El paquete de ajuste e impuestazos que anunció Caputo por la tarde del martes apunta, según precisaron desde la presidencia, a lograr que el Estado nacional alcance el superávit fiscal este año a base de ahorrar gastos e incrementar la recaudación tributaria (a contramano de lo que prometía en campaña). ¿A dónde va a ir esa plata? No a evitar la “catástrofe”, sino a garantizar el pago de la deuda fraudulenta que nos viene hundiendo año a año. Casualmente, el Fondo Monetario no tardó en publicar un comunicado felicitando a Milei por las medidas.

El Ministerio de Economía difundió un gráfico en que detalla los números. Los recortes en las erogaciones estatales sumando la caída de las jubilaciones, la reducción de los subsidios a fuerza de tarifazos, la paralización de la obra pública, la desvalorización de los programas sociales y la poda de las transferencias a las provincias daría un ajuste equivalente al 2,9% del PBI, lo cual casi salda por completo el déficit primario de 2023 (3 puntos del producto). Vía impuestazos aspiran a incrementar los ingresos públicos un 2,2% del PBI, a costa de reponer Ganancias sobre los asalariados, la suba de retenciones a las exportaciones (salvo la soja), el gravamen País sobre las importaciones y otras medidas como el adelanto de Bienes Personales o una moratoria. ¿Que se cubre con eso? La factura de los intereses de deuda, que se pagaría íntegra.

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Así, la motosierra deja sin tocar la partida que explica el 40% del déficit financiero. Para el FMI, los BlackRock y el resto de los bonistas sí “va a haber plata”, la que nos saquen a los laburantes de nuestros bolsillos con este paquetazo que implica una brutal transferencia de ingresos en perjuicio del pueblo trabajador. Para colmo, son títulos que fueron indexados por Massa a la inflación y a la cotización del dólar, por lo que mientras sufrimos la devaluación sobre los salarios y jubilaciones los especuladores tienen asegurados sus negocios, a costa del fisco. Aún más, se abre un nuevo capítulo de endeudamiento.

El ajuste tiene claramente un carácter de clase. No es un esfuerzo colectivo para “evitar la catástrofe”, sino una verdadera catástrofe para los trabajadores en función de rescatar a los capitalistas. La devaluación va a beneficiar a los exportadores, los importadores tiene vía libre para trasladar a los precios sus mayores costos, y las privatizadas de energía y transporte van a disparar las tarifas como tanto reclaman desde hace años. Nada de este paquete inflacionario va a resolver a futuro la volatilidad de los precios, en la medida que seguirá su curso la fuga de capitales que desvaloriza la moneda nacional. Mientras tanto seguirá girando la bola de nieve de las Leliq, que es el principal motivo de emisión monetaria por los intereses que genera y deben ser constantemente reabsorbidos con nuevas Leliq.

En conclusión, con nuestra penuria los laburantes vamos a financiar a los que más se beneficiaron con el saqueo de la Argentina todos estos años, y nada de eso va a resolver ninguno de los problemas reales que atraviesa la economía nacional. A los que hay que ajustar son a la clase capitalista, y a sus políticos.

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