Políticas

10/10/2017

Las causas de “la peor inundación de toda la historia” en la Provincia de Buenos Aires

Un análisis detallado de la devastación reciente desnuda la responsabilidad política del macrismo y de sus antecesores durante medio siglo.


En las recientes inundaciones, la provincia de Buenos Aires llegó a tener 10 millones de hectáreas afectadas, con espejos de agua o bien con muchísima humedad superficial que las dejaba intransitables y cultivos arruinados. Las pérdidas son millonarias.


 


¿Quién es el responsable de esta catástrofe? La dinámica natural de las cuencas de los ríos que surcan buena parte de los territorios de Buenos Aires, al igual que La Pampa, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos es la causante principal de las inundaciones, pero con la inestimable ayuda del hombre y en mayor medida con la falta o negligencia de las políticas gubernamentales.


 


Verso y realidad


 


La tesitura esgrimida por el actual gobierno, y por el de CFK en años anteriores, de que “estamos frente a lluvias extremas y la inundación es inevitable”, es un verso en toda la línea.


 


Los registros históricos indican que toda el área mencionada está comprendida entre las isohietas de  500 y 1250 mm/año (http://climayagua.inta.gob.ar/estadisticas_de_precipitaciones) y que en los últimos años, en los que se han registrado innumerables inundaciones, los niveles estuvieron muy poco por encima de la media. Los procesos naturales de secas y crecidas recurrentes que se alternan en espacios de tiempo variables, son los más comunes.


 


El cambio climático se presenta con lluvias más abundantes en períodos de tiempos cortos (torrencialidad), lo que ha incrementado levemente los registros anuales de lluvias. Ello contribuyó a que la provincia se inunde, pero la gravedad de la inundación, en extensión y permanencia se debe a otras causas producidas directamente por el hombre.


 


Hace más de 100 años, en 1884, Florentino Ameghino escribió “Las secas y las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires”, donde abogaba por obras de retención y no de desagüe. Posteriormente un gran número de investigaciones han corroborado lo acertado de esta premisa. Sin embargo, en todo el período, y sobre todo en los últimos años, las obras de desagüe son las únicas que se realizan –y pocas veces logran terminarse: el Plan Maestro del Salado es la prueba más concluyente.


 


Desde los gobiernos se impulsaron grandes obras de canalizaciones que dieron lugar a negociados multimillonarios; mientras que los dueños de la tierra realizaron canalizaciones menores para sacarse el agua de encima, que surcan gran parte del territorio provincial y que  en la totalidad de los casos, lejos de solucionar nada, han causado enormes inconvenientes.


 


La característica de los territorios mencionados es que son planos, por lo que los esfuerzos por desalojar el agua se ven dificultados –pues los cauces de los ríos de llanura, al no tener pendiente hacia el mar, retardan mucho el escurrimiento. A ello se le suma que los valles de inundación (las riberas de los ríos) están ocupados en la totalidad de los cursos, lo que les resta superficie para las aguas en exceso. Además, en ríos de llanura que desembocan al Río Paraná o de la Plata, el taponamiento de su desembocadura con proyectos inmobiliarios irracionales es otro grave condicionamiento.


 


Pero sin duda, la causa que más agravó la situación es la falta de planificación en los ambientes rurales, es decir la no adopción de prácticas agronómicas sustentables: más rotaciones, menos agroquímicos, y fundamentalmente, no realizar obras de infraestructura prediales a menos que estén sustentadas en un plan agro hidrológico regional.


 


Uso del suelo


 


Un trabajo técnico Nicolás Bertram y Sebastián Chiacchiera, ingenieros del Inta Marcos Juárez, es concluyente: los excesos hídricos no se deben a la falta de obras o al exceso de lluvias, sino al cambio del uso del suelo. El agronegocio sojero, un engranaje del capital financiero y un feroz depredador, transformó la mayor parte de la superficie cultivable, impuso el monocultivo, desarrolló el mayor despoblamiento del campo, contribuyó a la desertificación del suelo y, al alterar los tiempos en que el suelo está cubierto de vegetación, incrementó sustancialmente los efectos de la inundación.


 


Las inundaciones desnudan la responsabilidad política de 50 años de gobiernos militares y civiles y del actual, que en 21 meses no ha resuelto nada.


 


El Fondo Fiduciario de Infraestructura Hídrica (FFIH), para financiar obras relacionadas a inundaciones, recaudó $3.421 millones de impuestos (por impuestos a la nafta y al GNC), de los que el macrismo solo ejecutó cerca del 30%: $610 millones para abonar obras en curso, y otros $502 millones se asignaron al Plan de Control de Inundaciones (Informe Unidad de Coordinación de Fideicomisos de Infraestructura). La brutal subejecución abre grandes interrogantes sobre el destino de esos fondos.


 


Una salida


 


Los partidos de la coalición del ajuste no son garantía de solución para estos problemas. Anteponen los negociados de los capitalistas al control de las inundaciones, causando perjuicios en innumerables barriadas populares, en todas las ciudades de la región, y pérdidas millonarias en la producción lechera, ganadera y agrícola.


 


Con el voto al Frente de Izquierda vamos a  llevar estos reclamos a los Concejos Deliberantes, a las Legislaturas provinciales y al Congreso Nacional, exigiendo:


 


El cese de las canalizaciones de los predios rurales. Por un plan regional de manejo agro hidrológico.


 


La adopción de prácticas agronómicas sustentables, con rotaciones de cultivos, en toda la superficie de producción. Terminar con el monocultivo de la soja.


Por una planificación de reservorios de agua.


 


Regulación para minimizar el uso de agroquímicos.


 


Prohibición de nuevos emprendimientos inmobiliarios en los humedales que taponan los desagües naturales.


 


Terminar con los asentamientos precarios donde viven miles de bonaerenses.


 


Por un plan de urbanización y de viviendas ya. No a la especulación inmobiliaria.


 


Por un plan inmediato de asistencia y resarcimiento a los miles de afectados.


 


Por una alternativa política independiente de los trabajadores para terminar con los que han transformado en una zona de desastre permanente a una de las regiones de mayor potencial para la producción agraria.