Políticas

1/12/2017

Las mafias y el poder en Tucumán: el juicio al Clan Ale

El 13 de diciembre, el tribunal que juzga al “Clan” Ale, la banda mafiosa más conocida y antigua y en algún momento la más poderosa de Tucumán, va a dictar sentencia por los delitos de evasión fiscal y lavado de activos.


En la causa están procesadas unas 20 personas, entre ellas los dos jefes del clan, la “Chancha” Ale y el “Mono” Ale. El proceso judicial ya lleva un año.


Orígenes


Los Ale comenzaron su carrera en la década del ‘80 como matones guardaespaldas de Ruben Chebaía, dirigente de la UCR que llegó a ser intendente de la capital y es hoy uno de los dirigentes laderos de José Manuel Cano. Luego de ello, los Ale cambiaron de rumbo y se conchabaron detrás de diferentes dirigentes y gobiernos del PJ.


En esa época dirimieron a los tiros con otra banda, los “Gardelitos”, la primacía en diversos negocios y los que salieron airosos fueron los Ale con un par de muertos acribillados del otro lado. En ese caso fueron absueltos por la justicia con el argumento de “exceso en legítima defensa”. A partir de allí, comenzaron a crecer y diversificarse sus negocios: estaciones de servicio, casas de juego, prostíbulos, remises, campos, y muchos otros.


Fueron adquiriendo poder y en esa medida influencia en la justicia y en el poder político. Entraron en el negocio de la droga y la trata. Comenzaron a usar para transporte a los remises “5 Estrellas” que llegaron a sumar más de 600 y era un verdadero ejército que a una orden convergían todos en un punto, bloqueaban accesos y despejaban el terreno para que actuaran las banda de matones. Manejaron un arsenal de centenares de armas cortas y largas. Se metieron en el negocio de los préstamos usurarios y buscaban a víctimas necesitadas, que ante la presión de los matones pagaban los intereses con dinero o entregando sus propiedades.


Llegaron a fundar un sindicato de remiseros, ARUT, cuya secretaria general era la mujer de la Chancha.


Operaban en toda la provincia y muy posiblemente en provincias vecinas.


Esplendor


Su época de gloria llegó con el gobierno de Julio Miranda y en el primer gobierno de Alperovich. Allí tejieron una alianza con Fernando Juri,  entonces presidente del PJ y posteriormente vicegobernador del primer mandato de José Alperovich. Por esa vía, los Ale firmaron un acuerdo para que los “5 Estrellas” se integraran al sistema policial de la provincia justificado en que la policía tenía pocos patrulleros.


Con esto, consiguieron completa impunidad para actuar. Nadie iba a detener a un remís de los Ale que transportara droga o alguna jovencita secuestrada. En el 2001, en medio del caos, el gobierno los convocó para frenar los saqueos de algunos grandes supermercados. En paralelo, conseguían que esos híper repartieran bolsones. Fue la época populista del clan mafioso que volvió a tener un capítulo en un nuevo escenario, cuando decidieron hacerse cargo del club San Martín, el más popular de la provincia, por medio de una gerenciadora. Se armaron diversos negocios que eran defendidos por la barra brava de los Ale.


Todo esto bajo el gobierno de Alperovich, que no dudó en sacarse una foto histórica con quienes incluso le aportaban votos para las reelecciones.


Declinación


Llegado a este punto comenzó el declive. Las cosas comenzaron a cambiar durante el segundo gobierno de Alperovich. Juri ya había quedado completamente desplazado y aquel se había consolidado como dueño y señor del poder en la provincia. Por el lado de los Ale, el experimento con San Martín terminó con el vaciamiento del club. Por otro lado, la usurpación de campos, desplazando a sus verdaderos dueños, los llevó a chocar con algunos pesos pesados.


En 2012, toda la atención se concentró en el juicio por el caso Marita Verón, pues todos los indicios llevaban a los Ale. En ese juicio vergonzoso, fueron absueltos todos los procesados, lo que provocó una pueblada que obligó a que se revocara el fallo y a que se conformara otro tribunal que condenó a todos los procesados, exceptuando al grupo de los Ale.


Los Ale y el Estado


Y como ocurrió con otras bandas mafiosas en la historia, los Ale no han sido procesados por sus delitos y crímenes más aberrantes, sino por evadir el pago de impuestos y por lavado de activos. Lo interesante ha sido que en el juicio para demostrar estos dos delitos aparecieron varios testigos que desnudaron todos los negocios criminales de la droga, el juego, la trata, la usura y otros, que les dejaban millonadas y que luego por distintas vías los lavaban y los hacían entrar al circuito legal. En el mismo juicio, los testigos denunciaron la complicidad de fiscales y funcionarios, o sea todo el entramado con las instituciones del Estado y el poder político, que les permitió durante todas estas décadas realizar sus acciones criminales, llegando al extremos de transformarse en un apéndice del propio aparato represivo.