Políticas

18/12/1997|569

Las suspensiones y los despidos no deben pasar

A Rodolfo Daer la advertencia de que la CGT llamaría a un paro general si no se pagaba el aguinaldo en fecha, no le sirvió ni para curarse en salud. El lunes, al salir del ministerio de Trabajo, recibió un paliza de trabajadores portuarios en lucha, que le recriminaron la traición de la burocracia sindical al movimiento obrero.


El asunto del aguinaldo es un taparrabos. En este fin de año, miles de trabajadores se encuentran suspendidos o despedidos, y con la posibilidad de recibir a 1998 integrando la fila de los desocupados. Frente a esta ofensiva patronal la CGT no ha dicho esta boca es mía.


Tampoco la CTA o el MTA. Los ‘opositores’ menean una seudo-oposición a la ‘reforma laboral’ que pactan patrones, gobierno y CGT, pero ‘descuidan’ el ataque efectivo e inmediato que representa la ola de despidos y suspensiones.


Los burócratas de todos los colores coinciden, a pesar de sus divergencias, en que esa ola se encuentra justificada por la ‘crisis asiática’. Pero aún con la‘crisis asiática’ los capitalistas continúan haciendo negocios, mientras que una familia obrera no puede dejar de comer. ¿Qué clase de justificación es ésta?


Incluso, si lo fuera, justificaría una caída de las ganancias presentes, pero nada nos dice de las inmensas ganancias acumuladas. Estas son harto suficientes para seguir pagando los salarios de los trabajadores en su nivel actual, incluso si hubiera que reducir la jornada de trabajo.


¿Pero cómo saben los burócratas que los capitalistas han dejado de ganar o que han comenzado a perder, si el acceso a los libros y a las cuentas de esos capitalistas se encuentra vedado? Simplemente les creen. Pero esto los convierte en agentes de los capitalistas y no en defensores de la clase obrera. Si se abrieran las cuentas de los pulpos y de los bancos se vería hasta qué punto los perjuicios que pudieran sufrir las ganancias presentes de los capitalistas están compensadas por subsidios del Estado, evasión de impuestos, remuneraciones exorbitantes a los accionistas mayoritarios, blanqueo de dinero ilegal y desvío de los fondos de la industria hacia la especulación financiera.


Los capitalistas no solamente despiden para descargar la crisis de su sistema capitalista sobre los obreros. También la ‘exageran’, para arrancarles a los obreros ventajas de largo plazo, es decir, de carácter estratégico. Así imponen la ‘reforma laboral’: desconocimiento de vacaciones, anualización de las horas de trabajo para no pagar extras, cese de las indemnizaciones por despidos, salario por producción y no por jornada, cese de las contribuciones sociales.


No dejemos pasar las suspensiones, los despidos o la reducción de los salarios.


Que se repartan las horas de producción disponibles entre todos los trabajadores sin afectar los salarios.


Que los sindicatos llamen a asambleas generales para responder con un plan de lucha conjunto, de manifestaciones, huelgas, cortes de ruta y ocupación de los lugares de trabajo.


A los luchadores obreros y populares y a sus organizaciones les cabe una enorme responsabilidad en la actual situación: orientar a los trabajadores frente a la crisis y frente a los obstáculos que ponen las burocracias sindicales, para poner en una lucha decisiva a las organizaciones obreras. Por medio de la agitación y por medio de la organización.


Para esto repetimos el llamamiento de la reciente Asamblea Nacional de Trabajadores que convocó el Partido Obrero, a un frente político-reivindicativo de todas las organizaciones que luchan, tanto partidistas como no partidistas.