Políticas

3/10/1996|513

La 'reactivación económica' de Menem o el cuento de la buena pipa

El principal argumento que viene utili­zando el gobierno contra las críticas que le llueven de todos lados, es que la crisis económica quedó atrás y que la ‘reactiva­ción’ ya se encontraría transitando su se­gundo trimestre. A partir de este único dato se teje una tupida fantasía sobre el ‘fortalecimiento’ de Menem, a pesar de las gi­gantescas huelgas generales en su contra, del reclamo de ‘que se vaya’ y de una caída en picada en todas las encuestas.


Cuando se alude a la ‘reactivación’, sin embargo, sólo se alude al índice de la producción industrial, sin referencia al comercio o los servicios. En el caso de la industria, tampoco se sabe si la mayor producción ha servido para aumentar la demanda general interna del país o para abultar las exportaciones. Se omite, final­mente, cuál es la perspectiva de esta ‘re­cuperación’, si se tiene en cuenta que el endeudamiento creciente del Estado para reciclar la deuda externa, reduce la capacidad de crédito de la economía, tanto en lo que se refiere a la producción como al consumo personal.


“La variación (de la producción in­dustrial de agosto) con respecto a julio fue del 0.3% para Fiel, casi neutro para la UADE y del 0.9% para el Estu­dio Broda”, informa El Economista (27/ 9); es decir, que existe la probabilidad de que no haya habido ninguna. “En todo caso, prosigue la información, toda­vía se está ‘muy por debajo’ de las tasas de crecimiento promedio de la mejor época de la convertibilidad”. Es así que el cálculo más favorable de la producción de agosto, se coloca por debajo del nivel de producción industrial de 1994.


Pero, además... “Para Broda persis­te algún grado de incertidumbre, que se refleja en la debilidad de la demanda, y podría llevar a un cam­bio en el ritmo de crecimiento de la actividad global”. Es decir que el ‘rit­mo’ cansino de la actualidad podría dis­minuir aún más. La producción ha supe­rado a la demanda y “existe un rezago entre el debilitamiento de las ventas y el ajuste hacia abajo en los planes de producción de las firmas”. En buen romance, todo esto significa que algunos industriales se creyeron lo de la ‘reacti­vación’ y ahora se tienen que enfrentar con el desagradable hecho de que la ofer­ta es mayor que la demanda. “Por este motivo, Broda revisó hacia abajo el pronóstico de crecimiento de 1996...” El ‘debilitamiento’ de la demanda quiero decir que el giro del comercio ha retrocedido. Es frecuente leer estadísticas que registran caídas extraordinarias en el comercio minorista. Esto explica que “el libramiento de cheques sin fondo se incrementó nada menos que un 12% entre julio y agosto, mientras que el acumulado del año es un 8% superior al del año pasado”. La contradicción entre la industria y el comercio, o la pro­ducción y el consumo, señala los límites extraordinarios de una ‘reactivación’ in­dustrial cuyos apologistas consideran, además, como ‘débil’. Pero para “mante­ner al desempleo constante”, o sea en los niveles actuales, “la Argentina nece­sita crecer, dice un especialista, el 3.5% anual” (El Economista, 20/9). Por lo tanto, al ‘ritmo’ actual de la ‘reactiva­ción’, del 2% anual, la desocupación ha­brá de aumentar todavía más.


Un economista de Fiel explica todo esto “porque gran parte del incremen­to de la producción se alcanzó con la misma planta de personal y sin creci­miento de horas extras. Ello determi­nó que no aumentara el ingreso del grupo familiar y no se dispusiera de mayores ingresos para realizar un mayor gasto” (Cronista 24/9). Es decir que la ‘reactivación’ del consumo fue cero.


Pero con el aumento del precio de los combustibles y del transporte “Econo­mía se aseguró 2.400 millones de pe­sos” (Ámbito, 26/9), que serán retirados del consumo para pagar la deuda externa. Pero incluso con lo sustraído en agosto y septiembre de las asignaciones familiares y los tickets canasta, “la recaudación de este mes (setiembre) sería la peor del año”. El retroceso industrial, que comien­za a mediados de 1994, so prolonga enton­ces hasta la actualidad, lleva por lo tanto dos años largos, y podría seguir en el 97.


Para obtener estos resultados, sin em­bargo, el gobierno menemista rebajó apor­tes patronales, subsidió las exportaciones, hace la vista gorda a una retención fabu­losa de impuestos de consumo por parte de lo» capitalistas —es decir, no vaciló en provocar la bancarrota financiera del es­tado nacional y de las provincias.


De cualquier manera, la perspectiva económica no puede deducirse de los indi­cadores de la producción industrial toma­dos aisladamente. Todos los comentaris­tas económicos coinciden en que la más tibia de las ‘recuperaciones’, provocaría un déficit del comercio exterior de 4.000 millones de dólares, como consecuencia del aumento que provocaría de las impor­taciones. Si a ello se suma la remisión de beneficios al exterior, en especial de las empresas privatizadas, el déficit de las cuentas exteriores podría llegar a los 8.000 millones de dólares. Semejante si­tuación provocaría el colapso del balance de pagos del país y la devaluación del peso. La 'recesión’ seguiría.... Es por esto que el debate sobre la devaluación ha cobrado tanta fuerza en las últimas semanas.


Por último hay que considerar la situa­ción internacional, porque mientras el FMI multiplica sus pronósticos ‘optimis­tas’ sobre Argentina, está criticando a Estados Unidos por no haber encarecido el crédito internacional en dólares, en la úl­tima reunión del Banco Central norteamericano. Ese encarecimiento habría afecta­do, por cierto, las posibilidades de la ‘recuperación’ argentina. Al FMI le preocupa, en cambio, el debilitamiento del dólar, el cual podría ser contrarrestado, supone, con un aumento de las tasas de interés a corto plazo en Estados Unidos.


En fin, tomada la situación en su Con­junto, tienen razón los trabajadores cuan­do la perciben como un completo callejón sin salida del menemismo y de los capita­listas.