Lisandro de la Torre y los "procesos de Moscú"
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La reiterada colaboración política que ha caracterizado las relaciones entre el partido comunista y el demócrata progresista en el curso de los últimos cincuenta años, no se limitó solamente a eventos tales como la Unión Democrática, el golpe del 55 o el “gobierno cívico-militar” con Videla. En un momento crucial para la supervivencia del stalinismo a escala mundial, la democracia progresista estuvo firme al pie del cañón. Nos referimos a los “procesos de Moscú”, cuando la burocracia totalitaria del Kremlin eliminó a la totalidad del Comité Central del Partido Bolchevique que, en 1917, dirigió la toma del poder. También en el período de los “procesos de Moscú”, Stalin liquidó físicamente a varios millones de personas, entre los cuales se encontraban dos millones que pertenecían a las distintas corrientes de la oposición política, principalmente los trotskistas.
León Trotsky había denunciado, en su oportunidad, que el pretexto que sirvió al montaje de estos “procesos” —el asesinato del líder staliniano de Leningrado, Kirov— había sido cometido por el propio Stalin, preocupado por el ascendente que aquél había demostrado en el último congreso^ del partido. Recientemente quedó completamente establecido que esto fue así.
Lisandro de la Torre, jefe del PDP, defendió, se puede decir que rabiosamente, los “procesos”, así como todos los planteos Ce la propaganda stalinista. Mientras John Dewey, demócrata burgués y renombrado pedagogo, accedía a presidir un tribunal libre internacional para establecer la veracidad de los cargos de Moscú, el que sirvió como gran foro político y moral para el desenmascaramiento de la criminalidad stalinista, el “demócrata" Lisandro de la Torre elevaba su voz a la altura de la gritería asesina— como también lo haría otro “eminente” intelectual, Aníbal Ponce.
Transcribimos a continuación lo que escribió Lisandro de la Torre, a principios de 1937, en el marco de una polémica “célebre” con monseñor Franceschi, un cura derechista, jefe de la Acción Católica, simpatizante del franquismo.
En las “Obras de Lisandro de la Torre” (Editorial Hemisferio) Tomo lll, página 79, bajo el sugestivo subtitulo: “Lo que es el trotskismo” se puede leen
Lo que es el trotzkismo.
“Es falso, asimismo, loque dice el señor Franceschi cuando atribuye los sucesos de Rusia al delito ‘de no pensar como Stalin’ y los equipara a lo que sucedería aquí si al señor Justo se le ocurriera condenar a muerte a sus adversarios políticos.
“El señor Franceschi falta a la verdad y temo que lo haga a sabiendas. Las sentencias de muerte a que se refiere han recaído en procesos incoados en su mayor parte ante la Corte Suprema de la U.R.S.S., las audiencias han sido públicas; los reos han tenido defensores que han reconocido su culpabilidad; y pronunciada la sentencia, se han publicado íntegramente los procesos en ruso, en inglés y en francés, y se les ha dado amplia difusión en el exterior. Yo he leído el proceso de Piatakoff, Radek, Sokolnikoff, etc., condenados en enero de este año y un hombre tan preocupado de estos asuntos como parece pretenderlo el señor Franceschi, que los comenta con desenvoltura, debió hacer lo mismo y supongo que lo habrá hecho. En caso de no haber leído los procesos, pudiendo leerlos, mostraría su parcialidad sistemática y si escribiera sin saber de lo que se trata, la mostraría con mayor razón.
“Pero el ’trotzkismo’ no es tampoco susceptible de las comparaciones inconscientes que sugiere al señor Franceschi y no es en la actualidad en Rusia una agrupación política de oposición democrática comparable a nada que exista en la República Argentina. Los acusados fueron convictos y confesos de ‘traición a la patria’, consisten¬
para el asesinato de los jefes soviéticos. Kírov. figura de primer orden, fue asesinado en Leningrado. y Molotov, presidente del Consejo de los Comisarios del Pueblo, es-capó milagrosamente del atentado que se preparara contra él en Siberia. Además, los trotzkistas organizaron el sabotaje de la industrialización de Rusia, base indispensable del engrandecimiento y de la defensa nacional.
“Los acusados se reconocieron culpables de haber dirigido unos y ejecutado otros, descarrilamientos de trenes con pérdidas de numerosas vidas, explosiones en las minas con igual resultado, obstrucción de los transportes tendientes a provocar el malestar económico e impedir el movimiento rápido de tropas, de perturbar el trabajo de las usinas de productos químicos, y en general de todas las industrias y de la construcción de ferrocarriles. Reconocieron que Trotsky. entendido con Alemania y el Japón, facilitaba el espionaje y preparaba, para el momento de estallar la guerra, el sabotaje de la retaguardia del ejército ruso. Las pruebas fueron abrumadoras, los reos se confesaron culpables y sus defensores, admitiendo categóricamente la verdad de los hechos confesados, se limitaron a pedir clemencia.
’ “El antecedente que emana de estos fusilamientos no puede justificar de ningún modo que el señor Franceschi pretenda con tanta ligereza que el señor Justo estaría habilitado para fusilar a sus adversarios, los que. en vez de traicionar a la patria, defienden las libertades públicas y la legalidad. Pero es sabido que el señor Justo cuenta con la adhesión de todos los que visten so-tana y de los que sin vestirla colocan el interés sectario por encima de todo. No es raro, entonces, que se le anticipe un aplauso por si se decide”.