Políticas

7/3/2002|744

La Mesa del Dialogo y las relaciones sexuales de la ONU

Jefes y jefas de familia: ¡alerta, proteged a vuestros hijos!


Desde el primer minuto en que asumió, Duhalde ha depositado en la Iglesia y en la ONU la tarea de nuclear y cooptar, vía el llamado “diálogo social” y la “concertación”, a las organizaciones de masas (sean sindicatos, organizaciones de desocupados, etc.). Ha entregado a la Iglesia y la ONU un papel preponderante en los llamados “consejos consultivos” para la administración de su plan denominado “Jefes y Jefas de Hogar”.


El menemista Duhalde, con su imagen ligada a la “maldita Bonaerense”, al narcotráfico, a los negocios del juego clandestino y la prostitución, ha pretendido cubrirse con la imagen del episcopado y el representante de la ONU.


Pero lejos de “santificar” su imagen, Duhalde no ha hecho más que aparecer rodeado de sus cómplices de fechorías, ante los cuales se persignan y arrodillan sólo los que interesadamente soslayan el pasado y el presente de las jerarquías católicas y las Naciones Unidas.


El papel político y de sostén de la dictadura videliana de unos, y el papel en la masacre de pueblos en todo el mundo del otro, no dejan lugar a dudas.


Pero, sobre llovido, mojado. Acaba de estallar un escándalo mayúsculo en las Naciones Unidas sobre la utilización de la ayuda humanitaria como chantaje para el abuso sexual de menores.


El diario Río Negro, del 28/2, informa que “un estudio realizado entre miles de refugiados procedentes de Guinea, Liberia y Sierra Leona, halló que casi el 70% de los trabajadores de 40 organizaciones de ayuda humanitaria de la ONU que laboran en Africa occidental, han mantenido relaciones sexuales con niños, a cambio de alimentos, medicinas y otros suministros”.


Por su parte, La Mañana del Sur informa que “…el equipo investigador presentó pruebas de una amplia explotación sexual de muchachos refugiados…”, implicando a “miembros de misiones internacionales y líderes comunitarios”.


Como parte de las instituciones del imperialismo y del Estado burgués, tanto la Iglesia como la ONU no pueden permanecer ajenas a la decadencia, pestilencia y putrefacción moral que expresan un aspecto de la crisis capitalista.


En esas manos quedará la “ayuda social” en nuestro país.


El rechazo a los consejos consultivos y el reclamo de las organizaciones de desocupados para que los “planes” queden en manos de las propias organizaciones obreras, también debe contemplar estos abusos del poder burgués.