Políticas

10/1/2020

Las “Vaca Muerta” de ayer y hoy

Un repaso por los sucesivos fracasos de los “planes estratégicos” anunciados por el MPN para la provincia de Neuquén.

El desarrollo de Vaca Muerta ha sufrido un parate en los últimos meses, producto del frenazo de las inversiones de los pulpos petroleros. Además, sin nuevas obras de infraestructura (gasoductos, plantas de licuefacción, etc.) está cuestionada la posibilidad de un salto significativo en la producción, y por ende también de un boom exportador que genere las divisas para garantizar el pago de la deuda, como aspira declaradamente el gobierno de Alberto Fernández.


Incluso si el alza del precio del barril -producto del conflicto en Medio Oriente- se sostiene en el tiempo, el incentivo a la mayor extracción del fluido en Vaca Muerta tiene el límite de la capacidad que puede transportarse hacia el puerto bahiense y de la producción de la destilería de Plaza Huincul. Quedaría como opción rehabilitar el oleoducto a Chile, que se encuentra sin uso desde el año 2006, y para lo cual deberían realizarse inversiones en especial del lado chileno, lo que parece improbable en medio de su propio parate tras meses de crisis política por la movilización popular. 


En estas condiciones, sumadas al cepo cambiario y a la espera de la política que finalmente implemente el gobierno de Fernández (en especial en torno a los precios del combustible), las empresas han paralizado la exploración y la extracción. A pesar de haber acordado una conciliación voluntaria con el burócrata Guillermo Pereyra, las petroleras anunciaron nuevas suspensiones y despidos (que se suman a los 2.000 en conciliación) y congelaron toda negociación con el sindicato.


Así Vaca Muerta, que era la nueva meca del gobierno provincial del MPN, entra en un cono de sombras. Al igual que otros planes que prometían cambiar la historia neuquina, la política de acomodarse como socio menor de los capitales extranjeros se topa con las vicisitudes de un mercado mundial surcado por la crisis capitalista.




El Chocón-Cerros Colorados


Entre esos planes se encuentra uno que remonta a las épocas de la dictadura de Onganía, en los ’60. El MPN recién fundado y un Felipe Sapag aliado a la Junta Militar (que luego sería nombrado interventor en la provincia tras del Choconazo), lanzaron la idea de irrigar un millón de hectáreas con el agua de los embalses y transformar a la provincia en un vergel. 


Los diques y las centrales se construyeron a lo largo del río Limay y el río Neuquén, pero no se ha irrigado una sola hectárea. El “plan” quedó para los registros de las fantasías.


El “plan petroquímico” de Salvatori


Ya a inicios de los ‘90, hubo otro plan que pretendía “hacer despegar a la provincia”, en palabras de su promotor, el gobernador Pedro Salvatori (1987-1991). Este “plan” reafirmaba el rumbo hidrocarburífero con un pretendido Polo Petroquímico cuyo epicentro estaría Cutral Có-Plaza Huincul, y se basaba en el aprovechamiento del gas como materia prima para producir fertilizantes y otros derivados en unas diez plantas industriales. 


El entonces presidente Alfonsín, en una visita a Neuquén, había lanzado aquel famoso “ahora Fertineu”, dando a entender que la planta de fertilizantes en Plaza Huincul estaba en la agenda, y animó a Salvatori a lanzar su Polo Petroquímico. La construcción del gasoducto Neuba II para abastecer, en cambio, el Polo de Bahía Blanca, liquidó toda pretensión de desarrollar otro en tierra neuquina.


La anulación, en 1996, por parte del entonces gobernador Felipe Sapag, del contrato para la planta de fertilizantes, desató la primera pueblada en Cutral Có-Plaza Huincul, que fue uno de los orígenes del movimiento piquetero. 


El “Plan Neuquén 2020”


La provincia sufría, en esos momentos, la caída en picada del precio del petróleo, generando un parate económico en la provincia y una gran desocupación. En respuesta, Sapag anunció en 1997 el “Plan Neuquén 2020”. La iniciativa tenía el objetivo de reconvertir la matriz productiva de la provincia, limitando la dependencia de los hidrocarburos y promoviendo, a través del Consejo de Planificación y Acción para el Desarrollo, un crecimiento basado en la industria forestal y la agricultura en 200.000 nuevas hectáreas de la provincia. 


El gobierno necesitaba mostrar que, aunque no había presente, sí había futuro. Se sustentaba en la idea de que el mercado de destino de la producción agrícola y forestal serían las economías asiáticas sobre el Pacífico, con epicentro en los llamados “Tigres del Sudeste Asiático”, por entonces entronizados como modelos de desarrollo capitalista. Se hablaba de un proyecto bioceánico para llegar al este de Asia a través de Chile. 


El “Plan 2020” salió a la luz casi en simultáneo con la crisis de 1997, que se llevó puestos a los famosos Tigres. Cuando Sobisch vuelve a ser gobernador, en 1999, da el certificado de defunción formal a la iniciativa que ya se mostraba inviable.


Llegamos al 2020


Fingiendo ignorar los sucesivos fracasos, el MPN continúa haciendo “planes” junto al gran capital internacional en un marco de crisis capitalista persistente (desde hace doce años), de guerra comercial mundial y especialmente de la disputa entre Estados Unidos y China por los recursos de América Latina. Esas tensiones afectan a la Argentina en forma directa, que aparece como un peón de las grandes potencias. Pero para el MPN, la provincia parecería ser una isla. 


Esta fuerza política, que gobierna hace décadas Neuquén, se colocó siempre del lado de los sucesivos gobiernos nacionales: con el “Plan Austral” y los “planes Houston I y II” de Alfonsín, con el “Plan Cavallo” de Menem y las privatizaciones -en general y de YPF en particular-, con la Alianza del echado De la Rúa, con Néstor y Cristina Kirchner (a la cual llevó como candidata presidencial en su boleta en el 2011). Hizo lo mismo alineándose con el macrismo, y ahora nuevamente con Alberto Fernández. Es decir que, por más que gusta trazar grandes planes estratégicos para un “desarrollo soberano” de la provincia, nunca dejó de ser una colectora de los grandes partidos nacionales y una oficina de las petroleras.


Ningún progreso vendrá de la mano de la entrega a los pulpos multinacionales los recursos de la provincia y del país. Solo los trabajadores podremos abrir un desarrollo autónomo, a partir de la nacionalización de los hidrocarburos y del comercio exterior bajo control obrero, para invertir la riqueza en un plan de industrialización.