Políticas

29/5/1990|304

Plebiscito bonaerense

La vereda del NO, por el SI

El plebiscito convocado para votar la reforma de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, ha puesto en un duro aprieto a la “vereda de enfrente” Carlos Auyero, de la Democracia Popular, Estévez Boero y Raúl Dellepiane, de la Unidad Socialista, Leónida Gassoni, de Coninagro y Juan Mazar, de la CGE, se pronunciaron abiertamente por el SI a la reforma en una encuesta realizada por el diario Clarín el pasado domingo 20 Auyero y Dellepiane elogiaron la “modernización” y el “contenido progresista” de esta reforma Más prácticos, Nazar y Gassoni apoyaron la posibilidad que la reforma otorga a los municipios para levantar nuevos impuestos. Estos políticos y estos empresarios integran la “vereda de enfrente” según la clasificación efectuada hace un mes y medio por Solidaridad Socialista, el periódico del Mas, que la describía como yendo “desde la CGE hasta los trabajadores pasando por la burocracia sindical”.

Este sector de la “vereda de enfrente” se apresta a convalidar con el SI la política cafiero-alfonsino-menemista, so pretexto de la reforma constitucional. Después de todo, un gobierno que es capaz de modificar nada menos que la organización del Estado en términos “progresistas”, no puede ser tan antinacional o antipopular como aparenta, o en todo caso es susceptible de ser corregido y hasta transformado. La defensa del Estado ha producido así esta mutación, para nada milagrosa, de “la vereda del no” a “la vereda del sí”. De paso se hicieron pelota las baldosas de las “veredas” como si por encima les hubiera pasado una dotación de Gas del Estado o de ENTel.

Todo esto prueba una vieja verdad sociológica y política: la pequeña burguesía y la burguesía nacional se cruzan de vereda tantas veces como les resulta necesario para la defensa de sus intereses de clase. La pretensión de clasificarlas irrevocablemente en el campo revolucionario, o aún menos, en el campo de los llamados “enemigos del ‘ajusta”‘, es una tontería doctrinaria refutada por la historia.

Pero como ya ocurriera en oportunidad del plebiscito del Beagle, las deserciones en la “vereda del no” son mucho más amplias. Eduardo Sigal, por ejemplo, del partido comunista, evita pronunciarse por el No a la reforma, en la misma encuesta de Clarín. “Vamos a impugnar el plebiscito y a reclamar una Asamblea Constituyente”, dice Sigal escapándose por la tangente. En el Beagle el PC votó por el SI, el planteo de Sigal hace presumir ahora una abstención o voto en blanco. Un planteo similar tendría la Idepo, que lidera Néstor Vicente, un enamoradizo de la “vereda del no”, pero inconstante como la luna, según el reproche de Romeo a Julieta en la obra de Shakespeare. Por fin, para cerrar este “retrato de vereda con ausentes”, está el PTS, partidario de la abstención, la cual además de costarle su buena multa y dolores de cabeza al ciudadano habilitado, favorece el proyecto cafiero-menemista.

La “vereda del no” ha abortado antes, naturalmente, de su primer gemido, a pesar de que la interrupción del embarazo se encuentre prohibida en el artículo 9 de la confesional reforma de Cafiero, Storani y Alfonsín. Fracturas similares ocurren, por supuesto, en la “vereda del sí”, donde muchos votarán por el no. pero esto sólo puede sorprender a quien ignora que los explotadores son una clase dividida por la billetera. La deserción de los charlatanes centroizquierdistas y democratizantes de la campaña contra la reforma constitucional ayuda a clarificar las posiciones políticas dentro del llamado “campo popular” y muestra la necesidad de la completa independencia que deben tener los explotados respecto a los pequeño-burgueses Las contradicciones políticas en el campo oficialista delatan la profundidad de la desintegración que sufre el Estado burgués.

La política de la “unidad” de “la vereda del no” es simplemente la adaptación de la izquierda a la pequeña burguesía y a la burguesía. En lugar de esto llamamos al PC, al Mas y a todos los luchadores a votar No a la reforma bonaerense y a hacer una campaña política común que tenga por eje, no el problema constitucional, sino las luchas populares por el pan y el trabajo, es decir las luchas de masas objetivamente enderezadas contra el Estado capitalista.