Políticas

29/4/2010|1126

Las mafias policiales en la Capital

La Federal acumula denuncias por malos tratos, procedentes de la Defensoría del Pueblo y hasta del fiscal federal Federico Delgado, quien recibió declaraciones de dos gendarmes que acusan a personal de la Comisaría 24ª, en La Boca, por actuar en connivencia con narcotraficantes y barras bravas.

No es novedad: asesinatos en recitales de rock, golpizas, desarmaderos de autos robados, juego clandestino, prostitución y narcotráfico hacen de la Federal una enorme asociación criminal.

Más novedoso, en cambio, es el cúmulo de denuncias que ahora se amontonan contra esta policía, mientras la Metropolitana sufrió en estos días la expulsión de nueve oficiales -entre ellos dos comisarios mayores- por diversas causas judiciales que tenían pendientes desde que revistaban en la Federal. A eso se añade, en la policía de Macri, que el mes pasado fue separado su jefe de Investigaciones por haberse dedicado a la protección de prostíbulos cuando también él era “federal”.

Todo indica que se está en presencia de un intercambio de basura, de denuncias cruzadas entre la Federal y la Metropolitana en un conflicto de proyecciones impredecibles.

Los “metropolitanos” dados de baja y procesados están en esa situación, como se dijo, por sus antecedentes en la Federal, y todo indica que desde su ex fuerza llegaron las denuncias. Ahora, gente de inteligencia de la Metropolitana les está devolviendo la pelota y hasta Gendarmería -de viejos enconos con la Federal- se involucra en las denuncias.

Por supuesto, todos tienen razón. Se ha abierto una guerra sorda entre mafias policiales y fuerzas de seguridad de distintos bandos, que se disputan el control de la calle; es decir, el control del delito del cual ellos son principales organizadores. No puede saberse por el momento cuándo esa guerra dejará de ser sorda.

El ocultamiento de pruebas y las escuchas ilegales en el caso Amia, que costó la destitución, el procesamiento y encarcelamiento de Jorge “Fino” Palacios; y luego el “caso James”, que provocó la caída del segundo de Palacios, Osvaldo Chamorro, dieron a la Metropolitana un récord universal: una policía con sus primeros dos jefes presos antes de salir a la calle.

Mientras tanto, la Federal tiene sumariados a 400 agentes sobre un total de 40 mil (el uno por ciento) por irregularidades diversas. Esos son los “descuidados”, o los que se hicieron los vivos por encima o a espaldas de sus jefes.

Una vez más queda a la vista el hecho clave de todo el asunto: la inseguridad ciudadana tiene su primera causa en la presencia de esas policías en la calle.

Se trata de fuerzas imposibles de reformar. El debate sobre la seguridad de la población trabajadora es el debate sobre el tipo de fuerza policial que se necesita. Éstas que se tienen, seguro que no. La disolución de estas policías ya es un asunto de salud pública.