Políticas

27/3/1990|297

Las enseñanzas de la jornada del 21

“¡Saúl escucha, queremos plan de lucha!'"

“¡Paro, paro, paro, o-o-oh!”

Estas consignas retumbaron en la Plaza de los Dos Congresos, voceados por los casi cincuenta mil trabajadores reunidos en la marcha de los estatales.

La respuesta del líder cegetista tradujo exactamente la línea de freno y de componenda del ala "combativa" de la burocracia. "Lo haremos —afirmó— cuando sea preciso”.

La flagrante contradicción entre las consignas que bajaban " del palco y las que "subían" de los manifestantes reflejaba claramente la situación de esta burocracia sindical frente al enorme encontronazo que se ha producido entre las masas y el gobierno de los pulpos capitalistas.

Tiren contra los estatales

El paro y la marcha estatal se habían convertido, a lo largo de la última semana, en el epicentro de la crisis política, esto porque conjugaba un creciente movimiento de lucha, que el tarifazo telefónico parecía llevar a un punto extremo.

Conforme fueron pasando los días, los hechos indicaban una creciente popularidad de la marcha en todo el pueblo. Por eso, el gobierno montó un preciso operativo político para desactivarla, más sutil que las amenazas de represión de Mera Figueroa y de Menem. El gobierno armó una presión sobre la dirección de los gremios estatales, con apoyo de Miguel y de Ubaldini.

La presión contrapuesta de las masas y del gobierno abrió una crisis política en la burocracia ubaldinista. Bajo el fuego cruzado", la CGT-Azopardo se cruzó a "la vereda de enfrente".

Tres de los gremios estatales fundamentales (Supe, bancarios y Luz y Fuerza) rechazaron el paro. En el caso del primero, refleja un acercamiento de Ibañez con los pulpos internacionales para privatizar las áreas centrales de YPF, y en el caso de Zanola traduce el completo acuerdo de éste con la "reestructuración financiera" que pretende salvar a algunos banqueros nacionales" de la quiebra.

Lorenzo Miguel —después de haberse opuesto a un paro en el Confederal de la CGT— la emprendió contra la movilización estatal Su "chirolita" petrolero Diego Ibáñez, llamó a ponerle el hombro" al gobierno privatizador. Un día antes del paro, el martes 20, el propio Miguel había desayunado con Menem para ofrecerse como mediador.

El propio Ubaldini fue una pieza clave y es por eso que durante el martes 20, se vio al " Tata" fatigando los pasillos del Ministerio de Economía en la búsqueda de una excusa para levantar el paro. Luego, Ubaldini estuvo ausente de la conferencia de prensa que confirmó la realización del paro y la movilización, lo que llevó a conjeturar que no participaría del acto.

Desinfle interno

Desde las propias filas de los gremios convocantes también se bombeó la movilización; el paro y la marcha recién fueron confirmados en la noche del martes. Rubén Pereyra, de OSN, declaraba —poco antes— que "siempre hay tiempo para levantar un paro".

Las direcciones que integran la Intersindical ferroviaria (Fraternidad. Señaleros, APDFA) levantaron el paro ferroviario (ver nota). Esto no solo tiró abajo la concurrencia de los trabajadores del riel al Congreso. La ausencia de un paro ferroviario (y del subte) privó que la jornada se transformara en una semi huelga general, es decir, en una verdadera jornada de lucha El paro ferroviario hubiera quebrado la política de carnereaje de los Ibáñez y Zanola, y también a los Pedraza de la Unión Ferroviaria.

A excepción de Foetra, ATE y Aerolíneas (este último fue, precisamente, todo un ejemplo, porque paró los vuelos del día, demostrando así lo que hubiera sido el paro ferroviario), las burocracias convocantes no realizaron ningún esfuerzo por asegurar la masividad de la concurrencia. Esto fue evidente en el caso de Ctera, que después de llevar 10.000 maestros al Congreso en la primera semana de clases, en la marcha estatal movilizó poco y regimentó mucho (ver nota).

La concurrencia fue organizada, en gran medida, por el activismo y los delegados antiburocráticos, lo que se puso de manifiesto en los choques de consignas dentro de cada columna. En la del Suteba, por ejemplo, mientras la burocracia intentaba imponer el “Saúl querido", la inmensa mayoría de los maestros impuso las consignas contra Menem y Alsogaray. También fueron el activismo y las direcciones antiburocráticas las que movilizaron a las bases de la CGT de Andreoni: más de 1.000 compañeros de UPCN marcharon tras los carteles de la Lista Naranja o los ferroviarios de la Seccional Victoria de la Unión Ferroviaria.

El desinfle interno de la concentración también se evidenció en el carácter de las consignas. Los organizadores se esforzaron —en realidad, sin éxito— en que el acto tuviera el carácter menos antigubernamental posible. Mientras desde el palco se promovía el “Saúl querido", abajo se gritaba que “el Turco nos cagó" y se le reclamaba a la CGT "un plan de lucha. Las loas a Ubaldini sólo prendieron en las columnas de la JP y el Pl; desde las columnas sindicales se cantaba por el “paro general".

Tanto desde “adentro", como desde "afuera", la burocracia ubaldinista llevó adelante un verdadero vaciamiento del paro y de la movilización de estatales. De esta manera, salvó al gobierno de Menem y Alsogaray de una derrota política decisiva a manos de los trabajadores. Demostró con ello su carácter de sostén fundamental de este gobierno antiobrero.

Para imponer el mandato del acto del Congreso, el que reclamaron los asistentes —el plan de lucha y la huelga general— el camino son las coordinadoras intersindicales, los comités de huelga y los congresos de base La burocracia sindical ubaldinista va a contramano de este mandato.