La sequía de julio, agosto y septiembre arrasó con 1,8 millones de hectáreas de trigo, afectando al 30% de la siembra del cereal. Lo anterior redundará en una menor oferta, repercutiendo en el precio de sus derivados en el mercado interno, que forman parte de la alimentación cotidiana de la población.

En ese sentido, la Bolsa de Comercio de Rosario estimó que la cosecha de trigo 2022/2023 llegará a las 16,5 millones de toneladas, 6 millones menos que la campaña anterior. Los exportadores ya tienen comprometidas 8,8 millones de toneladas para embarcar, poniendo en riesgo el abastecimiento de las molineras locales. Lo que sí es seguro es que el precio del trigo subirá debido a la menor oferta, y, por consiguiente, la industria molinera no dudará en trasladar ese alza a los precios de la harina, insumo base de la cadena alimentaria.

Por eso, ya reclamaron eliminar la harina subsidiada, proponiendo que el dinero recabado a través del Fideicomiso del Trigo pase a subvencionar directamente a las panaderías, con el argumento de que dicho “Fondo Estabilizador” no sirvió para bajar el precio del pan, por el contrario, este aumentó 60% desde su creación. Incluso, el propio Estado fue autorizando subas en el precio de la bolsa de harina subsidiada, que acumulan un 23%.

Como de costumbre, en este caso también las patronales responsabilizan a otros eslabones de la cadena por el encarecimiento de sus productos. Las cámaras panaderas acusan al sector molinero de retacear las cantidades de harina subsidiada y a los intermediarios de vender esa harina a precio de mercado, embolsando la diferencia. Con lo cual, ya amenazaron con llevar el kilo de pan a los $500. Lo cierto es que el gobierno no avanza en la apertura de los libros de las empresas involucradas para evaluar los costos reales y evitar remarcaciones.

Así las cosas, el “pato de la boda” lo paga el bolsillo popular, comprando más caro alimentos básicos como el pan y los fideos, cuya inflación interanual trepó al 115,80%. A tal punto, que aumentó el índice de indigencia en Argentina, como resultado del crecimiento del hambre.

El gobierno da vía libre a que unos pocos se llenen los bolsillos atentando contra el plato de comida de las familias trabajadoras. Como respuesta, el movimiento piquetero gana las calles por el pan de todos, contra los políticos capitalistas que pisotean este derecho para defender las ganancias del agro y los pulpos alimentarios.

 

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