Políticas

13/1/2005|884

Los comedores de los luchadores no son comederos

Un balance de los que emergieron del argentinazo


Al calor de la rebelión del 2001, se abrieron centenares de comedores y ollas populares para enfrentar el hambre. Al igual que las asambleas populares y las fábricas ocupadas bajo gestión obrera, los comedores fueron recibiendo la presión y el ataque del Estado, a la par del progreso del proceso de reconstrucción de la burguesía y de la autoridad política de su Estado. Los que no mantuvieron una independencia política de clase y una posición de lucha contra la burguesía, sus partidos y su Estado, fueron cooptados al punterismo territorial y corrompidos.


 


Los comedores han sido en gran medida el frente donde más ha golpeado el gobierno de Kirchner para impulsar la fragmentación del movimiento piquetero.


 


 


Nacidos para luchar


 


Aprovechando los recursos de un superávit fiscal logrado a expensas de una colosal pauperización de las masas, Kirchner ha desarrollado una política asistencial y clientelar que supera a la de los gobiernos de Menem-Duhalde. Sin embargo, con cuatro millones de desocupados y ocho millones de trabajadores por debajo de la línea de pobreza (cuatro millones en negro); con enfermedades medievales que supuestamente habían sido desterradas, que matan a las criaturas con bajas defensas por una deficiente alimentación; está claro que el ‘susurro’ gubernamental y de sus aliados de que no es necesario luchar y organizarse, sólo puede persuadir a algún incauto o entrar en el hueco cerebro de quien se ha descompuesto a la par del régimen que lo cobija.


 


En el cuadro de hambre y miseria social existente se mantienen con plena vigencia los comedores y su organización asamblearia y de lucha (piquetera). En la asamblea semanal se discuten la situación política nacional y un plan de lucha para la defensa de lo conquistado y por nuestra salida, desde una concepción estratégica de la clase obrera. Allí aprendimos a tener voz y voto, a escuchar y ser escuchados, a elegir y ser elegidos; aprendimos a revocar y a establecer un control hasta de la miseria que repartimos. Allí votamos los delegados a la primera Asamblea Nacional de Trabajadores y defendimos el plan de lucha votado concurriendo el 20 de diciembre de 2001 a Plaza de Mayo, votamos defender el derecho a luchar marchando al Pueyrredón aquel 26 de junio, crecimos en la delimitación política del nac&pop Kirchner y le dimos batalla, comprendiendo en la lucha las tareas que dejó planteadas el Argentinazo.


 


 


Polo Obrero


 


Con la comprensión de que nuestros comedores (¡ni el de los punteros!) no resuelven los daños provocados por la mala alimentación ni la desnutrición, es que damos batalla también en el terreno político. Entendiendo que el comedor no puede ser nuestra estación terminal (por más que economizamos y confraternizamos, cocinando de manera comunitaria), nos formamos con la lectura de la Prensa Obrera por una salida socialista. Con la misma decisión política con que votamos salir a luchar por el triunfo de nuestros hermanos docentes, telefónicos, ferroviarios, etc., cientos de compañeros deciden hoy su incorporación al Partido Obrero.


 


Los comedores del Polo se han desarrollado como centros de organización para luchar contra el hambre, y crecieron cualitativamente como centros de organización política de la clase obrera que lucha por el poder. He aquí una delimitación clara entre un comedor (por más precario que sea) y un comedero (por mejor alimento que sirva).


 


La mayoría de nuestros comedores son precarios en su estructura, con grandes carencias en alimentos frescos de alto nivel nutritivo (carnes y verduras), de utensilios de cocina, y muchos mantienen aun su carácter inicial de olla popular donde los vecinos retiran su vianda, pero vuelven a crecer en cantidad de comensales. Pero quienes abogaban por una mejor distribución de la riqueza, desde el gobierno, se han transformado en socios de la mayor diferenciación social negativa de la historia argentina. La clase obrera vuelve a crecer y gana la calle con más fuerza contra el espectro maloliente del capital.


 


Hay que acabar con la tutela de punteros y patrones.


 


Por una red nacional de comedores, para que los chicos coman en casa con su familia. “¡Que los trabajadores coman pan y los ricos mierda!”


 


Por una alternativa obrera y socialista.