Las consignas para una nueva etapa
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La situación política nacional ha comenzado a pegar un viraje a partir del desarrollo de algunas tendencias económicas y políticas que se fueron manifestando en las últimas semanas. La caída de la Bolsa es un síntoma importante del agotamiento del “plan” Cavallo porque refleja el inicio de un período de fuga de capitales, acicateado por la crisis financiera internacional.
La guerra comercial de EE.UU. con Japón y con Europa fue el detonador que precipitó la caída de las Bolsas en todo el mundo así como el derrumbe de 1987 fue el resultado del enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y Alemania. En los últimos cuatro años todas las Bolsas del mundo tuvieron sus cotizaciones infladas por la constante emisión de dólares de EE.UU., por lo cual no es de extrañar que la crisis actual tenga un origen norteamericano. Este enfrentamiento comercial llevó a la devaluación del dólar, lo que originó importantes quebrantos a los grupos económicos que se habían endeudado fuertemente para especular con dólares y bonos europeos. Para cubrir esos quebrantos tuvieron que vender acciones y titulos, provocando caídas en las Bolsas y aumentos en la tasa de interés. La tasa de interés internacional aumentó, no por la reactivación económica de EE.UU., como repiten a coro los diarios argentinos, sino porque se agotó el ciclo especulativo bursátil iniciado hace tres años.
De este modo, han comenzado a retirarse los capitales especulativos que lubricaron durante estos tres años la “convertibilidad” de Cavallo. “El panorama internacional ahora sí le comienza a jugar en contra (a Cavallo)”, alerta catastróficamente “El Cronista” (1/3). Las consecuencias, según este diario, serán un aumento de la tasa de interés interna, mayor inflación de costos, recesión y mayor desocupación. Frente a esta perspectiva, “El Cronista” propone diagramar un esquema alternativo por si resulta impracticable “seguir en el marco de la actual política cambiaria”, o sea, devaluar.
El angelocista López Murphy también pintó un panorama catastrófico: “se viene una crisis de ahorro mundial (sic) a la que más vale que la Argentina entre como acreedora que como deudora”. El problema es que Argentina solo puede entrar y ya entró como deudora, porque la deuda total trepa a los 100.000 millones de dólares, a pesar del Plan Brady y del remate del patrimonio público con las privatizaciones.
A su vez, ni Japón ni Europa, y menos Alemania, consiguen salir de la recesión, lo cual abre las puertas a una nueva cadena de devaluaciones de las monedas europeas, en especial del marco alemán.
La estrechisíma ligazón del “plan” Cavallo con los grandes fondos especulativos que se están yendo a pique, coloca a Argentina al borde de la cornisa. El cavallista y neustadiano Broda “se reservó las predicciones (catastróficas, PO) para el corto plazo en donde, efecto Puerta 12 mediante (cuando centenares murieron atropellados por querer salir de la cancha de Ríver con las puertas cerradas ) puede pasar cualquier cosa” (El Economista, 4/3).
Este trasfondo de crisis económica constituye el telón de fondo (y hasta cierto punto explica) del estallido del escándalo-contrabandista de Macri, del escándalo-coimas Matilde Menéndez, y las divisiones que se han abierto en el gabinete (Di Tella vs. Cavallo) en torno a si seguir en el Mercosur o pasar a una integración colonial completa con EE.UU. en el Nafta. Los “trapos sucios” de Macri y del PAMI salieron a flote porque hay sectores de la burguesía y del propio PJ que los sacaron a relucir. Con los expedientes judiciales a la vista se han vuelto a desatar violentos choques interburgueses que, esta vez, se dan en un contexto internacional y nacional de crisis.
Habrá que ver cómo esta crisis se va a traducir en las elecciones para la Asamblea Constituyente y, luego, en el desarrollo de ésta.
Bajo el signo del santiagueñazo
La crisis de “los de arriba” se da en un momento en que los trabajadores, sin salir aun en su conjunto del reflujo, han comenzado a movilizarse. El santiagueñazo marcó un nuevo cuadro politico para las masas porque impuso nuevos métodos de lucha que lograron arrancar el cien por cien de las reivindicaciones. Menem-Cavallo tuvieron que pagar los salarios, que tenían retrasos de 3 meses, en menos de 24 horas. La amplitud de la marcha Nº 100 de los jubilados es otra manifestación del comienzo de un empuje popular, que se combina con paros en hospitales, docentes, judiciales, etc.
Esta situación le plantea a la clase explotadora la necesidad de operar un viraje: debe desmantelar cuidadosamente la convertibilidad; ampliar las bases políticas del régimen menemista para hacer frente a esta crisis del “plan” y al empuje de las masas. La división en la burocracia, con la formación del MTA, es una manifestación de este principio de viraje de un sector del menemismo hacia una coalición burguesa más amplia.
Fuera Menem-Cavallo
La crisis del “plan de convertibilidad”, que hoy debate públicamente toda la prensa nacional e internacional, plantea una crisis del conjunto del régimen, pues es claro que la “estabilidad” del menemismo se confunde con la sobrevivencia del “plan” Cavallo. Explicar esto a los trabajadores equivale a orientarlos a una lucha por terminar con Menem-Cavallo. Esta consigna vuelve a la superficie cuando muchos ya la daban por descartada.
Esta potencial crisis del régimen político explica las “aprensiones” que suscita en la burguesía el desarrollo de la Asamblea Constituyente. Cavallo ya ha señalado sin ambages que la figura del “ministro coordinador”, que han complotado Menem y Alfonsín, puede ser el detonante de su salida del gabinete. Por este motivo, no se debe descartar la posibilidad de que la burguesía decida hacer naufragar el “pacto”, lo que desataría la batahola entre los partidos patronales. Incluso la Iglesia se ha animado a cuestionar el acuerdo que, sin embargo, ha firmado su “jefe” actual, Menem. Aunque lo haga para disimular su presión para introducir una reforma clerical de la Constitución, no deja de señalar una fragilidad del “pacto podrido”.
Una campaña por el paro general
Las incipientes pero crecientes —y por sobre todo combativas— movilizaciones populares, plantean la lucha por la huelga general. La “reforma laboral” se ha “estancado” en el Congreso para frenar la posibilidad de un paro general, a la espera de los resultados de las elecciones del 10 de abril. Sin embargo, esta “reforma laboral”, que liquida la jornada de ocho horas, las vacaciones y el descanso dominical (y que puede incluir hasta la rebaja de los salarios), no sólo será tratada por el Congreso sino que hasta puede llegar a ser introducida en la Constitución. La lucha contra esta posibilidad y por el retiro del proyecto de ley en el Congreso, plantea la cuestión del paro general, como acaba de ocurrir recientemente en España.
Es indudable que el completo pasaje de la burocracía sindical hacia el campo de la burguesía, y no nos referimos sólo a la burocracia de la CGT, obliga a formular esta consigna en términos de una campaña política sistemática, que dé lugar a pronunciamientos y a deliberaciones de las más diversas organizaciones de trabajadores, y a manifestaciones de acción práctica. Es necesario concentrar la atención de los trabajadores en un punto concreto de carácter general.
Congresos de delegados y Asambleas Populares
Cualquiera sea la política de la burocracia, y hay que dar por descontado que se empeñará a fondo en salvar su integración completa en los negociados menemistas; cualquiera sea esa política, la crisis del “plan” Cavallo y el obligado intento de la burguesía de imponer la “reforma laboral”, lleva al movimiento obrero a un curso de colisión con las patronales y con el Estado. Los sindicatos, al menos muchos de ellos, no podrán salir inmunes de esta situación. Exigirles un plan de lucha; exigirles la convocatoria de los delegados con mandatos de fábrica; y orientar a los delegados a superar los límites políticos y organizativos de la burocracia; hacer esto es fundamental en la situación que comienza a configurarse.
Paralelamente a lo anterior, está en marcha una creciente rebelión popular en el interior del país, que habrá de asumir formas explosivas y que involucrará también a los pequeños productores. En la campaña por el paro general, hay que impulsar la reunión de Asambleas Populares para ayudar al pueblo a adoptar un programa y estrategia común.
El Partido Obrero llama al Frente de Izquierda que se acaba de formar a impulsar esta campaña por congresos de bases, asambleas populares y el paro general.