La megafusión entre Telecom y Cablevisión


Desde la fusión de Multicanal y Cablevisión (2005), bajo la presidencia de Néstor Kirchner, hasta esta reciente entre Telecom y Cablevisión, con Macri y Aguad, ha corrido -como se dice- mucha agua bajo el puente. Pero, más allá de las batallas culturales y sus melancólicas secuelas, lo que se sostuvo fue un sistema de medios y de telecomunicaciones cada vez más concentrado y en manos del capital financiero.


 


En los últimos días de junio, la prensa escrita -con excepción de Clarín- dio cuenta de la megafusión de Telecom y Cablevisión, dos de las grandes empresas que monopolizan el mercado del sistema infocomunicacional. Según se informa, la compañía fusionada pasará a tener “un 38% del mercado de televisión paga, un 68% de la banda ancha fija, un 39,5% de la banda ancha móvil, un 40,9% de la telefonía fija y un 30% de la telefonía móvil” (Cronista, 30/6). Será la mayor compañía del sector “al concentrar el 36% del futuro mercado convergente… superando a Telefónica y Claro” (Página/12, 1°/7).


 


Gracias a los DNU macristas, que se adecuaron punto a punto a los reclamos de las empresas telefónicas para acceder al mercado de medios, esta megacorporación podrá brindar los servicios de cuádruple play en todo el país desde el 1º de enero de 2018. Un año nuevo que celebrará junto con las otras dos corporaciones que se reparten el mercado: Telefónica y Claro.


 


Con Clarín…


 


Si bien el grupo Clarín no aparece formalmente en la operación -recordemos que el año pasado se dividió en dos firmas: Clarín, a cargo de medios y producción de contenidos; Cablevisión Holding, televisión por cable y telecomunicaciones-, a nadie se le escapa que los herederos de la reciente fallecida Ernestina Herrera de Noble forman parte de este gran negocio. De hecho, los principales accionistas de Cablevisión son Felipe y Marcela Herrera de Noble, Héctor Magnetto, José Aranda y Lucio Pagliaro, todos hombres de Clarín. Con esta fusión, quienes retenían el 60% de Cablevisión, pasarán ahora a contar con el 33% de las acciones, pero de una nueva corporación que jugará en todas las bandas.


 


Clarín formará parte de la primera operadora de cuádruple play del país. Lo hace tras haber preparado el terreno durante todo 2016. Por un lado, también gracias a los DNU macristas que le habilitaron a la supercablera y principal proveedora de servicio de Internet (Fibertel) el acceso al mercado de telefonía celular. Por el otro, a través de la adquisición de pequeñas compañías telefónicas (Trixco SA, Skyonline Argentina SA, Netizen SA, Infotel SA y Callbi SA) y de Nextel.


 


Las noticias advierten que falta el visto bueno de Miguel Godoy, titular del Enacom, y de Esteban Greco, de la Comisión de Defensa de la Competencia. Pero será un trámite. De cara a la campaña electoral del macrismo, los favores del grupo Clarín -cuyos medios profundizan su ataque contra las luchas en curso- tienen asegurada su recompensa.


 


Con los fondos buitre


 


El otro protagonista de esta megafusión es el mexicano David Martínez, la cabeza visible de un fondo que creció, como otros tantos buitres, a partir de la compra de empresas quebradas y títulos de deuda de países defolteados. Por caso, la deuda de Argentina. Es el actual dueño del 40% de las acciones de Cablevisión y también fue despejando el camino para llegar a esta megafusión. A principios del año pasado, Fintech, que retenía el 17% de las acciones de Telecom, compró el 51% de las acciones de Sofora y luego el 32% de la familia Werthein (en dos tandas, la última de las cuales se concretó hace una semana y ya tuvo el visto bueno, como no podía ser de otro modo, del defensor Greco) para finalmente quedarse con la totalidad de Telecom, una empresa que facturó 53 mil millones de pesos el año pasado. Ahora, el fondo buitre pasará a ser dueño del 41% de la megaempresa fusionada.


 


El ya concentrado sistema de medios y telecomunicaciones lo será aún más, pero no por el inevitable proceso de “convergencia digital” -como reza el relato republicanista- sino por la naturaleza monopólica del capital. El cuadro de hiperconcentración preanuncia no sólo mayor precarización laboral de periodistas y telefónicos sino también mayores límites a la libertad de expresión de las organizaciones. La convergencia de los negocios de las telecomunicaciones supone el avance de la concentración monopólica, la fusión de empresas, su “racionalización” (despidos), la liquidación de las internas clasistas y combativas (AGR), un proceso que comenzó con CFK. Es decir, que necesitará doblegar una resistencia obrera. Esta tendrá que ser el punto de reagrupamiento desde el cual plantear la defensa de la libertad de expresión, el derecho a la comunicación contra su entrega al imperialismo, y la construcción de una alternativa política de la izquierda y los trabajadores.