Políticas

29/5/2003|802

La segunda inundación de Santa Fe

Reutemann y sus comités de crisis pilotean ahora la segunda inundación de Santa Fe.


Los campos de refugiados, controlados por el Ejército y la Gendarmería, condenaron a decenas de miles de trabajadores a condiciones de vida infrahumanas. Según “Médicos sin Fronteras”, las familias damnificadas “viven y duermen privadas de sus necesidades y derechos más básicos, sin condiciones mínimas de habitabilidad” (Página/12, 22/5). Son cotidianas “diversas situaciones de violencia, desde maltrato y abuso infantil hasta peleas, provocadas por la desigualdad que se vive en estos lugares generada en el trabajo que hacen los punteros políticos (¡!)” (ídem).


Santa Fe está sumergida en una crisis sanitaria sin precedentes, que los funcionarios se niegan a reconocer, y que por lo tanto no hacen más que agravar. La hepatitis, la leptospirosis, la varicela, las diarreas… El avance de las enfermedades es producto del hacinamiento, de las toneladas de basura que se acumulan en las calles, de los pozos negros desbordados – la mitad de la población carece de cloacas – , de la falta de higiene en los centros de evacuados, de las aguas estancas contaminadas que quedan con el retiro de la inundación. Se ha quintuplicado la cantidad de basura que producía Santa Fe diariamente antes de la inundación. Pero “el sistema de recolección está colapsado y además hay que esperar que los residuos escurran un poco; si se los cargara como están, los camiones dejarían caer un líquido que contaminaría toda la ciudad” (ídem).


Pero el gran pozo ciego es el gobierno. El titular de Cáritas Santa Fe, ajeno a cualquier propósito de “politizar” la tragedia, denunció que “ante los peligros de contaminación, la provincia no ha hecho absolutamente nada. Es como si los funcionarios no quisieran darse cuenta” (ídem).


La doble inundación es literal. El gobierno de Reutemann anunció el comienzo de la construcción del terraplén de defensa que no fue hecho y por donde ingresó el agua a la ciudad, que aportará 45 millones de pesos a la patria contratista local, para fines de julio. Pero dejó de lado la ayuda “para los 15.000 habitantes cuyas viviendas son irrecuperables. Los 400 que fueron destinados a carpas instaladas en una cancha de fútbol cerca del Hospital de Niños viven estos días en el barro, ya que se detectaron deficiencias en el material enviado desde Italia y la lluvia se acumula por la saturación del suelo” (La Nación, 21/5). El aumento de las penurias causadas por el gobierno a la población, no obstante, es superado por la hipocresía de sus funcionarios, que le echaron la culpa a los evacuados: “La gente no hizo las canaletas para que corra el agua” ( Página/12, 20/5).


Cada día de permanencia de Reutemann en el gobierno es un día más de condena para la población santafesina.


Reutemann se tiene que ir y debe ser reemplazado por comités de inundados y trabajadores que asuman el control de la provincia, para imponer el programa reclamado y reconstruir Santa Fe a partir de la satisfacción de todas las necesidades de la población.