¿Llega Menem a mayo?
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El menemismo ha sorteado en el pasado crisis políticas muy duras gracias a los beneficios descomunales que pudo brindar a los grandes capitalistas.
En julio de 1991, por ejemplo, Menem se salvó de ir preso por causa del Yomagate, debido al alza espectacular en la Bolsa que se había iniciado un poco antes.
En esa ocasión, nuestro periódico pronosticó que Menem no caería, precisamente, por estar asegurando beneficios extraordinarios a los grandes capitales.
Con Cavallo ocurrió algo similar. Cuando chocó con el Citibank en enero de 1991, por el plan Bonex; o con la crisis cambiaría del 91 que derribó a Erman González; o con los exportadores, en octubre de 1993, que le reclamaban una devaluación de la moneda. Cavallo “zafó” en la primera ocasión porque pudo ofrecer una “generosa” renegociación de títulos a los banqueros; en la segunda, porque pudo apuntalar la convertibilidad con el ingreso de 35.000 millones de dólares en tres años, y en la tercera, con una devaluación del peso de exportación. En todos los casos fue clave el ingreso inusitado de capital especulativo de corto plazo.
Ahora ningún capitalista parece estar pidiendo la cabeza del gobierno, y no 'sólo esto, sino que incluso reclaman su reelección. Sin embargo, la crisis es espectacular, la Bolsa ha caído a los niveles de principio de gobierno, los capitales se fugan y el crac bancario y la devaluación se perfilan como inevitables. La conciencia política de los capitalistas parece estar retrasada respecto a los acontecimientos. También en 1989 decían que preferían a Angeloz cuando toda la crisis económica de ese año empujaba a favor de la elección de Menem.
Así como muchos gobiernos militares se sientan en la punta de las bayonetas y terminan agujereados, del mismo modo el menemismo es el espejismo de la burbuja especulativa de la Bolsa y deberá desinflarse con ella y con la crisis bancaria; lo mismo le espera a Cavallo. Las masas populares deberán encontrar un eje para su intervención ya en el marco del derrumbe del gobierno menemista.
La pregunta es cuándo. Al ritmo que va la crisis no llega a mayo. En este caso vamos a asistir a la tentativa de un pacto de Olivos redivivo y a un gobierno de coalición y, probablemente, a una postergación de las elecciones. Si el ritmo se atenúa, fundamentalmente por razones internacionales, el gobierno puede dar la impresión a la opinión pública de que tiene firme el timón en sus manos, pero luego de las elecciones esto se transformará en un búmeran.
Ninguna intervención política clara de los trabajadores puede dejar de lado esta perspectiva.