La única verdad: El morenismo fue sionista, monárquico, pro-inglés y antisemita
Seguir
Sin dejar traslucir el menor síntoma de vergüenza, la dirigente del Mst, Mercedes Petit, escribe en el periódico Semanario Socialista (27/7), que “desde el siglo pasado el movimiento obrero mundial, con los revolucionarios judíos al frente, combate al sionismo…”. La finalidad principal de lo que pronto se verá no es más que una catarata de mentiras, es ocultar las posiciones reaccionarias que, sistemáticamente, ha mantenido su corriente, el morenismo, y en especial su fundador y exclusivo “inspirador”, Nahuel Moreno.
Cualquier persona que tenga una mínima información sabe que el “movimiento obrero mundial” ha sido, desde hace más de medio siglo, pro-sionista en forma casi permanente. La socialdemocracia y los partidos comunistas apoyaron la partición de Palestina, resuelta por las Naciones Unidas en 1948, y la creación del Estado sionista. La “guerra de liberación”, librada por el sionismo contra los palestinos y los Estados árabes a partir de esa fecha, fue abastecida militarmente por Stalin a través de Checoslovaquia. El propio “trotskismo”, una vez consumada la partición, defendió el derecho de los judíos a su propio estado, el Estado de Israel, y como consecuencia de esto creó, más adelante, la Organización Socialista Israelí, que como lo indica su nombre lucha por el “socialismo” en los marcos del Estado sionista y, de ningún modo, a través de la destrucción de los dos estados nacidos de la partición, el sionista y el jordano, y, por lo tanto, por medio de la lucha por la autodeterminación y unidad nacionales de Palestina. Hasta donde sabemos, sólo la corriente del Partido Obrero planteó la reivindicación de la destrucción del Estado sionista, desde 1967, dos años después de su fundación (ver Política Obrera, Nº 17, 28/6/67), y más tarde la OCI, de Francia, la cual fundó, en l970, precisamente la Liga Obrera de Palestina.
La corriente morenista planteó durante más de treinta años que los trabajadores del mundo debían (textual) “apoyar el derecho del pueblo judío a la autodeterminación y a tener su propio Estado en el marco de una Federación de Estados Socialistas del Medio Oriente” (cita del periódico Avanzada Socialista, del PST de Argentina, 10/10/73). La fecha de la cita está escogida ex profeso para mostrar al lector (y a la impostora que afirma lo contrario) que el morenismo defendía políticamente la reivindicación fundamental del sionismo aun después de cuatro guerras en Palestina —la del 48-49; la de 1956; la de los “seis días”, en 1967; y la de 1973. Agreguemos que el morenismo continuaba siendo confesadamente sionista aun casi una década después de la fundación de la OLP, cuya carta fundacional reclamaba una “República única, democrática y laica de Palestina”. Es decir, que el “movimiento obrero mundial” de Mercedes Petit, se enfrentaba con posiciones reaccionarias al movimiento nacionalista pequeño-burgués de Palestina.
Pero la defensa del “derecho del pueblo judío a tener su propio Estado”, no solamente significaba apoyar todas las guerras libradas por este Estado en su propia defensa; no solamente significaba, también, apoyar todas las medidas de expropiación forzosa impuestas por el sionismo contra los árabes palestinos necesarias para asentar un “estado propio”. Significaba, además, defender y apoyar a la otra pata de la resolución de partición de Palestina: la creación del Estado jordano, entregado por los ingleses a la monarquía beduina de la rama hachemita. Desde poco después de 1948 existe un pacto inviolable de esta monarquía con el sionismo, como acaba de publicarlo toda la prensa mundial sin excepción, con motivo del reciente acuerdo de “no beligerancia” entre Jordania e Israel, que incluso prevé la entrega de la custodia de los “lugares santos” al monarca jordano, Hussein. Una de las variantes que se contemplan para el futuro de los “acuerdos de paz” entre Israel y la OLP es, precisamente, que los palestinos pasen a formar una Confederación con la monarquía hachemita.
Al defender la reivindicación histórica del sionismo, el morenismo defendía de hecho, inevitablemente, la existencia “nacional” de la monarquía jordana y, con ello, a esta criatura del imperialismo inglés en la región. Como se puede apreciar, el “combate”, nada menos que “desde el siglo pasado”, del “movimiento obrero mundial” (eufemismo para designar al morenismo) “contra el sionismo”, constituye un miserable ocultamiento de las posiciones sionistas, monárquicas, pro-británica y pro-Onu del morenismo.
Pero el prontuario morenista no termina aquí…
En 1980-1, en una de sus acostumbradas volteretas organizativas, los morenistas llegaron a un acuerdo con la ya mencionada OCI de Francia, con la cual formaron un Comité Internacional. París le dio vuelta, entonces, la cabecita a los impostores, convirtiéndolos en partidarios de la “destrucción del Estado sionista”. ¡Y con qué fanatismo! Como auténticos renegados, se pasan de rosca a la hora de metamorfosearse.
N. Moreno saca dos conclusiones básicas de sus novísimas posiciones. La primera es que hay que echar a los judíos al mar, convirtiéndose así en el primer marxista conocido claramente antisemita y genocida. En la revista “Correo Internacional”, de setiembre de 1982, N. Moreno escribe lo siguiente: “Uno de los problemas básicos de la guerra que, bajo diversas formas, se desarrolla desde hace 34 años, es la disputa sobre quién tiene derecho a permanecer en Israel… Pero si (el Estado sionista) es destruido por la guerra palestina significará que los sionistas salgan de Israel y, con ellos, quienes les dan su base social y política. Esta consigna fuera los sionistas es decisiva…” ¿Quiénes componen la “la base social y política” del sionismo? Pues los pobladores judios. “Si se quiere insinuar, dice Moreno, que la constituyente se haría con pobladores judíos no sionistas, implícitamente ya hemos respondido antes. Esos habitantes imaginarios no existen”. Conclusión: la destrucción del Estado de Israel ¡significa para Moreno la expulsión forzosa de tres millones de personas! Esto demuestra que el inspirador teórico de Mercedes Petit, no era más que un compañero de ruta del stalinista cambodiano Pol Pot. El pobre Moreno ni se había dado cuenta, siquiera, que cuando la OLP reclamaba una República laica, tenía en cuenta, precisamente, la perspectiva de abrigar en un mismo Estado nacional a las distintas confesiones y nacionalidades, abriendo así una vía de salida a la impasse histórica inevitable que deberían enfrentar, y que ya enfrentan, los trabajadores judíos de Palestina.
Lo que resulta imperdonable del inmoral travestismo ideológico de Mercedes Petit, es que todo esto ya lo dijimos y ya lo escribimos en vida de Moreno, muy recientemente, en fecha tan próxima como mayo del 84 (ver Prensa Obrera Nº 55, 56, 57 y 58), sin que el susodicho nos respondiera en aquel momento, como tampoco lo hace Mercedes ahora, algo que es una verdadera obligación por más “petite” que Mercedes sea. Cuando Moreno se convirtió, de este modo, al antisemitismo militante, entendía por Estado no racista en Palestina… ¡al estado de una raza sola! Por eso llega a decir que “hoy el racismo árabe es progresivo”, algo que constituye una verdadera animalada en un partidario de la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Moreno convertía en una monumental burrada las expresiones marxistas del tipo “defendemos al oprimido contra el opresor, aun cuando el primero sea racista y el segundo liberal o democrático”, es decir, no porque sea uno racista o el otro democrático, sino a pesar de ello, es decir, porque elevamos a un plano superior la distinción histórica y objetiva de opresor y oprimido.
En forma simultánea con esta posición, Moreno abogaba para que los trotskistas se disolvieran en la OLP, con el argumento casuístico de que la OLP no era una organización política sino la nación palestina como tal. Rabin, Kissinger y Clinton llegaron a la misma conclusión y decidieron firmar los “acuerdos de paz”, que el Mst apoya por ser “triunfos parciales que pueden ser aprovechados para luchar por los objetivos históricos” (ver nota en la página de al lado), con el presidente de la “nación palestina”, Arafat, que de este modo no habría capitulado ante nadie sino solamente concretado un mandato nacional. No importa para los morenistas que la mayoría de la población palestina se oponga a los acuerdos firmados bajo el patrocinio yanqui. La realidad histórica se ha encargado de desmentir, entonces, la caracterización de Moreno de la OLP, confirmando con ello que el morenismo tiene el récord histórico de desmentidas históricas.
Esta es la verdad, Mercedes, la única. Y quizá sepas que la verdad es la condición humana y política del revolucionario.