Políticas

14/8/2008|1050

Las coimas de ayer y de hoy

El escándalo de la Siemens

Las coimas pagadas por Siemens en la Argentina han explotado por el lado menos pensado, y han dejado al gobierno Kirchner “entre el silencio y la alarma” (La Nación, 6/8).

Desde hace años, en el juzgado de Ariel Lijo duerme profundamente la causa abierta por esos pagos ilegales, hechos para “aceitar” la firma del contrato por la confección de DNI en 1998. En su momento, las actuaciones parecieron apuntar a Carlos Menem, a Carlos Corach y a Aldo Carreras, ex subsecretario de Población de la administración menemista. Sin embargo, la causa “nunca tuvo procesados y quedó en varias oportunidades al borde del cierre” (ídem anterior).

Ahora bien ¿por qué tanta alarma y preocupación en el gobierno actual? Porque el asunto, archivado de hecho en el despacho de Lijo, es investigado ahora por las autoridades bursátiles norteamericanas y por los tribunales de Munich, en Alemania. Así se ha sabido que Siemens ha pagado coimas por 1.700 millones de dólares en diversos países y, de los 70 millones que depositó en el bolsillo de funcionarios argentinos, por lo menos 10 se pagaron a fines de 2003, en la presidencia de Néstor Kirchner.

El principal involucrado (mejor dicho, el hombre de quien esa corporación imperialista ha debido desprenderse para tratar de sacar las papas del fuego) es el ejecutivo Uriel Sharif, anfitrión en 2007 de Cristina Kirchner y Julio de Vido, cuando ambos, por separado, fueron a ver dos usinas generadoras que la Argentina compró a Siemens en 2006.

“Sharif, además, fue quien cerró el contrato por 1.600 millones de dólares de esas usinas. Siemens ganó la licitación acompañada de la cordobesa Electroingeniería, que creció mucho en sus contratos durante la gestión Kirchner” (Clarín, 6/8).

Desde mayo de 2003, Siemens firmó contratos en la Argentina por 3.400 millones de dólares en una amplia variedad de rubros, desde electricidad a ferrocarriles, siempre en compañía de alguna empresa amiga de la Casa Rosada, de la “burguesía nacional” que los K procuran reconstruir. No sería extraño que, también para firmar esos contratos, Siemens haya untado unas cuantas manos de las que manejan las cajas negras del gobierno. Las cajas de ahora, no las de hace diez años.

Como se ve, la camarilla K tiene buenas razones para alarmarse y preocuparse.