Políticas

30/8/2021

La panquequeada de Javier Milei sobre los planes sociales en la Villa 31

El candidato “libertario” encubre una agenda de supresión de la asistencia social y sobreexplotación a los trabajadores.

El precandidato porteño a diputado nacional de La Libertad Avanza, Javier Milei, recorrió en el marco de la campaña electoral la Villa 31. Al ser consultado sobre los planes sociales, respondió que “no hay que eliminarlos”. El economista, que hace no mucho tiempo definía a sus beneficiarios como “planeros chupasangre”, diluye ahora sus planteos a sabiendas de que no tiene nada para ofrecer a cambio del desmantelamiento de los programas de asistencia social a miles y miles de familias que hoy sufren las consecuencias del ajuste y la crisis.

No solo “planeros chupasangre”. “Parásitos inútiles que no sirven para nada”, o “vagos que consideran que tienen derecho a apropiarse del fruto de tu trabajo” fueron algunas otras definiciones del candidato en el pasado sobre quienes perciben programas sociales. Pero en una campaña electoral que se desenvuelve en un país con más del 50% de pobreza y desocupación en ascenso, el supuesto libertario se ve obligado a adecuar su discurso. Pero sin cambiar la vocación de tender hacia un “Estado mínimo”, es decir de proceder a un plan de ajuste de proporciones bíblicas contra los trabajadores y las mayorías populares.

El economista asegura que ello permitiría librar de “presión fiscal” a los capitalistas, lo cual haría que la economía nacional despegue y se generen fuentes de empleo, de manera que los planes sociales “no sean necesarios”. Sin embargo, cuando habla de eliminar la “presión fiscal” se refiere a librar a los empresarios (nunca la que afecta a los trabajadores, como el IVA) de los aportes jubilatorios, a las obras sociales, del pago de ART. Lisa y llanamente, propone barrer décadas de conquistas obreras.

Una confesión ineludible sobre ello es que semanas atrás había propuesto que quienes cobren planes sociales deberían recibir una “tarjeta” que así lo indique. Luego, según Milei, las empresas podrían contratar a estos trabajadores sin garantizarles ninguno de esos derechos básicos. Este es el verdadero cometido de los libertarios truchos: una regresión histórica sobre las condiciones de vida de los trabajadores. Naturalmente, esto no garantiza crecimiento, ni inversión, ni generación de puestos de trabajo: pero incluso si ello viniera acompañado de una reactivación económica, sería sobre la base de sostener a millones en la pobreza, incluidos los asalariados.

Finalmente, mientras posa de “antisistema” la realidad es que comparte agenda con todas las otras variantes del régimen. Las reformas laboral, previsional y tributaria son las exigencias de primera línea que tiene el FMI para renegociar la deuda, y es por eso que hasta los oficialistas hicieron un congreso en plena campaña electoral con cámaras empresarias y la burocracia sindical para mostrarse como el canal para la flexibilización de los convenios colectivos de trabajo.

Milei y los libertarios no solo no son antisistema, sino que representan su costado más reaccionario. Por es llevan en sus listas a defensores abiertos de genocidas, y hacían campaña dos años atrás con la teoría de los dos demonios.

La única variante verdaderamente antisistema es el Frente de Izquierda – Unidad. Reclamamos la universalización de los programas sociales a todo aquel que lo necesite y su aumento inmediato a un monto de $50.000, como una medida de emergencia. De la misma manera, planteamos combatir el desempleo con el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario. Son acciones elementales para que la crisis no la paguen los trabajadores. Ahora bien, para salir de la crisis y generar trabajo genuino hace falta un verdadero desarrollo nacional, un propósito para el que la burguesía parasitaria a la que Milei se apresta a defender ha fracasado reincidentemente. Solo la dirección de los trabajadores de la economía puede emprender la reorganización que requiere el país para salir adelante, empezando por la ruptura con el FMI.

Se trata de un verdadero programa de defensa de quienes viven de su trabajo en las antípodas de los “libertarios”, que solo encubren sus pretensiones de que los capitalistas maximicen sus ganancias sobreexplotando a los trabajadores.