Políticas

8/9/2022

Editorial

Lo que dejó el atentado contra Cristina Fernández

Massa, de la Plaza de Mayo al tour yanqui.

Foto de archivo

Cristina Fernández de Kirchner ha vuelto a ocupar el centro de la escena política. Lógicamente el atentado del cual fue víctima explica esta situación, pero esta no es la única razón. Ya la condena a 12 años de cárcel para la vice pedida por el fiscal Luciani había provocado un reagrupamiento de las fuerzas del Frente de Todos en defensa de Cristina.

La multitudinaria movilización a Plaza de Mayo fue recibida por un acto organizado por el gobierno con Sergio Massa en el escenario. Mientras legítimamente se repudiaba el intento de asesinato de Cristina, Massa acordaba con un sector del capital agrario (aceiteras y molineras) un dólar “soja” a $ 200 pesos hasta el 30 de setiembre, que implicará un endeudamiento del Tesoro con el Banco Central en 2.000 millones de dólares y una emisión monetaria superior a los 300.000 millones pesos.

A la par, el gobierno generoso con los sojeros mantiene el ajuste a rajatabla. Días antes había anunciado el recorte de 210 mil millones de pesos de las partidas para salud, educación, viviendas y obras públicas. A su vez la semana pasada y lo que va de esta están sacudidas por el reclamo de los prestadores y familiares de personas con discapacidad por la falta de pago de los servicios y el recorte de los fondos para el sector. Además de liquidar el Conectar Igualdad el gobierno daba otro golpe al derecho a la educación y decidía dejar a más de 40.000 jóvenes de los sectores más postergados fuera del Plan Potenciar Trabajo por considerarlo incompatible con la miserable beca Progresar, cuando ambos tienen objetivos distintos: el primero ayudar a la subsistencia, la segunda a acceder a la educación. Un golpe de parte de los abanderados de la “cultura del trabajo” a los más sumergidos que a puro sacrificio estudian.

Mientras el viernes 2 Massa estaba en el escenario de la Plaza de Mayo, su viceministro Rubinstein (el que calificó a Cristina de “chorra”) coordinaba el tour del “superministro” por Estados Unidos; donde ambos rinden cuentas de la marcha del ajuste ante el FMI, incrementando el endeudamiento del país y acordando con el capital yanqui la entrega de recursos como la minería (reunión con Livent por el litio).

En síntesis, el repudio al intento de asesinato de CFK fue convertido en un acto de apoyo al gobierno sacando de foco el ataque a los trabajadores y el fuerte alineamiento con el imperialismo yanqui.

Cristina y Massa al gobierno, el FMI al poder

Este retorno al centro de la situación de la principal dirigente de la corriente “nacional y popular” no ha servido para “corregir” una orientación antiobrera y antipopular del gobierno que ella integra, en realidad sirvió para sostenerla. Y aunque CFK no ha hecho declaraciones explícitas a favor de Massa, sí lo hicieron los capitostes de La Cámpora. Con Cristina en el centro político, Massa está en el centro de la ejecución del plan del FMI con la cicuta hasta el final. El kirchnerismo depuso la verborragia antiajuste, con la cual buscó diferenciarse de Guzmán: de la resistencia a la política tarifaria de este pasó con sus funcionarios a ser parte ejecutora de un tarifazo superior. La asimilación del kirchnerismo a este rumbo es total, como lo manifestó con toda crudeza el “Cuervo” Larroque: “ahora tenemos un ministro de Economía”.

En la Plaza, y en toda la acción de rechazo del atentado, el gobierno buscó explotar el reagrupamiento propio del Frente de Todos que había comenzado a perfilar tras el alegato de Luciani. En la conciencia del oficialismo imperó la tranquilidad de que este atentado no representaba un peligro para su continuidad, es decir, no era parte de una acción golpista. El imperialismo yanqui rápidamente condenó el atentado por varias vías, incluidas declaraciones de su secretario de Estado, Blinken, lo que fue interpretado como un fuerte aval a un gobierno que tiene a un hombre de su embajada en el ministerio de Economía. Lo mismo sucedió con el “gusano” Claver Carone que preside el BID, con absolutamente todas las cámaras empresariales, los dirigentes religiosos de todos los credos y, también, con la burocracia sindical; las fuerzas armadas no abandonaron ni por un instante su “rol constitucional”. El presunto peligro de la democracia fue la clásica muletilla para reagrupar en torno al colaboracionismo con el gobierno que aplica la política proimperialista.

El propio atentado, que merecía ser repudiado fuertemente, suscitó masivas movilizaciones que se combinaron con el hecho de que en un sector importante de la población, y sobre todo de los sectores más castigados por el ajuste del peronismo, imperó la incredulidad. La palabra circo fue una de las más utilizadas esos días en redes. Sobre esta base es que un sector de la derecha como Bullrich, Milei, López Murphy y otros aprovecharon para no pronunciarse explícitamente contra el atentado y cuestionar por ejemplo la declaración del feriado. La falta de pronunciamiento es grave cuando se fogonea todo el tiempo la violencia contra las luchas y en particular la piquetera.

La crisis de la oposición por el rumbo derechista del gobierno

Un imprescindible esclarecimiento del atentado tendría que revelar quién o quiénes están detrás de Fernando Sabag, que gatilló a Cristina a 20 cm de su rostro. El papel de la custodia y de la Policía Federal, así como el manejo de las pruebas (teléfono de Sabag), hacen más necesario aún conocer cómo se gestó el ataque. Pero es claro que la base de sostenimiento político a un golpe no existía. El gobierno colocó la responsabilidad del atentado en Juntos por el Cambio y los medios que critican al gobierno por haber “irradiado el odio” que nutrió al atacante, pero no pasó más de eso. Apostó al negocio de la grieta, para agravar la crisis dentro de la coalición derechista que nace de su aislamiento ya que el programa de acción que ella levanta lo está haciendo Massa, con el silencioso aval de Cristina y el proclamado de La Cámpora. El propio embajador yanqui exhortó a Rodríguez Larreta a apoyar al gobierno antes del atentado, ahora acompaña a Massa en Washington. El gobierno busca explotar esta crisis para impedir que el macrismo vuelva al gobierno, ejecutando su programa, por eso ventiló la idea de suspender las Paso que complicaría a JxC e incluso habilite una ruptura.

Mediante la desesperada operación Massa, ante su fracaso y la derrota electoral de medio término, el kirchnerismo busca terminar el mandato sumándose a la tendencia latinoamericana de los progresismos que giran a la derecha para ejecutar ellos las tareas de la descarga de la crisis sobre las masas, en la línea de Boric, de Petro o de la alianza de Lula con Alckmin.

La grieta se cerró en un punto: el reclamo de paz social, que fue puesto en la resolución aprobada en Diputados y pergeñada en el Senado. El peronismo desistió del “discurso del odio” y la oposición de la “manipulación del hecho”. Es que la verdadera preocupación del conjunto de la burguesía y del propio imperialismo es que una intervención de los trabajadores, azuzados por el deterioro de sus condiciones materiales, termine desequilibrando la situación política. Esto también está en la base de la decisión de la burocracia sindical de no convocar a ninguna medida propia en repudio al atentado, por temor que, a la par de ventilarse en las calles las divisiones que la recorren, los trabajadores irrumpan con sus reclamos.

Independencia política para repudiar el atentado y enfrentar el ajuste

Todo revela la precariedad política que impera. Massa ha logrado un respiro con el compromiso de un sector del capital agrario de liquidar la cosecha comprometiéndose a pagar el dólar a $ 200, es decir una devaluación, lo cual en el mejor de los casos le aportaría 5.000 millones de dólares a las arcas vacías del Banco Central. Pero ese “logro” ha sido a costa de un endeudamiento del Tesoro con el Central de hasta 2.000 millones de dólares, debido al quebranto que produce exportar a $200 y luego importar a $150. La medida ha disparado reclamos de otros sectores exportadores, incluso del campo, que quieren un dólar similar. Ya se habla del “dólar maíz y trigo” o del “dólar Malbec” que reclaman distintos sectores. El desdoblamiento cambiario, aunque sea hasta el 30 de setiembre, lejos de calmar las aguas, las agita y las presiones para una devaluación en regla son mayores. Mientras, Massa se sigue endeudando con el afán de pasar una nueva revisión del FMI que le habilite un nuevo desembolso. O sea patear los problemas para adelante.

Por otro lado, la repercusión en los precios se hará notar, sobre todo en el rubro de alimentos que es el que más ha subido en el año. Porque la soja alimenta cerdos, pollos y vacas en feedlot. Es decir, que agudiza la situación de los trabajadores, impulsando reclamos salariales, de asistencia, etc. Las “buenas noticias” de Massa agudizan la hipoteca que pesa sobre el pueblo trabajador argentino sin que haya una tregua en la desvalorización de los ingresos de los trabajadores.

¿Se puede prescindir de estas consideraciones a la hora de definir cómo actuar frente al atentado contra Cristina? La decisión del Partido Obrero y el FIT-U fue repudiar sin ambigüedad el intento de asesinato de la vicepresidenta. Pero esto no obligaba a concurrir a la Plaza de Mayo. La convocatoria oficial del viernes pasado no se inscribe en una batalla más general contra la derecha. Los planteos de la derecha, los intereses del capital financiero, la asociación con el imperialismo yanqui, el ataque a los trabajadores, el recorte a la discapacidad, la eliminación de los planes a los chicos que estudian, todo eso lo está llevando adelante el gobierno peronista que organizó el acto en la Plaza, escribió su documento y puso a los ejecutores de esa política en el escenario. Omitir esto es un acto de sometimiento al nacionalismo burgués en su hora más reaccionaria, cuando se hace cargo de ser el verdugo de los trabajadores.

Nuestro repudio al atentado y el reclamo de su esclarecimiento son compatibles con la organización de los trabajadores frente a las consecuencias de la política ajustadora del peronismo; como hicimos apoyando la lucha de discapacidad, organizando el acampe de los jóvenes en el Obelisco que obligó al gobierno a retroceder en el no pago de los planes Potenciar Trabajo, en la jornada piquetera de este jueves 8 por trabajo, asistencia a los comedores y el resto de las reivindicaciones, en el apoyo incondicional a los paros del Sutna y los docentes y estatales de las provincias o de la docencia universitaria. O dando la batalla política por una nueva dirección en Ctera. Nuestro repudio es compatible con la campaña por el paro nacional y el plan de lucha.

El repudio es compatible con la independencia política, imprescindible en la lucha para que los trabajadores se saquen de encima al peronismo y para que el movimiento popular que lucha contra su política se organice bajo otras banderas: las del socialismo.