Políticas

16/5/2019|1548

Las elecciones en Córdoba y la propuesta del Congreso del Frente de Izquierda

El método del frente único tiene que reforzar nuestra campaña electoral.

Los medios de prensa se han concentrado en editorializar sobre el impacto que el resultado electoral en Córdoba tiene sobre el conjunto de la situación política. No es para menos.


El derrumbe electoral del macrismo, a pesar de no ser una novedad sino más bien una constante en las elecciones provinciales que se vienen sucediendo, es sencillamente abrumador, porque hace dos años ganaba en la provincia con casi el 50% de los votos y, hace cuatro años, Córdoba consagró el triunfo nacional de Macri al llevarse el 70% de la votación. La derrota electoral no se explica por la división del oficialismo en dos listas: en todo caso, la división es la manifestación del derrumbe de los planes reeleccionistas como resultado del fracaso de Macri.


Sin embargo, el dato más relevante que destacan todos los analistas es el triunfo histórico de Schiaretti, que ganó en los 26 departamentos (sólo en el de Pocho perdió para legislador departamental), se quedó con la intendencia de la capital por primera vez desde el '83 y con más de los dos tercios de la Unicameral. Es decir, un triunfo arrollador que lo coloca a Schiaretti con peso propio para incidir en el armado del Peronismo Federal, del cual en su discurso se declaró parte y, por lo tanto, como una pieza clave en el relevo de Macri que, cada vez más abiertamente, reclama una parte sustancial de la clase capitalista. Ayer Schiaretti dio un guiño a los 10 puntos de Macri, que reflejan la agenda que el gran capital le marca al conjunto de los bloques políticos patronales, estableciendo los términos económicos y políticos de la transición en marcha.


El adelantamiento de las elecciones provinciales que los gobernadores produjeron en cascada para desprenderse del salvavidas de plomo de Macri -y no quedar atrapados entre CFK, Lavagna y el pejotismo que no arrancan- se revela como un extraordinario operativo para producir un relevo ordenado e incluso un salvataje del macrismo en medio de la bancarrota económica y el ataque a los trabajadores.


Obviamente, el operativo no resuelve la crisis que sacude al país, que es la expresión del fracaso de la “normalización capitalista” promovida por el conjunto de la burguesía y el imperialismo y que han llevado al país a una bancarrota y una crisis política de fondo en el cuadro de una agudización de la crisis capitalista a nivel global. Más aún, el relevo del macrismo por otros macristas (por último, todos los gobernadores fueron los sostenedores de la política de “normalización” fracasada) revela que cuentan con una estrechez de recursos para salir de la bancarrota.


Los desafíos de la izquierda


Como se suele decir, los actos electorales son “apenas una fotografía”; es decir, una escena y no la película, un "registro distorsionado”, pero hay que reconocer que, finalmente, son un registro. Y el registro indica los elementos que más arriba señalamos, pero nos queremos concentrar en un dato de ese registro que indica con qué subjetividad política han intervenido los trabajadores y el conjunto del pueblo golpeado por la crisis, víctimas directas del ajuste, de la inflación, de la recesión económica, del deterioro de sus condiciones de vida.


El retroceso de la izquierda (y en particular del FIT, que es quien más lejos había llegado electoralmente -conquistó tres legisladores en 2015), que se plantó frente al ajuste, contra los acuerdos (fracasados) con el FMI y la confiscación capitalista es un dato que nos obliga a fijar con qué orientación y plan de acción vamos a intervenir si pretendemos que la crisis capitalista alumbre una intervención independiente de las masas. Si bien las elecciones provinciales previas a la de Córdoba (Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Fe) marcaron que no había un giro a la izquierda, a medida que la crisis del gobierno capitalista se agudiza y se suceden los “golpes del mercado”, este hecho se hace más marcado. Y, más aún, crece un rasgo conservador expresado en sostener a los gobiernos provinciales (y al PJ en particular) como un refugio frente al macrismo.


La crisis y la bancarrota capitalista no resuelven por sí mismas la cuestión de una orientación correcta para los trabajadores; al contrario, pone más en el orden del día la cuestión de la crisis de dirección y la necesidad de una acción política de la izquierda. Más grande es la crisis, más se pone de manifiesto la crisis de dirección del proletariado. Afirmar que el ajuste que viene alcanzará para un cambio en el abordaje que las masas tienen de la situación política es incorrecto primero, porque elude explicar por qué el ajuste que ya se realizó y el que se viene aplicando no produjeron ese vuelco y, segundo, porque supone una reacción mecánica, que se producirá con independencia de la acción de la izquierda.  


En Córdoba hemos sostenido con justeza que Schiaretti y Macri son los candidatos del ajuste y del FMI, y que si se votaba a Schiaretti salía un Macri. Sin embargo, la inmensa mayoría de los votantes consideraron que la mejor vía para sacarse a Macri de encima era votar a Schiaretti -es decir, eligieron a otro verdugo. La elección de Córdoba, y las anteriores, nos obligan a discutir cómo vamos a encarar las batallas que están por venir y, sobre todo, las nacionales. El proceso electoral tiende a reproducir la relación entre las clases en cada fase de la lucha política. Si los trabajadores no han podido enfrentar adecuadamente el plan de guerra de los capitalistas sobre sus conquistas, es muy probable que al momento de votar lo hagan de manera atomizada, sin poder expresar una oposición de clase a los partidos del sistema. En estas circunstancias, la campaña electoral del Frente de Izquierda debe tener en cuenta estos factores de fondo y buscar modificar el cuadro actual por medio de la agitación, la propaganda y también la organización. La mejor campaña electoral es ofrecer un canal para que, al menos, el activismo se estructure en torno de un programa de clase y propague esa influencia al resto de los trabajadores.


En ese sentido va la propuesta a los compañeros del PTS y de Izquierda Socialista que venimos sosteniendo desde nuestro partido: “El Partido Obrero viene planteando un acuerdo inmediato y la convocatoria a un Congreso del Frente de Izquierda. Un congreso del FIT va a permitir interesar y movilizar al activismo que lucha en cada gremio, a los miles de desocupados que se organizan en las barriadas contra el hambre, a las mujeres que luchan por el derecho al aborto y por todos los reclamos, a la juventud que sale a las calles contra el deterioro educativo o la catástrofe ambiental, a debatir una salida independiente a la crisis. En cada uno de estos terrenos, tenemos una batalla que ganar contra las corrientes de conciliación de clases que quieren llevar a los luchadores como furgón de cola del nacionalismo. Ganar las calles con esta perspectiva política es central para desarrollar una referencia política de la izquierda en la lucha contra el régimen del FMI. El método del frente único tiene que reforzar nuestra campaña electoral, así como llamamos a acelerar el acuerdo electoral porque “si bien se ha avanzado en el acuerdo, con la postulación de Romina Del Plá, por el Partido Obrero, y Nicolás del Caño, por el PTS, como integrantes de la fórmula presidencial, no se terminan de tomar las definiciones para largar la campaña. Un acuerdo del FIT permitirá encarar la discusión con el resto de las fuerzas de la izquierda para evaluar la formación de una lista común” (“Convoquemos en común un congreso del Frente de Izquierda”, en Prensa Obrera N° 1.547, 9/5).


Con esa comprensión, desde el Partido Obrero le propusimos al FIT de Córdoba encarar la campaña, e impulsamos por nuestra parte acciones en ese sentido como han sido el multitudinario Congreso del Polo Obrero, el plenario de la mujer y las disidencias, el encuentro del clasismo y el de la educación. No nos cabe ninguna duda que estas acciones, de haber sido llevadas por el conjunto del FIT, hubieran forjado una movilización política de mayor envergadura. Llamamos a hacer un balance de las elecciones para encarar de la mejor manera las próximas batallas.