La fuerte tormenta que azotó a Bahía Blanca el pasado sábado 16 arrasó con la ciudad y especialmente con las barriadas más humildes, dejándolas sin luz y sin agua. Miles de casas con techos volados, paredones derrumbados, árboles arrancados de raíz y postes de luz caídos con los cables por el suelo. Los medios hablan de una turbonada, con vientos de entre 150 km/h y 220 km/h, con probable formación de pequeños tornados en distintos sectores de la ciudad.

El meteorólogo José Bianco declaró que si bien la magnitud de la tormenta es difícil de predecir con anticipación, el Servicio Meteorológico Nacional anunciaba desde el lunes 11 la alerta naranja para el jueves 14 y el sábado 16, y estaba previsto que sería la peor semana del año desde el punto de vista climático.

Según Bianco -que alertó de la magnitud de la tormenta media hora antes- debieron haberse tomado las debidas precauciones, y para poder predecir con mayor precisión y antelación “cada ciudad debería tener su propia evaluación meteorológica, y Bahía Blanca no la tiene”.

A pesar de todo esto, el gobierno no hizo ningún llamado a suspender actividades. El Estado nacional, provincial y municipal están pintados frente a fenómenos climáticos que la tecnología moderna permite pronosticar con alta precisión. Si bien frente a un fenómeno climático como el ocurrido en Bahía los destrozos son inevitables, con la previsión adecuada, podrían haberse reducido claramente los daños.

La mayor tragedia ocurrió en el club Bahiense del Norte durante un festival de patín con un saldo, hasta ahora, de 13 personas muertas y decenas de heridos. Otros clubes sufrieron las consecuencias como Olimpo, Estudiantes, Bella Vista, Tiro Federal, El Nacional o el Club Talleres donde no quedó nada. Hubo desprendimiento de techos en varias escuelas.

Los hospitales y centros de evacuación están colapsados. Pasadas más de 72 horas del temporal casi la mitad de la ciudad no tiene luz. Los colectivos se reestablecieron tres días después con frecuencias de día domingo (con un total de tres colectiveros por línea) y no entran a algunos barrios por los cables y los árboles caídos. Todos los vecinos destacan la ausencia del municipio, del gobierno de la provincia y del de la Nación.

Para la tribuna, el municipio kirchnerista lanzó una web llamada “Emergencia Bahía” para reportar los daños de la tormenta y “hacer un monitoreo”, cuando la mayoría de las señales telefónicas andan mal o no hay internet. Los delegados del municipio en los barrios están desaparecidos. ¡Hay que poner vehículos y personal a relevar los daños en el terreno y llevar la ayuda!

Uno de los problemas centrales es la falta de energía. Hay que poner grupos electrógenos donde sea posible para mitigar el problema y crear centros de emergencia. La empresa Edes tiene que destinar el personal necesario y pagar las horas extras que haga falta para acelerar la reconstrucción de la red de distribución de baja tensión, y los eventuales daños en la red de transmisión de media tensión.

Todas las casas fueron afectadas de una u otra manera. Además, la ausencia de ayuda estatal facilita los sobreprecios de los especuladores que no tienen límite: velas a $5.000, una simple botellita de agua a $2.000, una bolsa de clavos a $16.000, garrafas a $ 7.000; sólo para poner ejemplos. A precios incluso normales reponer un techo de chapa puede salir millones para trabajadores que ganan menos del 10% de esas cifras. Precios inalcanzables para la mayoría. Es responsabilidad del Estado hacer llegar gratis los elementos más esenciales como agua, velas y los materiales de construcción necesarios para que los vecinos de los barrios no sufran estas avivadas.

Milei pasó por Bahía Blanca, no sin antes ir a votar por el derrotado macrismo en Boca, demostrando cuáles son sus prioridades. Sólo dijo sobre la ciudad que “tengo la confianza en que vamos a salir adelante” y se fugó sin comprometerse a nada. La plata que abunda para los banqueros, exportadores y empresarios no está para comprar velas, clavos y chapas para el pueblo afectado por una catástrofe. Eso sí, mandó efectivos del Ejército que no sirven más que para intimidar ante la eventualidad de reclamos masivos y lavarle la cara a los represores.

Kicillof tiene la mira puesta en que el presidente autorice un Aporte del Tesoro Nacional (ATN), y de esa manera patea la pelota afuera y no se hace cargo de sus responsabilidades. El gobernador de “la patria es el otro” sólo hace discursos cuando el pueblo bahiense necesita ayuda concreta. Lo mismo le cabe a Susbielles, el intendente camporista.

Los mismos vecinos se están ayudando mutuamente frente al caos generalizado en que está inmersa Bahía Blanca. Solo los trabajadores la van a sacar adelante esta crisis. Con organización, poniendo en pie asambleas en cada barrio para elaborar los reclamos dirigidos a todos los niveles de Estado. Preparemos una gran manifestación popular que lleve esos reclamos al municipio. Esa es la tarea que emprenden con toda su energía las compañeras y los compañeros del Partido Obrero y del Polo Obrero.

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