Políticas

7/8/2017

Los ministros de educación de la OCDE


Hace pocos días, luego de la primera reunión del Consejo Federal de Educación por él presidida, frente a todos los ministros del área de todas las provincias, el ministro de educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro, declaró que  "el Estado debe recuperar la capacidad de dictar  las políticas públicas educativas”, que está bien consultar, que "está bien que dialoguemos con todos los sectores que componen la comunidad educativa, que busquemos consensos”, pero que “lo que está mal es que dejemos la capacidad de dictar esas políticas en manos de actores que representan a [solo una] parte de la comunidad educativa. Nosotros nos tenemos que hacer cargo, nosotros representamos al Estado" (Ambito Financiero, 2/8).


 


Probablemente, Finocchiaro no haya registrado el carácter profundamente autoritario de sus palabras (le faltó decir “El estado soy yo”, al estilo Luis XIV).  Tampoco lo registraron los señores ministros asistentes, que lo aplaudieron a rabiar.


 


Claramente, Finocchiaro se refería a los docentes, a los alumnos y a los padres, y particularmente a los docentes agremiados  y a los estudiantes organizados en centros de estudiantes que enfrentan su política de destrucción educativa.


 


Apenas un “facilitador” de los planes del gran capital


 


En los mismos días de sus declaraciones, una representante de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), uno de los principales organismos internacionales del imperialismo, dio su diagnóstico sobre la realidad del capitalismo argentino, y sus recomendaciones para salir de la crisis.


 


Para la OCDE, en un país en el cual reconoce que el 50 por ciento de la población es o puede ser pobre, para que lluevan las inversiones que hagan sustentable su economía hay que eliminar el déficit fiscal, avanzando en una reforma tributaria que libere de impuestos a los capitalistas; eliminar todas las restricciones, regulaciones y barreras que hacen complejas las instalaciones de empresas extranjeras; eliminar las tarifas a la importación; hacer más productiva la mano de obra argentina (llevándola, incluso,  a los niveles de explotación de Brasil, México y Colombia); frente a los despidos, “proteger a los trabajadores con seguros de desempleo y capacitación y no con regulaciones laborales estrictas” (léase abaratar las indemnizaciones); reducir las jubilaciones (muy elevadas en relación con los salarios) y aumentar la edad jubilatoria  (“Estudio Económico Multidimensional de Argentina”, OCDE, 2017).


 


La reforma laboral, la reforma impositiva y la reforma previsional que anunció el macrismo  ya se está aplicando, en muchos de estos aspectos, en todas las provincias del país.


 


Claro que la OCDE también exigió una nueva reforma educativa, especialmente de la educación media, para dar capacitación para acceder a los “nuevos empleos”. “Alinear el currículo con el mercado laboral”, “desarrollar el sistema de educación vocacional” y el “emprendedurismo” (ídem).


 


La comunidad educativa no. La OCDE sí


 


Estos requerimientos de la OCDE y no otra cosa es el pomposamente denominado Plan Maestro del pre-candidato a senador Esteban Bullrich y de su actual reemplazante en el ministerio de Educación, Alejandro Finocchiaro.


 


El testimonio más brutal de esta política es “La secundaria del Futuro”, anunciada por el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, individuo que asevera que “los homo sapiens organizados lograron vencer a los dinosaurios”. Una reforma que es prueba piloto para aplicarla en todo el país. Cabe señalar que una de las fuentes que asesoró a Larreta en esta nueva arremetida contra la educación es la “Snoop Consulting”, una empresa cuyo principal CEO, además de presentarse como experto en informática, es mago e ilusionista practicante.


 


La consultora de este mago, apelando a su información digital, le aseveró al gobierno de Larreta, sin cifras  que lo fundamenten,  que el 65 por ciento de los niños que ingresan a primaria van a trabajar en un trabajo que aún no ha sido creado y que el 50 por ciento de los trabajos desaparecerán, “lo que exigirá nuevas combinaciones de capacidades”.


 


Así, justificada en un pase de magia, la “Secundaria del Futuro” no está centrada “en el aprendizaje de contenidos sino en el enfoque de capacidades necesarias para desenvolverse en la sociedad del futuro”, una educación que sirva para que “los aprendizajes sean aplicados en empresas y organizaciones” o “en proyectos relacionados con el emprendedurismo”, es decir el trabajador sin relación de dependencia y auto-explotado para poder sobrevivir. No hay conocimientos sino “habilidades”. De un plumazo, quince asignaturas son disueltas en tres “áreas”: Ciencias Sociales y Humanidades; Científico Tecnológico;  y Comunicación y Expresión, repartidas en dos ciclos de dos años cada uno, el primero básico y el segundo orientado (Paper de la gobernación de la Ciudad de presentación de la reforma). Una orientación vinculada a las necesidades capitalistas.


 


La devaluación de la escuela secundaria, que del vamos tiene un año menos, implica lógicamente despidos masivos de docentes y precarización laboral de los que queden.


 


“No habrá más clases magistrales”, anuncia el paper del gobierno macrista: “El docente (sólo) introduce los temas. El docente es un facilitador del conocimiento”. Habrá “un 30 por ciento de clase” en los cuales el docente “facilita” y el 70 por ciento restante de la educación es autónoma de parte del alumno, solo o en grupo, con “docentes orientadores, mediados por la tecnología”.


 


La secundaria “del futuro” es un entrenamiento laboral, pero nada tiene que ver con la educación.


 


De ahí que  lo que reemplaza al quinto año, denominado “Año integrador y formativo del más allá de la escuela” (¿?), se realiza en un 50 por ciento con “destino a la aplicación de los aprendizajes en las empresas” y para proyectos de “emprendedores”.


 


Estos objetivos ya antes fueron establecidos con otro lenguaje por el kirchnerismo, cuando dividió a la secundaria (Alberto Sileoni ministro de Educación) con dos orientaciones: el “propedéutico” –para los que sigan estudiando; y el de la educación para el trabajo, para la mayoría de la clase obrera.


 


El Frente de Izquierda plantea “todas estas reformas a la basura”.


 


Si querés defender la escuela  pública y una educación estatal, laica, científica, nacional, gratuita y al servicio de la formación integral de los niños y jóvenes, el 13 hay que votar por los miles de docentes que integran las listas del FIT y que defienden la educación desde los sindicatos, seccionales y corrientes sindicales combativas, como Tribuna Docente.