La victoria de un gran levantamiento popular
Por un congreso de trabajadores
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Las puebladas de Mosconi, Tartagal, Aguaray y Pocitos, han sido un verdadero y masivo levantamiento popular que profundiza el proceso de ascenso de las luchas obreras.
El conflicto se produce por la falta de una solución de fondo a los reclamos de los anteriores cortes (sólo se concedieron planes Trabajar de carácter temporario, con salarios cada vez más reducidos), con el agravante de que los planes vencían y una gran parte de ellos no iban a ser renovados. Paralelamente, los empleados públicos venían de cobrar su primer sueldo con reducciones salariales (una parte sustituida por tickets alimentarios), y una suma de constantes atropellos, como la amenaza de desalojos a numerosos vecinos que no pueden pagar sus cuotas, o el vaciamiento hospitalario. Todo el mundo señala que mientras las petroleras anuncian beneficios de centenares de millones de dólares, en la zona se profundiza la degradación social.
La evolución de los trabajadores
Si se compara esta pueblada con los cortes del ’97 y el ’99, lo que se observa es lo siguiente:
a) En el ’97 el movimiento tuvo un carácter multisectorial. La Comisión de Vecinos tenía delegados de los desocupados y de diversas organizaciones de los trabajadores, pero también de los comerciantes y de los empresarios madereros. En la lucha del ’99 y en la actual también, se conformó un cuerpo de delegados pero sólo era representativo de los sectores explotados (desocupados, docentes, etc.), o sea que tuvo un carácter más definidamente clasista.
b) En el ’97, Marcelino Gerez, un periodista vinculado al PJ y con posturas conciliadoras y democratizantes, que contó con el apoyo de la actual Izquierda Unida, se transformó en el líder más reconocido de la lucha y fue el que por todos los medios actuó como vocero de los sectores pequeño burgueses y patronales representados en la Comisión de Vecinos.
En la pueblada reciente, Pepe Barraza, reconocido dirigente del PO en la zona, fue elegido como el representante general, reconociendo su rol de organizador y el programa con el que el PO ha venido interviniendo en los diferentes conflictos. El petitorio de los 31 puntos se conforma fundamentalmente por la influencia del PO y a partir de la intervención como delegado electo de Pepe Barraza.
c) La lucha del ’97 tuvo un carácter masivo; la del ’99 fue inferior en cantidad de gente, pero muy aguerrida y sobrellevó la represión policial. La reciente pueblada tuvo los dos ingredientes: fue originalmente un corte improvisado pero la intervención de los trabajadores a partir de que se produjo la represión fue la acción más masiva de la historia local; la población se volcó como nunca lo había hecho antes a enfrentar la represión gubernamental, y logró vencerla, al recuperar la ruta, y al obligar al gobierno a recular y tener que ir a una negociación con los dirigentes electos en una asamblea popular.
El fracaso político del gobierno nacional y provincial
La política de los gobiernos provincial y nacional era aplastar a los piqueteros. Por eso Romero, mientras daba piedra libre a la represión, se iba de vacaciones a Israel. El gobierno nacional, por su lado, enviaba la gendarmería y planteaba no negociar nada si no se levantaba el corte. Era claro que la resolución del petitorio original significaba una miseria, pues los salarios adeudados sumaban 160 mil pesos y la continuidad de 200 ó 300 planes era irrisoria. La cuestión era política. Tanto el gobierno nacional como el provincial querían escarmentar a los trabajadores de una de las zonas más combativas del país, para que sirviera de lección al resto de los trabajadores. Creyeron que podían hacerlo porque inicialmente el corte estuvo relativamente aislado, incluso deliberadamente por parte de algunos punteros del PJ, que bloqueaban la intervención del PO, y también de punteros de la Alianza, que procuraban que otros reclamos, como el conflicto docente, no empalmaran en una lucha común con los desocupados.
La represión y la acción política de las masas
Las fuerzas represivas fueron con la idea de dar un paseo. Todo el pueblo estaba ocupado previamente por las fuerzas represivas: la iglesia, el hospital había quedado a cargo de oficial de gendarmería, el cuartel de bomberos había sido ocupado para que no se pudieran usar las sirenas de alarma. Una vez concretado el desalojo, los gendarmes se sacaban fotos en la ruta y festejaban; sus oficiales hablaban de “tarea cumplida”. Sin embargo, los piqueteros lograron reagruparse y resistir durante 2 horas. Cuando amaneció y la población tomo conciencia de lo que ocurría se produjo la reacción. De todos los pueblos (Pocitos, Aguaray), pero particularmente de Tartagal decenas de miles de trabajadores mostraron a las fuerzas represivas el odio contenido, su solidaridad con los piqueteros, y toda la bronca en relación a la política de hambre y entrega que han venido llevando los gobiernos del PJ y la Alianza.
La reacción popular fue masiva. El rol de las mujeres y la juventud fue decisivo. Algunos medios denunciaron saqueos y hechos vandálicos. Si bien se quemó y se saqueó la municipalidad y sus reparticiones o el banco Macro (ex Banco Provincia), la gente sólo castigó a las instituciones que simbolizan el poder político y cuyos integrantes estaban escondidos esperando que la represión cumpliera su tarea. En medio de muchas acciones, se deliberaró si se entraba a supermercados o casas privadas, y fue rechazado (no se saqueó ningún comercio) e impedido por los sectores más combativos y lúcidos del activismo. Hubo en este terreno una conciencia política clasista a pesar del hambre que embarga a importantes sectores de la población.
La acción popular permitió recuperar el cuartel de bomberos y luego el hospital, donde se volvió a colocar al personal a cargo para que atendiera a los heridos del pueblo. Se llegó a ocupar la comisaría, donde su jefe fue obligado a que una comisión de mujeres inspeccionara las celdas para ver si había detenidos, y finalmente se volvió a recuperar la ruta. Las acciones de heroísmo de trabajadores anónimos fueron incontables, lo que terminó desconcertando aún más a las fuerzas represivas, que fueron aisladas y rodeadas por decenas de miles de trabajadores. Cuando se impuso la tregua en las acciones, se pasó a funcionar con el método de la asamblea popular, con delegados electos y mandatados.
El acuerdo es una victoria, pero no una salida
Que los gobiernos nacional y provincial hayan tenido que recular y negociar con una comisión de delegados electos en una asamblea popular, constituye una de las derrotas políticas más importantes que ha sufrido el gobierno De la Rúa y también el gobierno de Romero. Esto va a agravar la crisis política de conjunto, pues puso de relieve la enorme debilidad del régimen político actual para imponer sus planes.
En el petitorio que elaboraron los trabajadores se combinan reclamos muy importantes, como la libertad de los detenidos y el levantamiento de cualquier causa contra los trabajadores; la creación de 15 mil puestos de trabajo genuinos; la elevación de los salarios de los actuales planes Trabajar; la reducción de la jornada laboral de 12 horas a 8 en las petroleras, para incorporar trabajadores desocupados a esa área; la triplicación de las regalías que pagan actualmente las petroleras; reinvidicaciones históricas de los aborígenes relativas a la propiedad de la tierra; un conjunto de obras públicas, y la industrialización de las riquezas petroleras y agrícolas, que significaría, en caso de realizarse, una completa reactivación económica en la zona; figuraban también todas las reivindicaciones docentes rechazando el plan de ajuste y de reducción salarial. Combinadas con éstas figuraban reinvidicaciones de compre local, subsidios a las Pymes locales, y el reclamo de intervención a los municipios.
El acuerdo arribado tiene las características de los acuerdos anteriores, donde el gobierno sólo se compromete a mantener los planes Trabajar vigentes hasta el mes de diciembre y con un salario de 160 pesos, que quedarán para ser administrados por Caritas. La iglesia obtuvo una poderosa arma para manipular a la población, y ante el desprestigio de los partidos tradicionales se transformó en el principal partido de los capitalistas. Si bien se logró la libertad de los detenidos y que no se abrieran causas, las demás reinvidicaciones quedaron como promesas a ser estudiadas, salvo las que se refieren a los créditos y subsidios a las Pymes locales, alrededor de los cuales la Alianza pretenderá rearmar su influencia política en la zona y sostener su base social pequeñoburguesa.
La salida a las reinvidicaciones de los trabajadores está esbozada en el petitorio elaborado en la asamblea popular. La privatización de YPF es la madre de toda la crisis en la zona. Por eso, la lucha por su renacionalización bajo control obrero, para poder abrir paso a un plan de industrialización de los recursos petroleros y gasíferos, es la reivindicación central que debe presidir cualquier programa obrero que pretenda dar salida a la falta de trabajo y a los bajos salarios, y al propósito de contar con los recursos para rescatar la educación, la salud y la obra pública que beneficie las condiciones de vida de los trabajadores.
Para avanzar en esta dirección es necesario darle continuidad a la organización coordinada de delegados mandatados de los pueblos y de los diversos sectores explotados, para controlar el cumplimiento del acuerdo, para continuar la lucha por los reclamos insatisfechos y, como lo ha señalado Pepe Barraza en el reportaje, para convocar a un Congreso de Trabajadores para discutir una salida de fondo a las reinvidicaciones de los trabajadores, que sólo se podrá hacer si los explotados se transforman en un factor de poder y se dotan de los instrumentos y el programa para imponerlo.