Políticas

27/8/1998|598

La “revolución agraria” de Menem

Menem se adjudicó en la Rural haber encabezado una ‘revolución productiva’ en la agricultura. “¿Qué otra cosa es sino —se preguntó— el haber aumentado el valor de las exportaciones, desde 1989, en un 140%?” (Página 12, 9/8). Fue apoyado por Jorge Castro, secretario de Planeamiento Estratégico, quien se jactó de una “Revolución de los alimentos y (de) la proyección internacional de la Argentina”.


Para apoyar estas audaces afirmaciones esgrimen la obtención de una cosecha récord de 66 millones de toneladas de cereales y oleaginosas frente a 35 millones de toneladas del período 89/90, y el ascenso de Argentina al octavo lugar entre los productores mundiales de alimentos.


Un fenómeno mundial


El aumento de la producción agropecuaria ha tenido un alcance general en los últimos años, en especial por parte de los EE.UU. La expectativa de consumo del sudeste asiático impulsó este aumento a base de tecnología, biogenética y renovación de maquinarias. Argentina se sumó a la fiebre agroquímica.


El salto productivo se dio al amparo de un fuerte endeudamiento. En el período 91/97 el financiamiento del sector agropecuario creció el 240%. Pero ahora la sobreoferta de granos y oleaginosas y el desplome de los precios por la crisis mundial, cuestionan la capacidad de pago de esas deudas, como ya ocurriera en el período previo al ‘Tequila’donde “el índice de deuda irregular del sector agrícola-ganadero había registrado un incremento del 335%”(La Nación, 14/3). Esto había afectado a los bancos provinciales, quienes tuvieron que dar nuevos préstamos por 2.000 millones de pesos con lo cual incrementaron en 800 millones sus préstamos irregulares. El fantasma de la insolvencia sobrevuela el agro nuevamente aunque el apologista Jorge Castro pretenda negarlo en función de que “la República Popular China tiene 1.250 millones de habitantes y ya es el quinto comprador de la Argentina”(Ambito Financiero, 13/8). O sea que el hombre está fumando sobre un barril de pólvora.


No sólo de pan vive el hombre


El salto de la producción agropecuaria se dio a expensas de tierras destinadas a la ganadería y de la consecuente liquidación de stock.


El resultado fue que “entre el 94 y el 97, el stock disminuyó en 4 millones de cabezas” (Clarín, 8/8). “El número de vacunos llega hoy a 50 millones lo mismo que hace 20 años”(ídem anterior). Se ha producido un fenómeno de liquidación progresiva de novillos de 4 años hacia abajo, lo que está provocando una escasez de novillos grandes que son los requeridos por los frigoríficos para la exportación. Esto se conjuga con una caída de la demanda por habitante de 80 kg. a 62 kg. anuales. Ambas causas concurren a la crisis del sector frigorífico con amenaza de cierres.


Las exportaciones virtualmente se desplomaron: “En el 98 (se exportaron) unas 250.000 toneladas, la mitad del 97, y poco más de la mitad de las ventas externas del 90 (419.000 toneladas) Hasta el 95 las exportaciones argentinas habían ido en alza hasta alcanzar las 500.000 toneladas y muchos soñaban con el millón para el 2000″(ídem). Paralelamente, las expectativas cifradas en la venta a Estados Unidos luego de 60 años de restricciones, se vieron rápidamente defraudadas ya que sólo se colocaron 5.000 toneladas en el 97 y durante el 98 no superarán las 6.000 .


En el momento de alza de precios de la carne a nivel internacional, el aprovechamiento por parte de Argentina es casi nulo debido a la escasez de animales. Mientras el precio de la carne trepó desde un “25% a un 35% el último año y no hay señales de que vaya a descender” (Clarín, 4/8) la recuperación del stock va a llevar un tiempo considerable. La falta de oferta lleva a que el gobierno se plantee la importación de carne e incluso de ganado en pie.


Concentración


El aumento de la producción de granos se dio junto con una feroz concentración de capitales. “En la actualidad, 5 pools grandes, 10 medianos y una quincena de chicos siembran unas 400.000 hectáreas y generan una riqueza productiva cercana a los 200 millones de dólares”(La Nación, 28/2).


La caída de los precios provocará una legión de damnificados, en primer lugar entre los dueños de los campos dados en arrendamiento, a quienes ya se les reduce el precio de los arrendamientos en hasta un 50%; luego los contratistas de máquinas agrícolas, como tractoristas y cosechadores. Este sector, desarrollado al calor de los pools de siembra, representa el 70% de los compradores de nuevas máquinas cosechadoras. La renovación del parque se apoyó en créditos que abarcan al 72% de los compradores, que se debían cancelar con la contratación de su servicio. Como lo señalaba un tractorista a Clarín, la relación con los pools de siembra significaba “tener trabajo asegurado por seis meses” (Clarín, 15/8).


Por su parte, los 30.000 trabajadores temporarios verán amenazada su fuente de trabajo. Es que además de la retracción de los pools, la reocupación de tierras para explotación ganadera presupondrá una disminución de la siembra del orden del 30%.


La caída de la producción agropecuaria desencadenará la ruina de los pequeños productores, por eso Enrique Crotto, titular de la Sociedad Rural, advirtió sobre la posibilidad de ocupaciones de tierra por los despojados. Luego de reclamar que “se repriman las usurpaciones” (Página 12, 9/8) se “solidarizó” “con los productores(terratenientes) de muchos países de América latina y especialmente con nuestros hermanos brasileños y paraguayos, agredidos injustamente por los integrantes de los Sin Tierra” (ídem).


El panorama está bien lejos del paraíso que pretenden vender los Menem y los Castro.