alicaído FpV el seguidismo papal constituye un miserable apoyo oportunista que para quienes han sostenido la teoría de que para pelear por el poder hay que justificar el robo y la corrupción, no puede más que significar una minimización de la pedofilia en nombre de la defensa de su propio futuro político.


 


Encaremos una lucha popular para que Grassi no sea liberado, para que la Corte Suprema falle condenándolo por todos los casos de agresión sexual por los que fue acusado y para debilitar al clero y a sus aliados políticos.