La marcha del 16 – el frente alfonsiniano
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El viernes 16 se realizó una monumental marcha contra el hambre y la represión, que fue convocada por los organismos de derechos humanos.
La participación en la marcha se volvió a caracterizar por la presencia espontánea de trabajadores y de jóvenes, lo cual explica la multitud de 70.000 personas que se hizo presente.
Pero esta demostración popular volvió a carecer de objetivos políticos claros, y aún el reclamo de que se derogue el reciente decreto que autoriza la intervención de las fuerzas armadas en la represión es francamente vacuo, porque las fuerzas armadas existen para la represión con independencia de los decretos. Este reclamo es un “no reclamo”, lo cual se acentúa por la ausencia de un plan de lucha contra la represión.
El “no programa” de la marcha ha consolidado el abandono de las reivindicaciones históricas del movimiento como el juicio y castigo a todos los culpables. La “desorientación” impuesta en las movilizaciones del año pasado se ha consolidado.
La expresión más aberrante de todo esto fue la presencia en la cabeza de la marcha de los hombres que promovieron y apoyaron la represión de La Tablada y que luego votaron el estado de sitio contra el pueblo hambriento. Es decir de los hombres y partidos que volverían a declarar el estado de sitio contra el estallido social, algo que justificaría la convocatoria de las fuerzas armadas más allá de cualquier decreto.
La presencia a la cabeza de los Nosiglia Cáceres, Caputo, Estevez Boero, incluso Auyero, constituye un desvirtuamiento de la movilización. Lo que si revela es que la marcha fue concebida para servir al bloque patronal que reclama un acuerdo con el gobierno sin Alsogaray.
Echegaray, Zamora y Díaz marcharon del brazo con los represores, sin inmutarse. Para ellos, el balance de la jornada lo dicta el número de autógrafos firmados y la cantidad de poses para los fotógrafos.