Políticas

5/6/1997|542

La victoria de Jujuy

En Jujuy no ocurrió nada de lo que dicen los diarios: “acuerdo”, no lo hubo; “soluciones”, tampoco. Los 12.579 puestos de trabajo que los piqueteros arrancaron al gobierno, no pasan de una promesa, porque el gobierno menemista es incapaz de generar esos puestos, sea bajo la forma del ‘plan Trabajar’ o de los ofrecimientos que hicieron los ministerios de Salud y de Bienestar Social de la provincia. No pudo haber habido ‘soluciones’, simplemente porque el menemismo no puede darlas; no pudo haber habido ‘acuerdo’, simplemente porque el pueblo jujeño reclama un trabajo estable y digno, y eso no fue ‘ofrecido’ por nadie. Se ha llegado a una tregua o compromiso.


Los piqueteros jujeños dejaron “expresa constancia de que los puestos de trabajo y subsidios ofrecidos son totalmente insuficientes para responder satisfactoriamente a los reclamos realizados por cada comunidad”.


La verdadera victoria de los explotados de Jujuy fue que obligaron con su movilización cada vez más profunda al retiro de la gendarmería. En segundo lugar, que organizaron decenas de comités a medida que crecían los cortes de ruta. En tercer lugar, que dejaron establecido lo siguiente: “1) Levantar los cortes de rutas, pero mantener la medida de fuerza con la libertad de acción que cada piquete disponga”. La victoria en Jujuy consiste, entonces, en que ha quedado establecido un poder organizado de las masas, que permitirá ejercer una vigilancia popular sobre el poder del Estado y que servirá para impulsar movilizaciones futuras más profundas todavía, en la lucha por obtener una verdadera satisfacción a las reivindicaciones.


No es “La Iglesia el único poder instituido efectivo que queda en la provincia”, como pretende Eichelbaum de Clarín (1/6), porque el clero no ha podido prevenir el levantamiento a pesar de que cuenta con un templo en cada pueblo. Es un ‘mediador’ útil para el Estado capitalista jaqueado por los trabajadores; lo que ha ocurrido en Jujuy es el crecimiento de un poder popular al lado del poder en crisis del Estado.


Al igual que las rebeliones populares de Cutral Co y de Tartagal, el levantamiento del pueblo jujeño puso al desnudo el carácter parasitario del monopolio capitalista que explota esa región desde hace interminables décadas. El diario ‘anglo-criollo’ The Buenos Aires Herald (1/6), no titubea en decir: “Todos los alrededores de la ciudad de Libertador pertenecen a la compañía azucarera. A lo largo de millas y millas, no solamente los campos de azúcar sino también la tierra en barbecho es de Ledesma. El nombre del distrito —Ledesma— dice mucho: no queda un acre libre para establecer otra fábrica o plantar un nuevo cultivo”.


El documento que levanta los cortes menciona una “propuesta de la Pastoral Social referida a las tierras públicas y privadas ociosas”. La vaguedad extrema de los términos no logra disimular que la rebelión popular ha puesto en cuestión el régimen de propiedad. Pero no son las tierras marginales que aún conserva el fisco o las hectáreas sin cultivar de los Ledesma, lo que resolverá la situación de las masas. Hace falta una reorganización integral de la provincia que acabe con el monopolio y su correlato el monocultivo, para lo cual es necesaria la confiscación de los monopolios azucareros de Jujuy.


En la Argentina ‘neoliberal’ de Menem, de las privatizaciones y de la extranjerización, las masas han puesto sobre el tapete la irracionalidad de la propiedad privada de los medios de producción.


Jujuy mide el enorme progreso que ha tenido el pueblo argentino desde el primero y segundo Cutralcazo. Lucha creciente. Cada vez más profunda. Desarrollo de la organización. Un programa.


El Partido Obrero llama:


A extender la organización de los desocupados a todo el país; a preparar un congreso nacional de organizaciones de desocupados; a multiplicar los cortes de ruta en la lucha por los reclamos del pueblo; a realizar un corte nacional de rutas a partir del próximo 26 de junio, cuando se cumple el aniversario del primer cutralcazo;


A reclamar a las centrales obreras un paro nacional;


A reivindicar la renacionalización de YPF, sin indemnización y bajo control obrero, y la expropiación de los monopolios azucareros de todo el norte argentino, para proceder a una radical reorganización social de esas empobrecidas provincias.


Se imponen, también, conclusiones políticas de carácter más general. Hay que quebrar el monopolio político de los partidos patronales, cuya naturaleza anti-obrera se ha puesto de manifiesto en los cortes de ruta. Hay que disputarles el control ideológico y organizativo de las mayorías populares. Hay que desenmascararlos en nombre de una alternativa obrera independiente. Es una tarea esencial para alcanzar el objetivo estratégico de la conquista del poder político para la clase obrera y sus aliados sociales.