Políticas

25/1/2017

La patria espiada: de CFK-Parrilli a Macri-Arribas


En los últimos días salieron a la luz nuevas revelaciones que prueban que detrás de la fachada democrática rige un verdadero estado conspirativo contra la población. Reducir esta caracterización a la mera descripción de un ‘descontrol en los servicios de inteligencia’ es un grave error, o para ser más exactos, una maniobra para ocultar la responsabilidad de los sucesivos gobiernos, partidos y dirigentes políticos en la utilización de los órganos de conspiración y espionaje estatal y para-estatales como instrumentos de la lucha política. 


 


La divulgación de las escuchas entre Cristina Kirchner y Oscar Parrilli, su jefe de inteligencia, muestran que bajo el kirchnerismo las operaciones de espionaje fueron parte de un método de construcción de poder. Tempranamente Néstor Kirchner decidió desprenderse de quien fuera su ministro de Justicia, Gustavo Béliz, para cerrar filas con Stiuso, el capo de los servicios de inteligencia del país con fuertes lazos con la CIA y el Mossad. Fue Kirchner, también, quien colocó a Stiuso, junto a Nisman, al frente de la causa AMIA y de la investigación de la supuesta “pista iraní”.  Años después, en 2011, CFK viró al entendimiento con Irán, probablemente, también por indicación de los yanqyuis,  cuando la administración Obama decidió iniciar maniobras de acercamiento al régimen de los ayatollas en función de sus intereses en Medio Oriente. 


 


La utilización del espionaje, con carpetazos con información más o menos cierta, fue un método permanente usado también en las campañas electorales contra los adversarios políticos. Este sistema entró en crisis cuando Cristina Kirchner se peleó con Stiuso por la firma del memorándum con Irán. Hasta ese momento las relaciones eran tan estrechas que en las escuchas que se han dado a conocer Cristina Kirchner muestra su indignación con Stiuso, porque éste niega haberse reunido nunca ni con ella ni con Néstor Kirchner. Cristina Kirchner y Parrilli hablan de carpetazos y causas fraguadas con la naturalidad de quien ha incorporado los métodos del espionaje a su acción política regular. 


 


La divulgación de las escuchas ha creado una nueva crisis, porque nadie se hace cargo de haber sido quien filtró a los medios de comunicación una información que debe ser preservada en sede judicial. El kirchnerismo apuntó los cañones contra los jueces y fiscales que investigan las corruptelas de la camarilla K y también contra el presidente de la Corte Suprema. En todo esto parece estar la cola de Clarín, que se dedica a publicar los informes de inteligencia que comprometen al gobierno anterior.


 


Las denuncias de conspiración también alcanzan al actual gobierno y, llamativamente, han sido realizadas por dirigentes del oficialismo. No sólo estuvo el affaire de la Aduana, que involucró una interna entre su titular Gómez Centurión y la ministra de seguridad Patricia Bullrich. Ahora Carrió ha declarado que es espiada por la AFI (ex Side) y responsabilizó a la subdirectora Silvia Majdalani.


 


Según Carrió, Majdalani tiene relaciones de todo tipo con quien ocupó su mismo cargo bajo el kirchnerismo, Francisco Larcher. Esto daría claros indicios de acuerdos de convivencia entre la camarilla K y la camarilla M, algo absolutamente verosímil si se tiene en cuenta la maraña de negocios que unen a unos y otros. 


 


Carrió, sin embargo, dirige sus denuncias contra Majdalani con el propósito de salvar al cuestionado Gustavo Arribas, socio de Macri y jefe de la AFI, denunciado ahora por haber recibido coimas de Odebrecht. Si bien Carrió lo ha denunciado a Arribas en la Justicia, lo hizo de manera muy peculiar. En las puertas de los Tribunales de Comodoro Py dijo que le parece bien que Macri lo mantenga en el cargo y que es posible que las denuncias en su contra sean falsas. Con denunciantes así casi no se necesita un abogado. 


 


El papel relevante que han alcanzado los informes de inteligencia y de espionaje es la demostración más clara de la descomposición política del Estado y de los partidos patronales.