Políticas

20/3/1997|531

La situación política

La descomposición del gobierno avanza a pasos acelerados:


* Explotó el ‘caso’ de la pista de Anillaco, pagada con fondos reservados de la Presidencia, asentada en tierras fiscales y realizada por personal de la Fuerza Aérea; un hecho que por sí sólo debería llevar al juicio político y a la destitución del presidente.


* Explotó el ‘caso’ Yabrán, que partió al Parlamento y al gobierno en función de la división creciente en la burguesía entre pulpos, mafias y fracciones políticas.


* Explotó el ‘caso’ Branca, que reveló la red de protección de la justicia al contrabando, y horas más tarde el ‘caso’ Ramos, borracho y golpeador. Pero Branca y Ramos son sólo dos de los centenares de jueces nombrados por el Senado a propuesta del Poder Ejecutivo, es decir, de Menem.


* Explotó la crisis en la ‘investigación’ por la muerte de José Luis Cabezas, que llevó a la detención de autores truchos fabricados por el menemismo (a los que no se les reconocen razones para matar a Cabezas) y a una crisis en la policía bonaerense.


* Explotó el encubrimiento del crimen del soldado Carrasco, planificado y organizado desde los mandos superiores del Ejército. Explotó, también, el colosal fraude que está realizando el gobierno con las estadísticas económicas, a las que el insospechado economista yanqui Paul Krugman calificó de “ciencia ficción”.


Todos estos hechos revelan, mas allá de la podredumbre generalizada en la cúpula del poder, que existe una crisis que se extiende a todas las”instituciones” del Estado y que esta crisis está hundiendo al régimen menemista a una velocidad no deseada por oficialistas ni‘opositores’. En la semana que pasó, “el Presidente estuvo muy cerca de una catástrofe política: casi perdió la mayoría parlamentaria cuando el duhaldismo amenazó con plegarse a radicales y frepasistas por la citación legislativa al empresario Alfredo Yabrán” (La Nación, 16/3).


El régimen menemista no ha podido superar ninguno de los problemas planteados con la caída de Cavallo:


* La desocupación sigue creciendo. El gobierno está fraguando las cifras de la ‘reactivación’ con la única finalidad de manipular al electorado. Las suspensiones en la industria automotriz han puesto al desnudo los límites de la promocionada recuperación. El pregonado crecimiento del PBI se publicita sobre la base de datos insustanciales, y de todos modos el gobierno reconoce que las llamadas subas se están desacelerando. El gobierno está cerrando déficits mediante el recurso de endeudarse en forma usuraria en el exterior, en una situación de colapso en ramas enteras de la industria, endeudamiento sin precedentes y quiebra fiscal.


* El parlamento está inmovilizado. El intento de impulsar la flexibilidad laboral por esta vía ha fracasado por completo. El bloque principal del PJ, que responde a Duhalde, no sabe si hundir las posibilidades electorales del gobernador bonaerense atando su destino a Menem, o romper oficialmente con el gobierno para intentar salvarlas.


* Los ‘flexibilizadores’ de la patronal y los ‘flexibilizadores’ de la burocracia sindical no se han puesto de acuerdo, debido a la insistencia de un sector de la patronal en desalojar a las direcciones sindicales de los convenios por empresa. La razón de fondo es, otra vez, la crisis política. Un acuerdo, cualquiera sea su naturaleza, pondría de relieve que el menemismo sólo puede gobernar de aquí en más recurriendo a compromisos y negociaciones. Este tipo de gobierno es incompatible con la agudeza que ha alcanzado la crisis económica, con la amplitud del ataque que las patronales reclaman contra los trabajadores y con los intereses de los bancos, que temen que Argentina no pueda pagar la deuda externa.


La ‘oposición’ al salvataje de un menemismo agotado


Un senador radical presentó, el jueves 6, en la Cámara de Diputados, el pedido de juicio político a Menem por lo de Anillaco, violación a la libertad de prensa, tentativa de reelección, tarifazo telefónico, remate de Yacyretá, privatización fraudulenta del Correo y decretos de necesidad y urgencia.


En horas, “diputados peronistas y radicales sellaron … un trato para cerrarle el camino a cualquier iniciativa de (ese) carácter” y el Frepaso se mantuvo en silencio (Clarín, 16/3). No olvidar que antes que ningún otro, en otro pico de la crisis, Chacho Alvarez planteó que “el Presidente tiene que terminar su mandato, porque de lo contrario nunca vamos a terminar de afianzar la democracia” (Clarín, 29/10).


El senador radical que propuso el juicio político “será sometido a un tribunal de conducta y, con seguridad, alguna sanción caerá sobre él” (Clarín, 16/3), lo que informa sobre el funcionamiento interno de la democracia, pero también sobre la absoluta miseria y el despiste de los ‘opositores’ al enfrentarse a un régimen literalmente hundido. Despiste, porque para la UCR y el Frepaso el derrumbe del plan Cavallo quedó atrás, lo que revela que actúan confiados en los informes truchos de los inversores internacionales, que quieren seguir especulando con la deuda pública.


La ‘oposición’ está vaciando la movilización por el juicio y castigo a los asesinos de Cabezas, es incapaz de liderar la rebelión fiscal de su propia base social, avala y se suma (De la Rúa) a la política de hipotecamiento eterno del país y está lanzada a una campaña electoral cómplice del menemismo. Todo el esfuerzo de la UCR o el Frepaso en contener o desviar la lucha popular tiene por objetivo evitar un derrumbe del régimen menemista con las masas movilizadas, en el que se plantee abiertamente la cuestión del poder.


El papel de esta ‘oposición’, en caso de una quiebra del gobierno, estará dictado en Washington, no en Buenos Aires, y buscará un salvataje del régimen a través de un gobierno de coalición o de salvación nacional, en la línea de los reemplazos de los otros Menem caídos a cada lado del continente.


De cualquier modo, el menemismo está condenado por la crisis mundial, el derrumbe del ‘plan’ Cavallo, sus negociados, sus estafas, sus crímenes y la tenaz lucha del movimiento obrero. Las masivas huelgas docentes en Neuquén y Río Negro —en el primer caso, con un impresionante eco popular—, la lucha de Atlántida, el proceso de movilización en las plantas mecánicas, demuestra que la lucha de los trabajadores se está haciendo más aguerrida, como consecuencia, precisamente, del creciente agravamiento de las condiciones de las masas. Está planteada, más que nunca, la preparación de la huelga general contra los proyectos antiobreros y las reivindicaciones existentes; el impulso a congresos de bases y la unión política práctica de la izquierda y del movimiento obrero combativo.