Políticas

22/2/2024

Las patronales les quieren hacer pagar la recesión a los trabajadores

Enfrentemos los despidos, suspensiones o rebajas salariales.

Se desplomó el consumo y la actividad.

El golpe devaluatorio que licuó los ingresos populares se tradujo inmediatamente en caída del consumo. Las patronales descargan el peso de este cuadro recesivo sobre las espaldas de sus trabajadores, por medio de despidos y suspensiones.

Según la consultora Scentia, las ventas en supermercados cayeron un 8,3% en enero 2024. En ese mismo mes, se desplomó 33% el patentamiento de autos y 18,7% el de motos. A su vez, los despachos de cemento disminuyeron 20%, mientras las ventas minoristas de pymes se derrumbaron 28,5%.

Para colmo, el programa Cuota Simple, que entró en vigencia el 1° de febrero en reemplazo del Ahora 12, resultó infructuoso a los fines de reactivar el consumo debido a que los límites de compra de las tarjetas de crédito están desactualizados respecto a la inflación. El mismo ofrece plazos de financiamiento de entre 3 a 6 cuotas y una tasa subsidiada del 85% anual.

El retroceso en las ventas repercutió directamente en los niveles de actividad económica, que en diciembre 2023 disminuyó 4,5% respecto al mismo mes del año anterior. Según la fundación Fiel, la industria cayó 6,3% interanual en enero. Las caídas más pronunciadas se registraron en las industrias metálicas básicas (-8,7%), la producción de minerales no metálicos (-13%), la producción automotriz (-16,4%) y la metalmecánica (-18,7%).

Las empresas no dudan en hacerles pagar a sus empleados los costos de esta merma en la actividad, a pesar haber amasado fortunas y contar con la espalda suficiente para preservar los puestos de trabajo y las condiciones laborales.

Por ejemplo, las empresas textiles Australtex, Cladd, Enod y Alpacladd anunciaron suspensiones por tres meses con reducción salarial del 25%. Toyota, por su parte, como espera producir este año 25 mil unidades menos que en 2023, ya comenzó a recortar horas extras, frenó la efectivización de contratados y planea deshacerse de 400 trabajadores mediante retiros voluntarios, que no son otra cosa que despidos encubiertos. Esto, cuando la industria automotriz viene de marcar un récord de producción durante el año pasado.

Estos casos desmienten a todo el arco político patronal, desde Milei a Cristina Kirchner, el cual sostiene que otorgando mayores incentivos a los capitalistas se va a lograr crear empleo genuino y mejorar el salario. Lo cierto es que las textiles y Toyota lanzan este ataque antiobrero -con la colaboración de la burocracia sindical- luego de haberse beneficiado de medidas proteccionistas y superexplotación de la mano de obra, en el caso de las primeras, y en el caso de la segunda de ventajas impositivas y cambiarias y de una reforma laboral flexibilizadora que le permitió copar el mercado produciendo más sin contratar personal.

Resulta urgente poner en pie instancias de deliberación en cada fábrica para votar un plan de lucha en defensa de los puestos de trabajo y el salario. Planteando la prohibición de despidos y suspensiones y el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario y la ocupación de toda empresa que cierre, despida o suspenda.

Necesitamos un paro nacional de la CGT que unifique a todo el movimiento obrero en la pelea por no pagar la factura de la crisis. Vamos a una asamblea de trabajadores ocupados y desocupados, asambleas barriales y artistas para construir un canal de movilización contra el plan de guerra de Milei, el FMI y los capitalistas.

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