Políticas

27/12/2015|1395

Ley de Medios: el fin estaba escrito en el principio


El gobierno de Mauricio Macri inauguró su política de medios y telecomunicaciones de la misma manera que en todos los ámbitos, por decreto.


 


El primer DNU de Macri al respecto había creado el Ministerio de Comunicaciones para colocar bajo su órbita a los dos organismos de control autárquicos creados por las leyes de medios y Argentina Digital: AFSCA y AFTIC. Ambos, por ley, dirigidos por los K Sabbatella y Berner hasta 2017.


 


Estos organismos “controlan” un negocio que entre medios y telecomunicaciones mueve unos 10 mil millones de dólares anuales.


 


Ahora, y con el segundo decreto, Macri planteó directamente la remoción de los directorios K y la intervención del AFSCA.


 


Lucha libre


 


Los decretazos continuarán. Unificarán al AFSCA y la AFTIC en un solo organismo. Mientras tanto, desde el PRO preparan una serie de modificatorias a la ley de Medios, a la Argentina Digital y a la de Desarrollo Satelital.


 


Esas modificaciones plantean eliminar los límites a la expansión de los monopolios capitalistas de la telefonía y los medios de comunicación.


 


El puntapié inicial de esta política lo dio Telefónica. Anunció un plan de inversiones de unos dos mil millones de dólares para ampliar su cobertura de servicios 4G y la acompañó con una batería de reclamos al flamante ministro de Comunicaciones, Aguad. Solicitó que se le abra la posibilidad de prestar servicios de Televisión Satelital (que el kirncherismo había preservado para la explotación monopólica de Direct TV) y la derogación del artículo de la ley de desarrollo satelital, que dejó bajo control de Arsat la porción del espectro 4G que había licitado Vila-Manzano. A esa misma porción aspira Clarín, vía Nextel. 


 


En declaraciones “off the record” a “La Nación”, los técnicos que trabajan en las reformas plantearon que “la ley de medios nació tecnológicamente atrasada y fue hecha contra el grupo Clarín. Vamos a desarticular ese aspecto sin terminar haciendo lo contrario -es decir, sin beneficiar especialmente a Clarín”.


 


Entre los beneficios “no especiales”, Clarín podrá conservar la totalidad de su conglomerado sin someterse a adecuaciones y el reconocimiento de su opción de compra por Nextel, que le abre las puertas del negocio de la telefonía móvil, pero deberá reunir una oferta más jugosa de inversiones que Telefónica para ingresar en condiciones competitivas al negocio del cuádruple play (internet, tv por cable, telefonía y telefonía móvil).


 


Responsables


 


Los “nacionales” que reclaman ahora a los “republicanos” el cumplimiento de la ley -para proteger a Martín Sabbatella- olvidan que el AFSCA nunca la aplicó contra Telefónica cuando ésta se encontraba fuera de ella. Pero como esa discrecionalidad no alcanzaba, el kirchnerismo aprobó la ley Argentina Digital, que derogó los artículos de la ley de Medios que impedían al monopolio telefónico brindar contenidos audiovisuales. Los “resistentes”, por lo tanto, prepararon el camino que ahora se plantea recorrer Macri.


 


El relato no pasa la prueba de la resistencia


 


Sabbatella y Berner verán ahora cómo Telefónica negocia con Aguad, mientras le ofrece la pantalla de Telefé para que Susana reciba a Mauricio. Pero no sólo las telefónicas le bajaron el pulgar, los capitalistas dueños de la cadena de “medios amigos” (López, Electroingeniería, Spolsky, Garfunkel, etc.) están desactivando el aparato de propaganda K.


 


Las novedades son francamente desalentadoras para la resistencia kirchnerista. 678 no va más porque su dueño, Cristóbal López, decidió discontinuarlo. En cuanto a los medios “alternativos”, los voceros macristas anticiparon que su “marco regulatorio… no sufrirá modificaciones”.


Ocurre que el sector no representa en ningún caso un tercio del espectro, su regulación nunca comprometió al Estado en su financiamiento y su posición es marginal, por lo tanto, no constituye un obstáculo frente a la concentración capitalista.


 


Un programa


 


Frente a este cuadro, los trabajadores de los medios deben iniciar la discusión de un programa, porque las primeras consecuencias de estos planes serán los despidos, la flexibilización laboral e incluso una mayor regimentación ideológica.


 


Los trabajadores debemos oponerle: el rechazo de los despidos, la exigencia de estabilidad para los trabajadores temporarios y un control obrero que garantice la independencia ideológica en el trabajo de comunicar; y abra las cuentas de los conglomerados mediáticos para exponer sus beneficios. La reciente experiencia del rechazo de los trabajadores de La Nación a la campaña de amnistía a los genocidas iniciada por su patronal desde una editorial, o el rechazo en vivo de la notera de TN Valeria Sampedro a la línea editorial pro represiva del grupo Clarín, constituyen la prueba de una tendencia favorable al desarrollo del debate de este programa.


 


La verdadera lucha por la “pluralidad de voces” requiere una movilización independiente de los Macri y los Sabbatella, que plantee la elección popular del directorio del AFSCA, de la TV Pública y radios públicas, el control democrático de la distribución de la pauta oficial y el reparto de los espacios y recursos técnicos de comunicación entre organizaciones políticas, sociales y culturales, con arreglo a su respectiva representación.