Los docentes pusieron la huelga general en la agenda
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El aumento a los docentes, aún insuficiente, fue una derrota del gobierno. Ratificación del método de la huelga general. Frente único de los K y una franja de la burocracia contra el paro. Los límites y contradicciones de la devaluación. La posibilidad de un abandono anticipado del gobierno K.
Los plenarios de la última semana estuvieron cruzados, como no podía ser de otro modo, por el impacto de la gran huelga general docente y por el paro nacional convocado por la burocracia de Moyano y Barrionuevo para el próximo 10 de abril.
Aunque la propuesta salarial de Scioli fue juzgada como insuficiente por una parte muy considerable de la docencia, en especial la que integra los sectores más combativos de los Suteba, fue caracterizada como una derrota de los gobiernos provincial y nacional, y como un factor de reforzamiento de la confianza de los docentes en sí mismos, así como también para el conjunto de los trabajadores. El oficialismo fue obligado a modificar su planteo por una huelga general indefinida -un método que va más allá del sindicalismo tradicional. Quedó desmentido que la huelga indeterminada sea una metodología ‘aventurera’ -al revés, es el camino de la victoria.
La huelga aislada y dominguera de M y B debe ser caracterizada en el contexto político general, principalmente en conexión con la huelga docente. El gobierno está procediendo a una confiscación económica mayor de los trabajadores en beneficio del capital financiero. Esta confiscación recibe el ‘aplauso crítico’ de Nueva York y el Vaticano, y por otro lado la respuesta contundente de los trabajadores de la educación. Por eso, Massa acaba de despegarse del paro de M y B, luego de haber coqueteado con ambos en el hotel Sasso, en medio de la corrida cambiaria de enero, como lo hizo, con mucho mayor énfasis, contra la huelga docente. Las agrupaciones K que se oponen al paro hacen un frente único con el vasto sector de la burocracia sindical que está dispuesta a firmar los convenios a la baja y con el gobierno del Club de París, Repsol y los fondos buitres que negocian un nuevo canje.
En este cuadro, se resaltó la situación en el sindicato del subte, cuyo reclamo salarial supera por lejos el tope K, que solamente podrá triunfar en un contexto de ascenso de las luchas -no de reflujo. Sin embargo, la dirección kirchnerista del sindicato prefiere repetir el papel de chirolita del oficialismo, cuando se convirtió en responsable política del tarifazo del transporte y ahora dispara contra cualquier lucha que ayude a derrotar el tope salarial del gobierno.
La situación concreta en la que tiene lugar el paro no se agota, sin embargo, en los términos de luchas, por un lado, y ajuste y confiscación, por el otro. Está en disputa la sucesión política, anticipada o no. No se debe cometer el error más frecuente de la izquierda en todo el mundo, que es la pretensión de que el movimiento obrero se empeñe en luchas reivindicativas, con total ignorancia del antagonismo político del momento. Se trata de una posición infantil, que supone que la ceguera política ayudará al movimiento obrero a atravesar con éxito la lucha sindical y a descubrir el alcance político de ella al final del camino. La experiencia docente demuestra lo contrario: en primer lugar, por tratarse de una huelga dentro del Estado, contra el poder político y, en segundo lugar, por el lugar que ocupó en esta lucha la izquierda combativa a través de los Suteba.
Por eso hay que ir al paro del 10 con un programa de salida de los trabajadores, en oposición a la burocracia que llama al paro, con la advertencia de que el ajuste y la confiscación en beneficio del capital financiero desembocará, en forma inevitable, en crisis políticas sucesivas de alcance creciente, que serán zanjadas, en última instancia, en una lucha de clases entre los trabajadores, por un lado, y el capital, sus partidos y gobiernos, por el otro. En este contexto concreto, llamamos a reforzar el Frente de Izquierda y el Partido Obrero, y a incorporarse a sus filas.
Otra vez, la cuestión del golpe
En los debates volvió la posibilidad de un abandono anticipado del gobierno por CFK, como una consecuencia del desarrollo del Rodrigazo. En Argentina -e incluso en Venezuela- abundan las expresiones a favor de una terminación del mandato kirchnerista, tanto de los voceros materiales como espirituales del capital financiero. Tanto en Buenos Aires como en Caracas, los especuladores capitalistas están sacando una tajada excepcional de ganancias como consecuencia de la hiperdevaluación de la moneda, incluso acaparando posiciones en la estructura económica. Estas evidencias ‘circunstanciales’ no significan que se haya logrado una estabilidad política, al revés: los tarifazos en serie, la represión monetaria (mediante elevadas tasas de interés), la recesión industrial conspiran contra esa estabilidad. El manotazo que ha dado el gobierno contra los cupones PBI, para ahorrar unos 4 mil millones de dólares que le permitan pagar el resto de la deuda externa, son una manifestación de esa inestabilidad, aunque es muy probable que pretenda dar un barquinazo, en sentido contrario hacia fin de año. En estas condiciones, la disputa por la sucesión podría convertirse en uno de los tanto detonantes de una salida anticipada.
La devaluación, lejos de permitir encontrar un nuevo punto de equilibrio, ha incrementado todas las contradicciones. No sólo ha producido los efectos negativos de todas las devaluaciones, como la caída del consumo y de la producción, sino que no ha permitido siquiera los “beneficios” de otras devaluaciones, como el crecimiento del superávit comercial. Según las estadísticas del propio gobierno, el superávit comercial de febrero se redujo en un 90%, habiendo caído tanto las exportaciones como las importaciones. Y si la cuenta comercial no arrojó directamente un déficit ,fue por las trabas a las importaciones, que al mantenerse en el tiempo aceleran el parate económico. La caída del consumo, sin embargo, no ha se ha expresado en una desaceleración de la inflación. Al revés, esta no sólo ha crecido, sino que ahora deberá agregársele el peso del tarifazo y el naftazo ya pactado con las petroleras. Junto con ello pesarán los aumentos salariales, que las patronales buscarán trasladar a los precios. Esta inflación, que ronda el 40% anual, producirá nuevas devaluaciones, si es que el gobierno no quiere dejar nuevamente apreciar el tipo de cambio. Todos estos elementos desmienten los pronósticos interesados que afirman que la crisis ha quedado atrás. La devaluación de enero ha sido sólo el primer capítulo de un Rodrigazo que está llamado a producir nuevos escenarios de crisis.
Vamos al Congreso del PO
La militancia del PO, que comenzó los trabajos preparatorios para el XXII Congreso a fines de enero, ha podido atravesar todos los zigzags de la situación política armados con una fuerte caracterización de la etapa. La caracterización del gobierno, después de la victoria oficialista de 2001, como “un bonapartismo tardío” -o sea destinado a fracasar en sus propósitos de arbitraje debido a la tendencia al derrumbe económico-, ha sido validada en todos los planos, en especial en aquel que apuntaba, sobre la base de ese análisis, al ascenso de la izquierda. La gran tarea del XXII Congreso del PO será valerse de todos estos elementos para reforzar la construcción de una alternativa política de los trabajadores, hoy expresada en el Frente de Izquierda.