Políticas

20/11/1997|565

La venta del Nación y la cuadratura del círculo

El anuncio de la privatización del Banco de la Nación ilustra la desesperación en que ha caído el gobierno menemista ante el agotamiento de la‘convertibilidad’.


* En nombre de ‘reforzar el fondo anticrisis’ se apresta a liquidar su principal instrumento ‘anticrisis’: durante el ‘tequila’, el Banco de la Nación le sirvió al gobierno para sostener al conjunto del sistema financiero y otorgar a los bancos ‘generosos préstamos’ a tasas inferiores a las entonces vigentes en el mercado. Muchos de estos fondos nunca fueron reintegrados, porque el Nación fue obligado a prestarles, incluso, a los bancos que fueron a la quiebra.


* En nombre de ‘reducir las tasas de interés’, el gobierno se apresta a liquidar el único banco que le ha servido para prestarles, a tasas subsidiadas y con ‘generosas refinanciaciones’, a sectores importantes de la burguesía argentina y de la pequeña y mediana empresa que, según reconoce Roque Maccarone, su presidente, “de otra manera, no hubieran tenido acceso al crédito bancario” (Clarín, 8/11). Recientemente, por ejemplo, el Banco tuvo que proceder a la refinanciación del 80% de sus préstamos al sector agropecuario, que alegaba no tener condiciones para devolverlos.


* En nombre de ‘defender la convertibilidad’, el gobierno se apresta a quedarse sin el banco que ha utilizado sus propias reservas de dólares —los depósitos de sus clientes— para sostener la ‘paridad 1-1’ frente a los ataques especulativos que sufrió el BCRA al inicio de la‘convertibilidad’ y que, mediante manganetas contables —préstamos al Tesoro—, sirvió para ‘truchar’ el cálculo de las reservas del BCRA.


* En nombre de la ‘competencia’, el gobierno se apresta a crear un banco privado —y extranjero— de dimensiones tan colosales que será el amo indiscutido de todo el negocio bancario y de las jubilaciones privadas.


La desesperación del gobierno menemista es evidente, cuando se considera que anuncia la privatización del mayor banco nacional en momentos en que la crisis de las bolsas plantea el derrumbe de la política de privatizaciones a nivel mundial. ¿Quién, sino un desesperado, saldría a vender su auto o su casa precisamente cuando sus precios están bajando brutalmente?


Un ejemplo reciente demuestra el derrumbe de la política privatizadora: la venta de la compañía de electricidad de San Pablo, que el gobierno brasileño presentó como una ‘muestra de confianza’ en medio del derrumbe de las bolsas, fue un completo ‘bluff’: los fondos para la privatización fueron aportados por el propio Estado, para impedir el fracaso de la ‘subasta’. Con las acciones de YPF cayendo de 38 a 30, ¿qué espera obtener el gobierno de la privatización del Nación?


Digamos, de paso, que la crisis bursátil inviabiliza, también, la ‘propuesta’ del Frepaso-UCR de vender el 49% de las acciones del Nación en la bolsa … con el agravante de que muy difícilmente un capitalista esté dispuesto a invertir semejante capital si no le dan el control del banco.


Más aún, la ‘iniciativa’ de privatizar el Nación no cuenta con el respaldo de ningún sector significativo de la burguesía argentina. Ni siquiera la banca, incluida la banca extranjera, la respalda. “‘En verdad, nadie está muy convencido de una privatización total’ confió a La Nación un banquero que participó ayer de la habitual reunión que cada miércoles realiza la directiva de la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba) (…) A los representantes de los bancos extranjeros (…) también les asusta que pueda llegar alguien y quedarse de golpe con 500 casas y privilegios” (La Nación, 13/11).


El propio Maccarone pone en evidencia que la privatización del Nación es una medida desesperada, cuando afirma que después de su venta, será imprescindible “crear otro organismo financiero oficial” para que actúe como agente financiero del Estado y para que canalice el crédito oficial “hacia el campo, la industria y las pymes” (Clarín, 8/11). En otras palabras, después de privatizarlo, será necesario volver a fundar el Banco Nación.


¿Por qué?


Si la privatización no es una ‘salida’, ¿por qué el gobierno menemista se empeña en deshacerse del Banco Nación? Porque la política capitalista —préstamos a bancos en quiebra, utilización de sus depósitos en dólares para sostener la ‘convertibilidad’, préstamos subsidiados a la oligarquía agropecuaria y a los grandes capitalistas— ha reventado al Banco Nación. Hoy, sus índices patrimoniales y de solvencia son los “peores de todo el sistema financiero” (Página 12, 9/11). El 25% de su cartera de créditos presenta algún grado de morosidad (contra el 10% de los bancos privados) y el 10% de sus créditos es directamente irrecuperable (contra el 2% de la banca privada). Mientras los bancos privados han realizado previsiones equivalentes al 60% de su cartera irregular, el Nación ha previsionado, apenas, el 45%. Con la gravedad del deterioro patrimonial que traducen estos índices, la situación real puede ser, todavía, mucho peor, como lo revela el descubrimiento de serias irregularidades en el banco, que motivaron relevos en su directorio (Buenos Aires Económico, 17/10).


El deterioro patrimonial del Nación ha llegado al punto en que el gobierno podría verse obligado a utilizar fondos del presupuesto para sostenerlo. Exactamente eso es lo que están haciendo los radicales en el Banco de la Ciudad de Buenos Aires —han desviado 100 millones de pesos de la recaudación impositiva de los porteños al patrimonio del banco— y, en una medida muy superior, en Córdoba: según La Mañana de Córdoba (4/11), el presupuesto de Mestre tiene comprometidos 275 millones de pesos para capitalizar el banco provincial. Está claro que quienes, como la Sociedad Rural o la UIA, reclaman que el Nación se mantenga como ‘un banco estatal de fomento’, están reclamando que sea la población explotada, por medio de sus impuestos y un recorte todavía mayor del ‘gasto social’, la que ‘capitalice’ el banco y banque la continuidad de los créditos subsidiados a los capitalistas.


La crisis de las bolsas —y la consiguiente restricción y encarecimiento del crédito internacional— liquida la posibilidad de seguir financiando el déficit fiscal por la vía del endeudamiento. La Tesorería ha debido pagar tasas altísmas para colocar letras de deuda. El sostenimiento del Banco Nación por el Estado agrava el déficit fiscal y la deuda pública. Esto explica que el único que ha salido a respaldar abiertamente la privatización del Nación haya sido el FMI. Pero mientras dure la crisis de las bolsas, la venta del Nación sólo podría hacerse a precios de regalo. En otras palabras, aun cuando lograra desprenderse del Nación, el gobierno menemista no lograría resolver el agujero del déficit público.


La cuestión del Banco Nación pone en evidencia el completo agotamiento de las ‘salidas’ alternativas a la ‘convertibilidad’ ménemo-aliancista.