Políticas

27/11/2008|1065

Las AFJP son un robo

Adolfo Prat Gay, el economista de Carrió, aportó un dato demoledor sobre las AFJP, aunque con el objetivo de defenderlas (“mal menor”), con lo que su denuncia lo convierte en un embustero.

“A valores de hoy, los afiliados llevan pagados casi 30.000 millones de pesos en comisiones como contrapartida de la administración de sus ahorros que, bien valuados, no llegan a los 80.000 millones de pesos que se informan oficialmente” (La Nacion, 21/11). Lo que Prat Gay no dijo es que, en todos esos años, los aportes de los trabajadores sumaron 65.000 millones de pesos y que “bien valuados”, los fondos valen hoy 69.000 millones de pesos.
De estos números se desprende que la jubilación privada fue un negocio ruinoso para los trabajadores porque los 69.000 millones de pesos aportados deberían valer ahora más de 150.000 millones de pesos, tomando en cuenta lo que subió el dólar o las tasas de interés devengadas en todos esos años. La rentabilidad del sistema fue francamente negativa, o sea, que se fue comiendo el propio capital. Mientras los trabajadores siguieron aportando a un barril sin fondo, fue un brillante negocio para las AFJP que se repartieron las comisiones entre sus directivos y accionistas.

Prat Gay dice que la culpa de esta debacle fue del gobierno porque las AFJP estaban obligadas a invertir más del 50% de sus carteras en bonos oficiales. ¿De cuál gobierno? De todos, incluso de aquellos en los que él participó, como partidario activo de la privatización provisional. En Chile, las AFP perdieron 35.000 millones de dólares en 15 meses, más que sus pares argentinas. Y lo mismo pasó en Perú, Colombia o México… O sea que fue un negocio ruinoso para los trabajadores.

No es cierto que las AFJP estaban obligadas a invertir la mitad en bonos del Estado. Las inversiones de las AFJP siempre fueron voluntarias, con límites de inversión del 50% (salvo a fines de 2001 por un decreto de su inspirador y defensor, Domingo Cavallo). Lo que sucede es que el nacimiento de las AFJP generó un mercado de deuda pública al desfinanciar al Estado, quien tuvo que salir a pedir prestado porque dejó de recibir los aportes que fueron a parar a las AFJP.

Este carácter parasitario y usurero de las AFJP es común a todos los sistemas de jubilación privada (en los países de América Latina, en promedio las AFJP tienen invertidos el 70% de sus fondos en bonos del Estado, con excepción de Chile), por lo que los altos rendimientos que obtienen en los primeros años terminan por conducir a los distintos países a la cesación de pagos y al default, como sucedió en la Argentina en 2001 y se perfila ahora nuevamente en casi toda América Latina. Los fondos de pensiones están quebrando en Estados Unidos y en Europa porque participaron del gran mercado especulativo que hoy se derrumba sin remedio.