Políticas

24/6/1987|187

La tortura, la violación y el crimen son constitucionales

¿Usted se sorprendió por el fallo de la Corte Suprema? Claro que no. Solo se sorprendieron los ilusos, los que creen en la demagogia de la burguesía sobre la voluntad popular y la independencia de los poderes. Pero ni el Estado se rige por la voluntad del pueblo ni existe entre los organismos de aquél ninguna independencia. El Estado cumple con la exigencia del imperialismo y de la burguesía, cuya consigna es siempre: ¡defender los aparatos armados que defienden nuestro derecho a la explotación y a la superexplotación! Los ministros de la Corte ni siquiera han reparado que, si usan la “obediencia debida” como pretexto para la impunidad, ella no justifica que los que de este modo confiesan su delito sigan a la cabeza de las fuerzas armadas. ¡Pero es así como será!

Reagan felicitó a Alfonsín por su conducta en “semana santa”, ahí están los resultados. Pero en semana santa, Alfonsín le pidió socorro a Reagan, quien fue quien garantizó toda la operación del acuerdo.

Lo importante de todo esto es que constituye una colosal escuela de política para el pueblo argentino. Con atrocidades como éstas la masa popular comienza a comprender el carácter de clase capitalista del Estado y la imposibilidad de “corregirlo” por vías parlamentarias, cuya impotencia total se reveló en la crisis militar.

Esta bien, la Corte abolió el estado de derecho. Dio estado jurídico a la realidad. Bajo el capitalismo el estado de derecho es una ficción.