La Plaza de la victoria… del FMI
Otra vez la sanata del “gradualismo” (del ajustazo)
Seguir
Se habló y se escribió hasta el cansancio sobre el ridículo de festejar la derrota. Algo efectivamente absurdo. Y el Presidente solo anunció una victoria en 2023, aunque no explicó cómo ni qué pasará la semana que viene, cuando millones y millones no saben qué comerán mañana, otros cómo recuperar un trabajo, cómo no perderlo o cómo llegar a fin de mes.
Lo que inicialmente fue una Plaza de la CGT y los movimientos sociales para sostener internamente a Alberto Fernández, ha sumado a La Cámpora, a Yasky, al resto del kirchnerismo y a los intendentes del conurbano, lo que equivale en Buenos Aires al peronismo político no kirchnerista de los gobernadores. Teniendo en cuenta que Massa no mueve a nadie, se trata de una Plaza del Frente de Todos.
El gobierno busca en la calle lo que el periodismo llama “el volumen político”, que las urnas no le dieron para gobernar hasta 2023. El tema de buscarlo en la calle mediante los aparatos encuadrados de todo tipo, desde los punteros del conurbano hasta los sindicatos de los gordos y el moyanismo, pasando por el sindicalismo de centroizquierda y las organizaciones sociales de la burocracia piquetera, no es casual ni menor. Se trata de exhibir ante la clase capitalista, ante el resto del arco político y especialmente ante los lobos de Wall Street y Kristalina Georgieva, que lo que Manzur llamó el “escudo peronista” está allí, aguantando el chubasco electoral y la pérdida de la mayoría en el Senado.
Y ¿por qué esta necesidad? ¿Qué significado tiene esta Plaza de cara a las aspiraciones de las masas que produjeron los desplazamientos electorales? ¿Qué anuncios del Presidente y qué futuro del novel gabinete pos-Paso derrotado a los dos meses de asumir, incluido el grueso retroceso electoral del propio Manzur en Tucumán? ¿Qué rol le cabe al kirchnerismo de ahora en más, que apuró la crisis de gabinete después del 12 de septiembre y ahora salió tercero en Santa Cruz y segundo en la provincia de Buenos Aires? ¿Qué pasa con Guzmán, el ministro de la inflación al 50% y el agravamiento de la pobreza? No hubo respuesta en la Plaza, todo fue ocultamiento tras una mística perdida.
Recordemos primero que el 17 de octubre se movilizaron los K contra AF, que tuvo que pegar la vuelta en su helicóptero porque lo puteaban y el 18 se movilizó la CGT para apoyar a AF contra los K. Esta unidad de un mes después es por derecha, para archivar las bravatas electorales anti-FMI y apoyar el “plan plurianual” y el acuerdo con el FMI que se llevarán al Congreso. Tal vez en dos tiempos, empezando con la prolongación de las sesiones ordinarias para “consensuar” con el macrismo la “ley de leyes”, el Presupuesto 2022 que ya era de ajuste, pero que será reescrito a la luz de la urgencia de los “mercados” por el pacto con el FMI.
De esto, que se vio venir y sobre lo cual el FIT Unidad hizo un acertado eje de campaña, resaltan dos cosas. Una económica y otra política. Empecemos por la económica: volvió la cuestión del “gradualismo”. Recordemos que este era el debate en 2017 cuando, tras la victoria electoral de octubre, Macri apuró las reformas jubilatoria y laboral que desataron las movilizaciones de masas reprimidas por las tropas de Bullrich y que iniciaron la cuenta regresiva del gobierno del empresario. O sea, llevado a estos días, el plan “plurianual” -con terminología de estadista- es un ajuste de una década mediante metas de ajuste anual “gradual” para llegar al déficit 0 en 2026. De hecho, la autoridad ganada por el ministro Guzmán ante el FMI es que el déficit fiscal primario de este año fue del 3%, y tal vez menor, contra el 4,5% previsto en el Presupuesto. Todo un logro para pagar puntualmente “con el hambre del pueblo” la deuda en dólares y en pesos.
¿La magia para las metas? Una inflación en 2022 de un 60 o 70%, drástica baja de subsidios a los servicios públicos mediante tarifazos segmentados, aumento de combustibles y la temible “reducción -gradual también- de la brecha cambiaria”, caminando en la cornisa de la quiebra del Banco Central, endeudado y sin reservas. La hiper a la vuelta de la esquina, el hambre y la irrupción de grandes luchas sociales, en la otra esquina. Porque la inflación, la devaluación, los tarifazos y aumentos de combustibles serán las armas del ajuste. Por lo pronto, ya se sabe: el FMI no dará más plazos que diez años, en los cuales la deuda es impagable y no habrá rebaja de tasas. Todo quedará en cláusulas pari passu si el Directorio lo resolviera más adelante. Sanata escrita.
El punto político es que la crisis del peronismo no la resuelve la Plaza pro-pacto con el FMI, solo la disimula. Voces de peso como Capitanich, el intendente Descalzo y otro barón del conurbano como Julio Pereira, exintendente de Varela, ya empezaron a operar por unas Paso 2023 de todas las fracciones. El dedo de Cristina es la primera víctima de la derrota disfrazada de victoria, anticipando una tendencia a otro estallido del peronismo, como el que Néstor Kirchner trató de evitar con la cuestionada ley electoral.
La crisis política poselectoral recién empieza. La nueva ofensiva contra los trabajadores, más o menos gradual, también. La gran elección del FIT Unidad, el proceso antiburocrático en los sindicatos y los planes de lucha de la unidad piquetera tienen que abonar, preparar y potenciar la intervención de la clase obrera en la crisis. Vamos por ella. Y para ella, organicemos un gran Congreso del Frente de Izquierda y los luchadores.
https://prensaobrera.com/politicas/el-chamuyo-oficial-de-que-se-lograria-reducir-el-deficit-fiscal-sin-ajustar/