En las últimas semanas, el gobierno de Javier Milei dio varios pasos en su política de alineamiento con el sionismo y el imperialismo norteamericano. No solo se trata del viaje a Israel, donde comprometió el traslado de la embajada argentina a Jerusalén y la declaración de Hamas como organización terrorista, sino también de una serie de reuniones y compromisos importantes con referentes de la Casa Blanca.

Aunque no tuvo la misma trascendencia que las imágenes del presidente llorando en el Muro de los Lamentos, es significativa la visita a Estados Unidos del jefe de gabinete, Nicolás Posse. El funcionario se reunió con miembros del Tesoro yanqui, del Fondo Monetario (en vísperas de un desembolso por 4.700 millones de dólares, a cambio de un ajuste más severo), y con el director de la CIA, William J. Burns, acompañado por el jefe de los espías locales, Silvestre Sivori. No se conocen grandes detalles de estos encuentros, pero varios medios aseguran que se discutió sobre la cooperación en seguridad y una potencial compra de aviones.

Por estos días, además, visitó la Argentina el secretario para la región del Departamento de Estado, Brian Nichols, quien sin mayores pruritos blanqueó su preocupación por la influencia de China, Rusia e Irán en la región. Su visita, entonces, fue parte de un intento por resguardar la dominación norteamericana sobre el “patio trasero”, ante el desafío de intereses comerciales y geopolíticos de países rivales. No faltó una reunión con empresarios y otra con la CGT, en la que estuvo el secretario general de la Uocra, Gerardo Martínez.

Nichols se regocijó por las decisiones diplomáticas de Milei, asegurando que “siempre es bueno tener un país amigo de vecino” (Infobae, 7/2). La Casa Blanca, bajo el mandato de Donald Trump, trasladó su embajada en Israel a Jerusalén, que es reclamada por los palestinos como su capital. El gobierno de Joe Biden, a la vez, es el principal soporte de la ofensiva sobre la Franja de Gaza que dejó ya más de 27 mil muertos (en su mayoría, mujeres y menores) y el 80% de sus habitantes desplazados. Cuando Milei despotrica contra Hamas y reivindica el derecho de Israel a hacer lo que le place en el enclave costero, también está haciendo buena letra ante el amo del norte.

De aquí en adelante, hay nuevos hitos planteados, según releva Clarín (2/2): a fines de febrero, el secretario de defensa Lloyd Austin se reuniría con el ministro Luis Petri; en abril, visitaría el país Laura Richardson, del Comando Sur (quien marcara en enero de 2023 el interés norteamericano por el litio, el petróleo y el agua dulce de Latinoamérica). También en abril, habría ejercicios conjuntos entre la Prefectura de Patricia Bullrich y una unidad de la Guardia Costera yanqui; y en noviembre tendría lugar en Buenos Aires una cumbre de Defensa del Hemisferio, promovida por Washington. Fuentes militares le aseguran a la periodista Natasha Niebieskikiwiat que las relaciones están “viento en popa”.

Un capítulo especial merece la llegada en mayo del portaaviones de propulsión nuclear George Washington. Es el principal buque de la séptima flota, con sede en Japón, y ha sido refaccionado para poder abastecer aviones de combate alejados hasta 800 kilómetros, lo que resulta clave en las vastas distancias de la región del Pacífico, donde Washington viene tejiendo un cerco sobre Beijing.

El sometimiento del gobierno argentino al imperialismo, y la profundización de los lazos con el sionismo, corren en paralelo con la agenda doméstica represiva. Bajo el pretexto de un ataque “terrorista” extranjero, se prepara un decreto modificatorio de la doctrina de seguridad para reintroducir a las fuerzas armadas en tareas de seguridad interior.

Rechazamos esta orientación represiva y proimperialista.

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